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Interés general 27 de junio de 2018

Seguir trabajando, el homenaje al legado de la hermana Leonor

La hermana Leonor, fallecida días atrás, marcó con su entrega a distintas generaciones vinculadas al Centro Comunitario Nuestra Señora de la Esperanza, en el barrio Regional.

"No sé cómo lo hacía pero para los chicos todo lo podìa conseguir". Uno de tantos testimonios recordando los gestos de amor de la hermana Leonor

El Centro Comunitario Nuestra Señora de la Esperanza funciona en el barrio Regional, y tiene actividades todos los días. La Misa y la catequesis se complementan con otros servicios a la comunidad: consulta pediátrica una vez a la semana, apoyo escolar, ropero comunitario, clases de panadería y secundaria para adultos. Es que el destino del Centro es colaborar con los más pobres, y ayudarlos en sus momentos de dificultad.
Quien iniciara el espacio fue la Hermana Leonor, quien en la Pascua de 1977 llegó al barrio con huevos duros pintados, y se quedó a trabajar allí hasta transformarlo enormemente. Con su fuerza de atracción logró formar una comunidad grande y fuerte, que levantó la Capilla y el gimnasio en el barrio.
Ahora, a pocos días de su fallecimiento, quienes la conocieron recuerdan su bondad pero, sobre todo, la homenajean de la mejor manera: trabajando.
“Ella hizo algo que a los más chicos, que éramos nenes en ese momento, nos marcó para siempre. Era la lluvia de caramelos. Ella llegaba con una bolsa enorme de caramelos, nos acomodaba, y empezaba a repartir caramelos por los aires”, recuerda nostálgico uno de esos niños, hoy adulto; a quien nunca se le borró ese recuerdo. Es que, siendo un niño “al que a veces le dolía la panza de hambre” (tal como él mismo relata), una lluvia de caramelos era verdaderamente un sueño hecho realidad.
Quienes trabajaron con ella, recuerda la facilidad que tenía para conseguir que los chicos tuvieran lo que deseaban. “Una vez les preguntó a los chicos qué querían comer, y ellos respondieron ‘pizza’. Pero no teníamos dinero para comprar, por lo que yo me preocupé, pensando que se iba a decepcionar. Pero al mediodía sonó el timbre: era un pedido de pizza. Nunca se sabía cómo lo hacía, pero para los chicos lo conseguía todo”, recuerda una colaboradora.
Recordada como una persona verdaderamente fraterna, buena compañera y nombrada por los chicos/adultos por siempre como “Mamá Leonor”, el legado que dejó tras su partida es un Centro Comunitario que sigue en marcha, y que cada día ofrece más posibilidades a quienes llegan a él.