Cultura

Sergio Olguín: “Los escritores dejamos marcas de nuestros intereses, miedos y deseos en lo que escribimos”

Junto a Claudia Piñeiro, este jueves dará una charla libre y grauita, en la explanada del Museo MAR. En una charla con LA CAPITAL el autor de "Oscura monótona Sangre", "Lanus" y la saga policial de Verónica Rosenthal, entre otros, compartió cómo referencias en torno a su última novela "La mejor enemiga" y adelantó que está escribiendo el guion de "Las extranjeras".

 

En la segunda jornada del Verano Cultural del Banco Provincia en el Museo MAR, Claudia Piñeiro y Sergio Olguín compartirán una charla, este jueves a las 20.30, al aire libre y gratuita.

El tema disparador que los organizadores les propusieron es “heterogeneidad”, en el marco de una invitación a reflexionar sobre los rasgos que hacen a “la identidad bonaerense” y los modos en que la literatura argentina, tanto de ficción como de no ficción, ha representado dichas características.

En una charla con LA CAPITAL el autor de “Oscura monótona Sangre”, “Lanus” y la saga policial de Verónica Rosenthal, entre otros, compartió cómo desarrollarán el encuentro con el público en torno a la temática propuesta. Asimismo habló de su última novela publicada, “La mejor enemiga”, y adelantó que está escribiendo el guion de la adaptación cinematográfica de “Las extranjeras”.

“Nuestra intención es hablar de nuestra experiencia de vida a lo largo de nuestra infancia y juventud en el conurbano bonaerense y de cómo eso influyó también notablemente en nuestra escritura, nuestra literatura, en lo hacemos. Que eso está marcado por una cultura heterogénea que se formó en el conurbano pero también en todo el ámbito de la provincia de Buenos Aires a partir de las distintas inmigraciones que conviven y convivían en nuestra infancia y juventud en los barrios en que nos criamos -en mi caso en Lanús-, y que esa mezcla, sumado a esos cruces de clases sociales que implicaba la escuela pública, por ejemplo, donde el hijo del doctor se juntaba con el hijo del almacenero -y en este caso el hijo del almacenero era yo- dio como resultado una cultura de los márgenes muy heterogénea donde conviven lo que se considera alta y baja cultura -habría que redefinir qué es alto y qué es bajo-, donde se mezclan distintos registros, lecturas muy diversas, formación cultural muy diversa, donde conviven la televisión y la biblioteca pública, la biblioteca popular que en todos los barrios siempre hay. Creo que eso marca un poco lo heterogéneo de esa cultura bonaerense, que no es de un grupo cerrado sino abierto a todo tipo de experiencias e influencias”.

Si bien a Olguín, también periodista y guionista, no le gusta pensar en la literatura como algo que tiene que cumplir un rol específico, si admitió que “todos los escritores dejamos marcas de nuestra formación, de nuestros intereses, de nuestros miedos, de nuestros deseos, en lo que escribimos y es posible rastrearlo. Pero de ahí a definirlo a priori me parece que sería inutil y el resultado de eso, si un escritor se propusiera hacerlo, sería absolutamente falso, poco auténtico si es que podemos hablar de autenticidad en la ficción”.

– Cinco años después de No hay amores felices, volviste a compartir la vida de Verónica Rosenthal. En La mejor enemiga profundizás mucho sobre su historia personal, su infancia, su familia, ¿Cómo fuiste delineando ese desarrollo?

– A medida que escribía las novelas de Verónica siempre me quedaba pendiente contar algunas cuestiones más vinculadas a su formación. Hacía tiempo que quería contar su infancia, su preadolescencia porque me parece que en esa infancia en la casa de los abuelos está la clave de la personalidad de ella. También quería comtar la historia del abuelo, ese militante comunista judío que llegó a la Argentina después de un largo derrotero -Polonia, pasar por Palestina, antes de la creación del Estado de Israel y después venirse a la argentina-. En algún momento pensé hacerlo en “No hay amores felices”, pero esta vez fue la oportunidad porque también quería tratar temas vinculados con la vida de este abuelo y estaba bueno buscar las claves de un caso policial actual en la infancia de Verónica y explicarnos algunas cosas de su forma de ver la vida y sobre todo su fanatismo por Atlanta, el club del que el abuelo era hincha y dirigente en los años 60.

– A la vez, entre otros detalles y temáticas, la novela rumbea hacia una trama de espionaje, a la vez muy funcional a la realidad y a la ficción ¿Vas a profundizar hacia ese lado en las próximas?

– No se si voy a profundizar mucho el género del espionaje que no me gusta especialmente, salvo las novelas de John Le Carré, soy fanático de sus libros y algo de eso quería que hubiera de homenaje en esta novela, de hecho uno de los personajes se compra una novela de John le Carré porque me parecía que había que dejar una marca en el libro, hay una influencia indudable suya. Sí me parece que el policial, el thriller, permite esa mezcla de realidad política y ficción y está presente en los otros libros. Lo que tiene la mejor enemiga es incorporar la temática internacional, lo que escapa de los límites de la Argentina. Es probable que en algún momento lo vuelva a hacer, de hecho tengo planeada una novela policial de Verónica que no transcurre en la Argentina sino en Suecia, porque siempre me gustó la idea de escribir un policial “sueco”, que sería una suerte de homenaje al policial nórdico, que me gusta mucho, pero es un plan que lo tengo a largo plazo, no creo que sea la próxima novela de Verónica pero por esos caminos voy a andar.

– En el caso del tema del aborto y/o de la libertad de decisión de los personajes femeninos en cuanto a sus cuerpos y la maternidad, si bien ya lo habías abordado anteriormente, ¿la presencia del tema en la agenda pública mientras escribías, se coló en la ficción?

– Yo tenía planificado hace mucho el tema del aborto en la novela y que hace rato quería escribir. Una de las cosas que retrasaba la escritura era, justamente, la discusión política del tema del aborto, la agenda periodística. Yo no quería que la agenda le ganara a la ficción, no quería que mi postura política alrededor de la despenalización del aborto, -apoyé públicamente la lucha de las mujeres por la despenalización y el aborto libre y gratuito- formara parte como si fuera un programa de acción política en una novela. Hasta que le encontré la vuelta pensando qué pasaba si en la misma novela convivían dos posturas al respecto de dos personajes distintos que tomaban las decisiones de manera cruzada, si se quiere, con respecto a aquello que se suele decir, que el aborto está más vinculado con personas en situaciones en las que la mujer se le complica la vida personal y que por lo general las mujeres que tienen más edad piensan que un embarazo no deseado en un primer momento puede convertirse en deseado. Lo que yo quería era mostrar que los personajes toman esas decisiones por fuera de lo que sería la lógica de la discusión política y también tenía ganas de escribir sobre un tema que no tiene correlato de discusión política porque no tiene sentido hacerlo, pero si tiene sentido hacerlo en la literatura, que es: qué pasa con un varón cuando su pareja o la persona con la que está decide o abortar o tener un hijo.

– Podés contar algo del guion cinematográfico en el que estás trabajando?

– Desde hace un tiempo estoy trabajando en el guion de Las Extranjeras, que es la segunda novela de Verónica Rosenthal. Compró los derechos Warner Media y HBOMax, acá en Argentina la productora a cargo es Vanesa Ragone, de Haddock Films y con ella lo estamos trabajando. Ya tenemos una primera versión, tuvimos que hacer varios cambios con respecto a la novela original, sacar toda la subtrama que venía de La fragilidad… con respecto a un asesino que anda buscando a Verónica y concentrarnos más en el caso principal que son los dos femicidios de las turistas extranjeras en Tucumán. Calculo que en algunos meses vamos a tener una versión más definitiva del guion y ojalá se pueda filmar entre este fin de año y comienzo del año que viene.

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