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Policiales 12 de junio de 2018

Los crímenes de los cuatro jubilados sumieron en la tristeza a sus barrios

Las muertes de Antonio Coniglio (96), Mirta Falco (81), Oscar Luongo (80) y Clara Brunetti (75) dejaron marcas imborrables en sus vecinos que los recuerdan con amor y dolor y que aún no pueden creer que hayan sido asesinados en sus casas durante las últimas dos semanas.

Antonio Coniglio (96), Mirta Falco (81), Oscar Luongo (80) y Clara Brunetti (75) tuvieron la fatal coincidencia ser asesinados en Mar del Plata en las últimas dos semanas, dentro de sus casas repartidas en tres barrios, en aparentes situaciones de robo.

Las cuatro víctimas también coinciden en que eran jubiladas y personas muy arraigadas a sus comunidades, queridas por sus vecinos, respetadas y, tras su muerte lloradas por todos, extrañadas por todos.

Antonio Coniglio era una institución en el barrio San José. El viejo don Antonio había sido gomero, con un taller instalado en el fondo de su casa en Dorrego 3420 y prácticamente conocía a cada persona de su cuadra.
A sus 96 años, don Antonio se encontraba realmente en buen estado de salud. Tenía un hijo y una hija, pero a pesar de eso y de su edad le gustaba vivir solo, se sentía independiente. Era lúcido, coherente, amable, divertido y le encantaba charlar con cuanta persona pasaba por la vereda de su casa, donde siempre se encontraba tomando mate si el tiempo acompañaba.

Don Antonio, ayudado de un bastón, paseaba por la cuadra de Dorrego al 3400 y entraba en cada negocio para saludar y charlar: iba al supermercado chino, compraba queso San Francisco en la fiambrería y hasta se cortaba el pelo en la barbería de Jorge, que está justo frente a su casa.

Todos destacan lo amable y educado que era don Antonio. En la puerta de su casa hay una parada del colectivo 532 y, por las mañanas, esperaba a las empleadas del supermercado chino para ofrecerles mates calentitos antes de que entraran a su trabajo.

Don Antonio había sufrido un robo hace dos años, cuando delincuentes entraron a su casa por el patio trasero, lo sorprendieron y lo golpearon salvajemente.

A pesar de las heridas, de los golpes y de sus más de 90 años, el exgomero se recuperó y continuó con su vida normal, hasta que el 23 de mayo a la tarde fue asesinado en su casa, de un puntazo en el cuello.

“Todavía no lo puedo creer. No le forzaron la puerta ni nada. El supermercado chino cierra a las 14 y yo abro a las 16, entre esas dos horas pasó y no lo puedo creer. Lo extraño a don Antonio”, expresó Jorge, el peluquero.

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La vivienda de Dorrego al 3400 donde fue asesinado “Don Antonio”.

Mirta Falco y Oscar Luongo realmente estuvieron juntos hasta en su muerte, ocurrida el lunes 28 de mayo, entre la tarde y la noche, en su casa de Scarpatti al 1700.

Mirta tenía 81 y Oscar 80, prácticamente estuvieron en el barrio Don Emilio desde su creación e incluso fueron quienes ayudaron a crear la sociedad de fomento.

Eran vecinos muy queridos en el barrio, que siempre ayudaron a quien necesitaba una mano: si a alguien le alcanzaba el dinero algún día, sabía que podía contar con Mirta y Oscar, que hacían milagro con sus jubilaciones y entregaban unos billetes al necesitado.

Mirta y Oscar ayudaban hasta con lo poco que tenían, invitar un plato de comida, prestar una herramienta, escuchar, apoyar a un vecino. Así es como entendían que había que vivir en un barrio de la periferia marplatense.

El matrimonio de la calle Scarpatti hicieron todo por intentar que el barrio Don Emilio fuera un lugar mejor. A pesar de las buenas intenciones y del amor por la sociedad de fomento, Mirta, tuvo que dejar su lugar como presidenta el año pasado, porque a sus 81 el cuerpo ya no la acompañaba al ritmo de su espíritu y voluntad.

Mirta en los útimos años utilizaba un carrito para caminar, que se le trababa en las calles de barro del barrio por el que tanto hizo. Una vecino comenzó a ayudarla: la acompañaba al médico, a cobrar la jubilación y hacer las compras.
Justamente ese lunes 28 de mayo a la tarde, Mónica, vecina de Mirta y Oscar, iba a ir visitarlos a la tarde, pero le dijeron que no fueran, que estaban cansados.

Mónica no se puede sacar de la cabeza la idea de que si tal vez hubiese ido igual a la casa de Mirta y Oscar ellos hoy seguirían con vida o, lo que es todavía peor, si hubiese ido ella misma hoy estaría muerta. No lo sabe, no lo podrá saber nunca.

“Lo que pasó no se puede entender. No creo que los hayan matado por que sí, ellos eran buenas personas”, dice Mónica quien extraña mucho a su amiga Mirta, con quien compartía casi todas las tardes desde hacía 10 años.

***

Clara Brunetti hacía meses que no salía de su casa de Quintana al 4700, desde que a principios de año murió su esposo y quedó viuda. A los 75 años quedó sola en su vivienda y muy triste y sin fuerzas sin su compañero de toda la vida.

Clara tenía una hija, y a pesar de que estaba deprimida no quería ser una carga para su familia y permanecía en su casa del barrio Bernardino Rivadavia.

En las últimas semanas había estado un tanto enferma, y una vecino de enfrente de su casa la ayudaba con las compras y mandados. Iba al almacén de la vuelta y a la esquina a comprarle productos de limpieza, la ayudaba y la acompañaba en lo que podía.

Lo que pasó el domingo 10 de junio nadie lo puede entender bien ni explicar a ciencia cierta. Una persona estranguló hasta matar a Clara, a una jubilada de 75 años.

Los vecinos y la familia de Clara dicen que fue un robo, que el o los delincuentes pudieron entrar por la puerta del fondo, que cerraba mal. Todavía no se sabe.

Clara, al igual como pasó con Antonio, Mirta y Oscar, fue encontrada muerta por su hija, en su casa, de un barrio que llora su sensible ausencia y que sigue repitiendo “no lo puedo creer”.

***

Los homicidios de Antonio Coniglio (96), Mirta Falco (81), Oscar Luongo (80) y Clara Brunetti (75) ocurrieron en un período de 17 días. Todos los casos, aparentemente, fueron en ocasión de robo y, en investigaciones llevadas independientemente por los fiscales Alejandro Pelegrinelli, Juan Pablo Lódola y Lenadro Arévalo, no hay detenidos.

Al momento, los investigadores descartaron que estos hechos estén relacionados entre sí, por más coincidencias que tengan.

El fiscal general de Mar del Plata, Fabián Fernández Garello, prefirió no dar declaraciones de estas investigaciones en curso, por considerar que “podría entorpecer las causas, porque no hay vinculación entre las mismas y por ser prematuro para hacer un análisis”.

 



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