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El Mundo 10 de julio de 2018

Tailandia logró “lo imposible” salvando a los 13 atrapados en la cueva

Fueron rescatados con vida los doce niños y el entrenador que quedaron atrapados durante más de dos semanas en una cueva.

La ambulancia que llevó a uno de los niños al Hospital.

Equipos de rescate con buzos de varios países lograron “lo imposible” en Tailandia al rescatar con vida a los doce niños y al entrenador que quedaron atrapados en una cueva del norte del país el 23 de junio.

Cuatro de los estudiantes salieron de la cueva el domingo, otros cuatro el lunes y el resto lo hizo el martes.

Ekapol Chantawong, el entrenador de los menores, que tienen entre 11 y los 16 años y juegan en el equipo juvenil de fútbol “jabatos salvajes”, fue el último en abandonar la caverna.

“Hicimos posible lo imposible”, anunció entre aplausos Narongsak Ossottanakorn, portavoz oficial de la misión, a periodistas de todo el mundo congregados en el lugar de los hechos, que también celebraron el paso del helicóptero que trasladaba a Ekapol hasta el hospital provincial de Chiang Rai, donde se reunirá con el resto.

“Tuve mucho miedo cuando supe lo sucedido, pero ahora mismo tengo una alegría que no puedo describir”, señaló con amplia sonrisa la tailandesa Amporn Srivichai, tía del entrenador.

El país entero siguió minuto a minuto el desarrollo del rescate con la esperanza puesta en que el grupo saliera con vida del interior de la montaña, como finalmente sucedió.

Los trece integrantes del equipo juvenil permanecerán durante al menos una semana en cuarentena en el hospital provincial de Chiang Rai para someterse a un completo chequeo de salud y reponerse.

No obstante, los médicos permitirán, como una medida excepcional, que los familiares puedan abrazar a los rescatados.

Hasta ahora habían tenido que verlos a través de un cristal porque, tras más de dos semanas atrapados en la cueva, se encuentran con las defensas bajas y pueden enfermar con facilidad.

Después que los últimos cinco rescatados abandonaron esta tarde la cueva, salieron también un doctor y tres miembros de la Marina que habían permanecido siete días con el grupo en tareas de asistencia médica y psicológica.

El grupo tuvo que aprender a bucear en cuestión de días, una tarea difícil si se tiene en cuenta que muchos no sabían nadar. Dos buzos, uno delante y otro detrás, acompañó a cada uno de ellos por un laberinto de galerías parcialmente inundadas, con desniveles y visibilidad nula.

El rescatado lleó una máscara que le cubre la cara, con la que respira más fácilmente y que le permite hablar con los buzos, quienes le van indicando qué hacer. El grupo ha seguido una guía tendida, pero una parte importante del trayecto ha sido bajo el agua, y se tomó un descanso en el campamento B, situado a unos 2,5 kilómetros de la entrada.

La dificultad de la operación quedó patente con la muerte el jueves pasado de un voluntario antiguo miembro de los grupos de élite de la marina al quedarse sin aire durante una inmersión.

El portavoz oficial de los operativos, Narongsak Ossottanakorn, declaró que espera que este incidente sirva de ejemplo a los niños para que se conciencien sobre la importancia de la seguridad. “La misión aún no está completada, todavía nos queda enviarlos con sus familias”, dijo Narongsak complacido al dar por concluida la etapa de salvamento.



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