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La Ciudad 8 de agosto de 2016

Todo el color y el calor de una celebración llena de esperanza

Bajo un tímido sol de agosto

* La puerta del santuario de San Cayetano, en Moreno al 6700, ayer se volvió peatonal como sucede cada año el 7 de agosto y allí se montaron distintos puestos de venta ambulante que ofrecieron desde productos comestibles hasta las tradicionales espigas.

* Bajo el lema “San Cayetano, ayúdanos a ser misericordiosos”, la celebración de ayer tuvo un condimento especial: fue un domingo, día de recogimiento y oración para los cristianos.

* Mientras recibía las donaciones de alimentos no perecederos y ropa, en el interior de la santería de San Cayetano, Euliana aseguró que “se nota un poco más de movimiento, quizás tenga que ver con que la gente no trabaja y se acercaron hasta la iglesia”.

* Cerca de ese mostrador, la cola para adquirir café o gaseosa ($10 el vaso) en el buffet parroquial, hamburguesas o choripanes ($30 la unidad) o alguna empanada ($10 cada una) crecía a medida que se acercaba el mediodía.

* Como en cada una de las festividades de San Cayetano, la concurrencia estuvo signada por familias, matrimonios de mediana edad y hasta jóvenes en edad escolar se acercaron hasta el santuario.

* Otra fila se extendía, pero en el exterior del edificio, para acceder a tocar la imagen de San Cayetano que está instalada en el interior del Santuario. La misma, poco antes de las 12, casi daba la vuelta a la manzana, ya que empezaba en Nasser casi Bolívar, seguía por esa arteria, doblaba en República del Líbano y terminaba en Moreno, en una puerta lateral a la principal que da acceso directo a la misma.

* A cambio de $10, Susana accedió a la estampita del patrono del “Pan y el Trabajo” y a las tradicionales espigas. “Vinimos a pedir y a agradecer”, señaló junto a su marido, Alberto, que acotó: “Laburo siempre hay, hay que buscarlo”.

* Con las hamburguesas apiladas sobre el margen izquierdo de la parrilla, mientras se terminaban de cocinar los chorizos que constituirían los “choripanes”, Julio se mostró un poco disconforme. “Está duro, no vendí casi nada. Espero que repunte”, aseguró apenas pasado el mediodía.

* “Esperamos el milagro, pero ni San Cayetano nos trajo más trabajo. Estamos mejor preparados que el año pasado, pero las ventas estuvieron muy flojas”, describió Daniel mientras los chorizos y hamburguesas esperaban comprador.

* Una situación similar se vivió en el buffet parroquial, donde a la hora en que se celebraba la misa central estimaron que “a esta hora estamos con un poquito menos de ventas que el año pasado”.

* La plaza, ubicada en Moreno, Ortega, Bolívar y Nasser, albergó a los fieles que se dieron cita para escuchar la misa central concelebrada por obispo diocesano Antonio Marino (ver aparte), pero durante la mañana congregó a todo tipo de venta ambulante.

* Desde velas con los colores de la bandera papal hasta pantuflas ($70 el par), también espigas y estampitas -que algunos ofrecían “a voluntad” y otros a cambio de $10-, golosinas varias y todo tipo de comida al paso.

* “Traje 150 docenas, entre churros, tortas fritas y bolas de fraile, pero está duro. La gente no tiene plata, está como el país”, consideró Jorge, mientras ofrecía a viva voz la docena de sus productos por $50. También se podían fraccionar.

* “Nosotros somos jubilados -explicó Delia, junto a su marido Oscar- pero venimos a pedir para que a nuestros hijos no les falte el trabajo”. El matrimonio participó de la misa de 12 y luego partió con sendas espigas en sus manos.

* Las misas se sucedieron a lo largo de toda la jornada. Además de la central de las 15 (ver aparte), una de las más concurridas fue precisamente la de las 12, celebrada por el párroco del santuario, Juan Pablo Cayrol, que en la oportunidad recordó que “estamos en el año de la Misericordia, aprovechemos a poner el corazón en la miseria, porque es fácil amar lo que nos gratifica. Tenemos que aprender a amar lo no gratificante”.

* Mientras que Moreno, desde República del Líbano, era peatonal casi de manera “natural”, tres agentes de Tránsito municipal apuntaron que “también hay otro corte en Belgrano y Nasser, nada más, porque no hay gente”. En tanto, los conductores intentaban dejar sus vehículos lo más cerca posible del santuario, mientras los “franelita” ofrecían sus servicios “a voluntad”.

* El humo de las parrillas ascendía hacia el cielo celeste, confundiéndose con el aroma del “palo santo”, que se vendía a “$50 la bolsita, pero rinde mucho porque lo prendés un ratito y el aroma queda”, explicó Mirta, que terminó ofertando “tres bolsitas por $100”.