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La Ciudad 27 de agosto de 2019

Tres de cada diez adultos mayores tienen interés en seguir estudiando

El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA presentó el Barómetro de la Deuda Social con las personas mayores en el Congreso Argentino de Gerontología y Geriatría que se desarrolló en la ciudad.

El encargado de presentar el informe de la UCA en la ciudad fue el especialista Enrique Amadasi.

Un nuevo estudio del Barómetro de la Deuda Social con las Personas Mayores de la Universidad Católica Argentina (UCA) aseguró que, en promedio, tres de cada diez adultos de más de 60 años manifiestan interés por seguir formándose, estudiar o aprender. Sin embargo, solo uno de ellos finalmente termina participando en alguna actividad formativa.

La presentación del informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina tuvo lugar en el Congreso Argentino de Gerontología y Geriatría, que se desarrolló este fin de semana en la ciudad, y estuvo a cargo del coordinador del Barómetro, Enrique Amadasi, quien compartió con LA CAPITAL algunos detalles del mismo.

“Nuestros estudios dicen que dentro de las necesidades de las personas mayores, las que está al tope de la lista son las económicas, con cerca de un 50%. Pero lo que nos llamó la atención fue que la segunda necesidad insatisfecha son las actividades de esparcimiento. La gente mayor tiene más tiempo disponible que el que tenía cuando era activa, tiene también menos responsabilidades laborales y familiares, pero le faltan oportunidades para entretenerse”, señaló el especialista.

En este sentido, explicó que desde el Observatorio detectaron que uno de los factores dentro de lo considerado “esparcimiento” son las iniciativas educativas y que si bien el interés por formarse o seguir estudiando es menor entre las personas mayores que entre la población adulta no mayor (de 30 a 59 años el índice es del 53%), la investigación demostró que la incidencia en los mayores de 60 años alcanza la importante cifra de 29,9%.

“En cifras absolutas, se trata de 1.800.000 personas mayores que, si tuvieran la posibilidad, les gustaría formarse, estudiar, aprender”, señala el informe que además agrega que los resultados conforman “un enorme desafío para la sociedad respecto de las personas mayores, en un doble sentido”.

“Por un lado, en promover oportunidades educativas para que tremenda cantidad de mayores puedan acceder a actividades que tengan que ver con el aprender (la incidencia es mayor en regiones urbanas, con más oportunidades e instituciones, que en ciudades pequeñas o pueblos del interior del país). Por otro, en generar un marco para que más personas mayores se interesen por seguir aprendiendo, en la medida que hoy son más los que manifiestan su desinterés que los entusiastas en retomar algún tipo de estudios”, agrega.

De todas maneras, Amadasi destacó otro de los datos arrojados en las encuestas realizadas a lo largo y ancho del país y que está vinculado a la concreción de los deseos de participación de los adultos en diferentes ámbitos educativos.

“Otra de las preguntas claves que realizamos es si habían tenido en el último año la posibilidad de hacer una experiencia de formación. Aquí, ya el porcentaje de quienes respondieron que sí, bajó de casi el 30% a apenas el 10%”, señaló el coordinador.

“Así y todo es una cifra muy importante, ya que serían cerca de 600.000 personas”, agregó.

Amadasi también señala como una referencia que esa participación en el último año en actividades, talleres o cursos formativos se haya realizado en el 50% de los casos en instituciones privadas, el 40,8% en una institución pública y el 9,2% en una ONG, organización barrial o fundación.

Respecto de la edad, hay otro punto interesante: si bien el interés disminuye con la edad -uno de cada 3 en el grupo de 60 a 74 años, 1 de cada 5 en el grupo de 75 años y más-, no puede pasarse por alto que aún después de los 75 años hay un 22,8% que preferirían -si tuvieran la posibilidad- seguir estudiando algo. Las cifras absolutas impactan: se trata de 450.000 mayores de 75 años.

Arte e idiomas

El informe de la UCA también mostró cuáles son las áreas que mayor interés genera entre las personas mayores con deseos de continuar con los procesos de aprendizaje en la adultez.

El campo más mencionado es el de la Educación Artística (16,8%), que incluye tanto la Música como las Artes Visuales, siendo estas últimas más mencionadas que la Música. Dentro de las Artes Visuales, la pintura es la preferida, seguida por el dibujo y la escultura.

También son muy frecuentes las preferencias por estudiar idiomas extranjeros (12,4%). El más mencionado es el inglés, seguido de lejos por el portugués.

En otra categoría están las respuestas que expresan interés por aprender contenidos propios de la educación técnica en general o de oficios en particular (7,7%). Son ejemplos de ellos las menciones a mecánica, electricidad, electrónica y también carpintería.

Completan la lista Ciencias de la Salud (7%), Humanidades (6,2%), Ciencias Jurídicas (6,2%), Ingeniería (5,9), entre otras áreas. Computación e Informática, en tanto, ocupa uno de los últimos lugares (2,3%).

— La ley que protege el derecho a la educación

El informe del Barómetro de la Deuda Social con la Personas Mayores hizo hincapié en la Ley 27.360, vigente en la Argentina desde mayo de 2017, y que aprueba la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, documento que en su contenido también protege el derecho a la educación consagrado en el artículo 20.

Dado que en el país nada priva a los mayores de inscribirse en la oferta educativa pública y privada, los especialistas locales ponen especial atención en la segunda parte del artículo, en el que se especifica el compromiso a la hora de “promover el desarrollo de programas, materiales y formatos educativos adecuados y accesibles para la persona mayor que atiendan sus necesidades, preferencias, aptitudes, motivaciones e identidad cultural”.

En este sentido, el informe destaca que “no es lo mismo aprender -y enseñar- a un adolescente que a una persona mayor” y que “los programas, materiales y especialmente los formatos educativos requieren especificidades cuando se trata de personas mayores”.

Por eso, aclaran, que el cumplimiento de la norma “no se trata solo de dejar abiertas las puertas de los servicios educativos a las personas mayores, sino de promover su acceso a la educación, tanto para aquellos que en forma explícita declaran su interés por aprender como para aquellos que, como primera reacción, lo educativo no está entre sus prioridades”.