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Opinión 6 de abril de 2020

Un intendente todoterreno, la vista no alimenta y la visita de Duhalde

Análisis político.

Montenegro en el Centro de Operaciones y Monitoreos.

Por Gerardo Gómez Muñoz

 

Hace menos de una semana, el ex presidente Eduardo Duhalde no salió calladamente de la Residencia de Olivos como lo hace siempre al cabo de sus frecuentes visitas al presidente de la Nación, Alberto Fernández. Y hoy ya no es de creer que haya sido por simple casualidad, más atendiendo a aquella advertencia de un presidente de Estados Unidos, gran estadista de inicios del 1800. Había sido antes periodista y fundador de diarios y los tiempos le habían enseñado lo que nos legó: el periodista debe ser primeramente desconfiado, tal vez haya pensado curioso, pero los historiadores suelen ser precisos y sacando jugo puntualizaron “desconfiados”. El ex presidente Eduardo Duhalde suele visitar discretamente al actual Primer Magistrado, pero nunca comenta más que generalidades. Esta vez tenía ganas o sugerencia de tirar un título.

En todo caso, encontró a su salida a oyentes que venían como anillo al dedo: “Alberto tiene alguna gente que no le está haciendo bien”, algunos más detallistas o proféticos agregaron algún término más. De todos modos, no abundaron analistas ni detractores y dejaron pasar con sus discusiones de la nada y de primicias que todavía no sucedieron. Pocos días después se produjo la infamia de los miles, centenares de miles, en su mayoría ancianos y gente necesitada, abarrotando calles y vecindades de los bancos que, con dos semana de atraso podían cobrar sus vergonzantes jubilaciones y los mendicantes subsidios. Se avasalló la prohibición de circular automóviles y de transitar a los ciudadanos por mandato de la cuarentena aplaudida desde el exterior y acallaba a la anhelante oposición derrotada y dolida aún que ve pueblo pueblo y necesidades aliviadas por el Estado para mostrar los colmillos y vocear “populismo nunca más”.

Se trató de una increíble falta de capacidad para prevenir los riesgos que pone en peligro- todavía, felizmente sin consecuencias advertidas – la contaminación del virus que pone en peligro la vida humana en todos los continentes. El titular del Banco Central, el presidente del Anses, los titulares de los bancos privados y del secretario general del gremio bancario, por las razones a la vista y que fueron desgranadas en los más diversos medios periodístico.

Más grave es que la bonhomía del Primer Magistrado haya cedido, a su también habitual autoridad, para conceder que la buena intención indiscutible de los funcionarios responsables del desquicio organizativo – en realidad inexistente- ameritaban el generoso perdón y no la renuncia inmediata y en su defecto la cesantía. La desidia quedó subrayaba y a la vista cuando al día siguiente en la segunda operación, todo fue orden y hasta hubo atenciones para quienes habían concurrido a cobrar sus correspondientes sumas.

La vista engorda, no alimenta

Pareciera que en realidad, no clavar la vista y no desconfiar cuando hay hechos y cuestiones de administración y gestión que aparecen como inconcebibles, es desatender y lo peor es que llegue al extremo de poner en el escenario la desconfianza de la honorabilidad, hasta de los más honrados y confiables.

Ayer estalló y aún no se expandió en la medida de lo previsible en las narices del ministro Daniel Arroyo. Hombre intachable de la política y de la función pública, merecedor a todas luces del respeto que se ha ganado en la vida pública y en el trabajo social, merecedor del cargo en el que deja horas, conocimiento y realizaciones innegables en favor de la asistencia social. Área que nadie duda había multiplicado a gente sin trabajo, a nuevos pobres y a legiones de indigentes víctimas en su inmensa del fracasado intento de borrar al Estado del campo social y de la asistencia a las víctimas del anterior gobierno.

Ayer, a través de la denuncia de otro trabajador social, Juan Grabois, se supo que el ministerio de Arroyo había pagado increíbles sobreprecios a los proveedores de alimentos destinados a los diversos organismos que asisten a millones de argentinos y pobladores de barrios y vecindarios atestados de seres humanos que viven en la indigencia.

La denuncia revela que el de azúcar, cobró la inmensa provisión para la atención que presta el ministerio de Arroyo un 25 por ciento más que el precio de los supermercados comprendidos en el acuerdo “Precios Cuidados”. En aceite, el sobreprecio varió entre 14 y 35 por ciento en fideos el exceso fue, nada menos que del 51 por ciento. Se arguyó que el proveedor tuvo que cambiar los paquetes  exclusivos de un kilo en la firma,por nuevas bolsas de medio kilo.

También se argumenta desde el ministerio que las presiones de los proveedores muy fuerte y el Eta tuvo que ceder por la urgencia del reclamo ante la situación de los comedores.La excusa parece ser nada más que eso. Mucho más respeto nos merece el gobierno y el Estado porque la conducción actual está gozando de un apabullante respaldo. Si no se tienen lean las encuestas o pregúntele a unos tales Bullrich, Peña, etc.

Todo terreno, el “Guille”

Para mucha gente que no lo conocía, Guillermo Montenegro no era más que un amigo de la gobernadora. En campaña la visión se fue ampliando, era el candidato que había rebalsado al incierto Gustavo Pulti y después de las PASO, hasta para los mas engreídos muchachos kirchnerismo, era el candidato a batir. Ganó sobre la hora y hasta Fernanda Raverta lo felicitó con hidalguía. Más curiosidad y dudas despertó cuando sembró su espacio con radicales de Maxi y los de la Concertación Plural de Daniel Katz, los PRO de Macri y Bullrich y también de María Eugenia(obvio), los peronistas de Fiorini, los del Partido Fe y hasta ex pultistas como Santiago Bonifatti. Retazos de organizaciones sindicales y otros importados. Qué algún guaso sacaba pecho diciendo “a éste se le va a armar un despelote”… Así todo el primer mes, hasta que desapareció de todos los cafés de la garrulería política. Y siguió y siguió y ya como marplatense de ley y sobre todo como político de pura cepa y con una conducción de corte militar por la obediencia al mando. No por lo disciplinada sino con el respeto que nace del reconocimiento del acierto y del trabajo. No es hora de cantar victoria en sus filas, pero hoy ya es casi una figura que salvando las distancias, tiene su imagen y su accionar cierta semejanza a la que viene despertando Alberto Fernández -con muchas más dificultades y una oposición con hambre desmesurada de victorias reivindicativas- el optimismo, después de seguir semana a semana la actividad local, es una valoración de objetividad.