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La Ciudad 14 de septiembre de 2017

Una inquietante historia sobre el futuro cercano

Roxana Tabakman habló con LA CAPITAL sobre su obra "Biovigilados".

La autora de “Biovigilados”, Roxana Tabakman, aseguró que mucho de lo descripto en su nueva obra “ya está sucediendo”, incluso frente “a nuestros ojos” aunque “no las vemos porque estamos distraídos mirando para otro lado”.

“Biovigilados”, de Penguin Random House Grupo Editorial, plantea un quiebre perturbador en la frontera entre ficción y realidad al instalar al lector en un escenario absolutamente posible, en el que los humanos transforman y son transformados de manera radical.

La misma se desarrolla en un mundo globalizado como el actual, donde la vigilancia virtual invade todos los ámbitos.
La autora, periodista y bióloga, es marplatense y habló sobre su nuevo trabajo con LA CAPITAL:

¿Cómo fue el paso de la biología al periodismo, qué te motivó?

-Siempre me atrajo saber más. Como pasé de la investigación al periodismo científico, continué en el área pero lo viví esencialmente como un cambio de ritmo y perspectiva. Como periodista, el tiempo para profundizar en los temas que te interesan es menor, algo así como cuando uno está en la facultad y en cada clase adquirís conocimiento nuevo. En investigación, en cambio, tenés que elegir un tema y estar dispuesto a seguirlo obsesivamente buena parte de tu vida. Por otra parte, el cambio de profesión lo vi como una forma de utilizar mi conocimiento en un formato más amplio, que incluye literatura, historia, arte. El periodismo te obliga a tener otras miradas. Hoy creo que fue mi manera de construir puentes.

¿Y qué nexo encontraste entre las dos disciplinas?

-El nexo entre las dos es tal vez que, en el fondo, la ciencia y el periodismo sirven para satisfacer la curiosidad. Y lo más fantástico es que esa satisfacción siempre es transitoria, científicos y periodistas siempre vamos a querer saber más. Otro punto en común es que, para conocer la realidad, necesitamos suspender los juicios previos que tengamos del asunto. Es la única manera de no quedar presos a conocimientos viejos.

Cambios

¿Qué te llevó a abandonar Mar del Plata? ¿A qué edad lo hiciste?

-Me fui a los 20 años. Estaba en el último año de la Facultad de Biología y quería aprender Biología Molecular y Genética Bacteriana, dos temas que me apasionaban. Pero en esa época, al menos, no se enseñaban en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Conseguí cursarlas en la UBA y ahí me invitaron a la Fundación Campomar, que en esa época dirigía el Premio Nobel Luis Federico Leloir, para que fuera a hacer mi tesis de licenciatura en un laboratorio de Neuroquímica. Seguí en el mismo laboratorio cuando inicié el doctorado y lo interrumpí cuando me fui a vivir, inicialmente por un año, a Europa. En Barcelona la primera semana fui a un laboratorio, pero apenas entré me di cuenta que no quería estar el resto de mi vida entre las paredes de un laboratorio. Y empecé a dar mis primeros pasos en el periodismo.

Recuerdos

¿Venís a la ciudad?

-A Mar del Plata voy muy poco, no me queda familia allá, mi casa tampoco existe más. Pero allá tengo todavía grandes amigos, que fueron y son muy importantes en mi vida, así que, cuando voy, lo vivo muy intensamente.

Tenés varias coincidencias con la protagonista de Biovigilados: sos argentina, bióloga, rubia de ojos verdes y viven afuera de su país. ¿Piensan igual?

-En parte sí, pensamos igual. Todos los escritores viven en mayor o menor medida dentro de sus personajes. Sin duda transmito a través de sus palabras o sus actos una cierta visión del mundo, especialmente frente a los problemas para los que no tenemos aún respuestas. Pero las similitudes son tantas como las diferencias. Básicamente no tengo su coraje ni su obsesión. En muchos temas ella está un paso adelante, vive con naturalidad cosas que a mí todavía me sorprenden, la ética hacker, la extinción de la privacidad. Volviendo a las similitudes, al igual que ella no me dejo vencer tan fácilmente.

¿Puede pasar ahora mismo lo que describís en Biovigilados?

-Muchas cosas ya están sucediendo, algunas incluso frente a nuestros ojos y no las vemos porque estamos distraídos mirando para otro lado. Otras van a suceder muy probablemente en los próximos cinco años. En términos biológicos, vivimos en un planeta que es como un caldo de cultivo opaco. No sabemos ni la mínima parte de lo que está ocurriendo en la naturaleza. Ni fuera de ella, podría agregar.

Futuro inmediato

¿Estamos Biovigilados? De ser así, ¿cómo se puede neutralizar ese efecto?

-Hay una biovigilancia, llamada vigilancia epidemiológica que ya lleva 70 años y que sería evitable pero esa no sería una situación deseable. Nuestra supervivencia requiere que sepamos de forma anticipada si se avecina una epidemia por ejemplo, y qué tipo de germen afecta a las víctimas. Hay un interés público en eso. Lo que cambió en los últimos años fueron las herramientas y los objetivos. Creo que con el avance tecnológico, la privacidad ya se extinguió, y nos quedan discutir los objetivos. Tal vez si el fin es la salud pública se puede mirar con ojos diferentes que si es una estrategia de marketing o de control político. Ese es uno de los debates que me gustaría que generara el libro.

¿Qué estás haciendo en la actualidad?

-Trabajo como periodista free lance. En este momento dedico la mayor parte del tiempo a un site global de información para médicos, que se llama Medscape. También hago actividades académicas ligadas a mi libro de periodismo “La salud en los medios, medicina para periodistas, periodismo para médicos”, que salió en castellano y portugués. Hago trabajo voluntario en el área de ciencia, concretamente ayudo en la comunicación de los “Amigos do Weizmann do Brasil”, una entidad que apoya la ciencia, da becas a estudiantes de secundaria interesados en ciencia, organiza charlas de ciencia en bares. Y estoy leyendo mucho como preparación de mi próximo libro, porque la ficción no es lo opuesto a la realidad. Es, quizás, el fundamento de ella.