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Opinión 17 de noviembre de 2018

Una paz cambiaria con altos costos

Mauricio Macri y Nicolás Dujovne.

por Guillermo Malisani

A fuerza de aplicar un riesgoso esquema basado en tasas de interés de niveles inexistentes en el mundo, el Gobierno logró en el último mes una tregua cambiaria que le permitió domar al dólar, con costos altísimos y un fuerte impacto sobre la actividad económica.

Tras el temblor cambiario iniciado en abril y el derrumbe del peso, el Gobierno eligió un camino y pagar altos costos.

Hasta el más inexperto economista conoce que las tasas altas tienen un correlato muy negativo sobre la actividad económica: encarece en forna desproporcional el crédito, paraliza proyectos y termina pulverizando los indicadores sociales.

En un año en que el dólar subió casi 100%, con una inflación anualizada del 50% -la más alta entre las registradas en 1992 y 2002-, la pobreza en franco crecimiento y la desocupación en dos dígitos, ¿tiene motivos para celebrar el Gobierno?

A juzgar por lo ocurrido en los últimos 30 días, la gestión de Guido Sandleris al frente del BCRA celebra que el dólar cedió 17%; la tasa de interés del BCRA bajó de 73,5% al 62,5%; y se cumplieron los objetivos primarios del Programa Monetario para secar de pesos la plaza.

En la semana que terminó, y en un hecho que parecía imposible hace poco más de un mes, el dólar estuvo a un paso de tocar la base de la banda cambiaria fijada por el Banco Central después del último acuerdo alcanzado con el FMI.

Fue quizá el primer “triunfo” logrado por la nueva política monetaria que se propuso sujetar el dólar a cualquier costo, que tiene el respaldo absoluto y decidido del presidente Mauricio Macri y el ministro Nicolás Dujovne.

En la plaza consideran que tampoco es deseable que el tipo de cambio se desinfle abruptamente, porque inversores y ahorristas volverán a dolarizar sus tenencias y darle nuevo impulso, aprovechando una retraso cambiario.

También esta misma semana el oficialismo obtuvo un triunfo político: el Senado le dio sanción y convirtió en ley el Presupuesto 2019, que contiene un feroz ajuste en las cuentas públicas para lograr el por ahora inalcanzable déficit cero.

“Nunca se hizo un ajuste de esta magnitud sin que caiga el Gobierno”, se sinceró Dujovne, quien destacó que “más allá de recurrir a impuestos transitorios, no apelamos a controles de capitales, cepos, confiscaciones, ni represión financiera”.

Entusiasmado, aventuró: “Cambiemos va a ganar las elecciones”, en un mensaje dirigido a inversores extranjeros que siguen mirando de reojo y con preocupación a la Argentina, sobre todo por el elevado nivel de endeudamiento -mayormente en moneda extranjera- que deberá afrontar en los próximos años.

Las calificadoras internacionales vienen advirtiendo sobre la situación que deberá atender el Gobierno y por eso bajaron las notas crediticias de largo plazo.

La influyente Standard & Poorïs fue más lejos y alertó al Ejecutivo que deberá continuar con el ajuste fiscal, incluso quien gane las elecciones en 2019, para evitar nuevos recortes en las calificaciones.

“La perspectiva de las calificaciones de largo plazo es estable con base en nuestra expectativa de que el Gobierno implementará medidas fiscales, monetarias y de otro tipo para estabilizar la economía durante los próximos 18 meses”, señaló la firma.

Pese a la advertencia, y mas allá del optimismo circunstancial, el Gobierno sabe que la situación social es dramática, ya que hay zonas donde la pobreza es desbordante y la contención se torna prácticamente imposible.

El Gobierno está diseñando un esquema de ayuda social a través de organizaciones no gubernamentales y religiosas no católicas para contener la demanda que a fin de año suele crecer de manera preocupante.

Superado el 2018, el peor año de la gestión Macri, el equipo económico confía en que comiencen a ingresar después del primer trimestre los dólares de la cosecha que se vislumbra en niveles récord.

Eso, sumado a la cobertura que le dará el FMI, le permitirá al Gobierno no volver a tener sobresaltos con el tipo de cambio, aunque la crisis inflacionaria, la recesión y el agravamiento en las condiciones sociales seguirán siendo tema de preocupación.

(*): NA.



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