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La Ciudad 4 de noviembre de 2018

Iriarte: “Una de nuestras primeras medidas fue la gratuidad de la enseñanza y el ingreso sin cupos”

El rector normalizador de la Universidad Nacional de Mar del Plata repasa su gestión durante el retorno de la democracia. Una época donde las aulas vencieron a la represión.

Diciembre de 1983. Víctor Iriarte asume como rector normalizador de la Universidad. Presentes en el acto el entonces intendente de Mar del Plata, Angel Roig; el senador nacional Fernando de la Rúa y el obispo de Mar del Plata, Rómulo García.

Mientras el país vivía con esperanzas la transición democrática luego de la última dictadura militar, la Universidad Nacional de Mar del Plata iniciaba la “normalización” bajo la gestión del rector normalizador, Víctor Iriarte.

El Grupo de Investigación Historia, Política y Gestión en Educación realizó varias entrevistas en los estudios del Canal Universidad, dentro del Proyecto “Camino al centenario de la Reforma Universitaria 2018” de la SPU. Presentamos aquí, parte de la entrevista realizada por Alfonsina Guardia, Alvaro Gayol y Juan Escujuri a Iriarte.

– ¿Cuándo y en qué contexto realizó sus estudios universitarios?

– Yo estudié en la Universidad Nacional de La Plata desde 1963 a 1966, que justo coincide con el período de vigencia de los principios de la Reforma Universitaria del 18, fui delegado estudiantil en la Asamblea Universitaria en el año 1965.

– ¿Cómo se produce su ingreso a la Universidad Nacional de Mar del Plata?

– El 1 de abril de 1968 me incorporo al sector administrativo de la entonces Universidad Provincial de Mar del Plata. Recuerdo que en ese momento sólo había dos facultades: Arquitectura y Económicas. Todo funcionaba en la calle Juan Bautista Alberdi 2695. En la Administración éramos cinco, el director de Administración y cuatro empleados. Después fue creciendo la Universidad, nuevas carreras y en 1975 se nacionaliza. Ya como Contador me desempeñaba como jefe del Departamento de Liquidaciones, luego fui designado jefe del Departamento de Auditoría y Presupuesto hasta mi renuncia en abril de 1978.

– ¿Cuáles son sus recuerdos en relación a su designación como Rector Normalizador?

– El 10 de diciembre de 1983 asume el presidente Raúl Alfonsín, los gobernadores y el intendente Roig. En un momento que nos reunimos con el ministro Alconada Aramburu, el diputado Carmona y alguno más, sorpresivamente el ministro preguntó qué candidato teníamos y el diputado Carmona dice sin ponerse nervioso: “Acá lo tenemos al contador Iriarte”. Yo estaba colaborando, pero no esperaba esa propuesta.

– ¿Qué función debía cumplir como rector normalizador?

– La función de los rectores normalizadores estuvo acotada entre otras cuestiones a la realización de los concursos docentes, la reincorporación transitoria de los cesanteados por razones políticas y eso fue lo que hicimos muy rápidamente. Organizamos los llamados a concurso en todas las Facultades; tarea muy ardua, complicada y compleja ya que no teníamos experiencia alguna. Los jurados estaban integrados por algún jurado docente invitado de otra Universidad y también el jurado estudiantil. Algunos docentes se resistían a esto último.

– ¿En qué forma comenzó a funcionar el Consejo Superior Provisorio?

– En el decreto que regía el proceso de normalización no teníamos artículo que obligara plazos para designar el Consejo Superior. En realidad, el Consejo Superior está formado una vez que los docentes son ordinarios por la representación docente, de los graduados y el sector estudiantil. Pero nosotros a los veinte y cinco días de haber asumido, sabiendo que tendríamos un órgano de control y de debate, definimos integrar un Consejo Superior provisorio conformado por tres docentes, los decanos y tres estudiantes.

– En 77 días desde enero a abril de 1984 se organizó la creación del Colegio Illia, ¿cómo se vivió ese proceso y cómo se obtuvieron los recursos para su financiación?

– El “Illia” creo que fue una de las pocas ideas propias y personales que pude implementar. Luego de superar el susto de mi designación, reuní a un grupo de colaboradores y empezamos a pensar en crear un colegio secundario; hicimos un plan para poder iniciar en 1984, nos quedaba el verano prácticamente y lo logramos. Colaboraron Lofrano (primer director) y Stefanelli, entre otros.

Cuando asumí estudié el presupuesto con que contábamos. Había visto que teníamos veinte agentes de seguridad que venían del gobierno militar. Entonces dejamos sin efecto presupuestariamente esos cargos y con esos recursos pudimos financiar al personal del primer año. “Cambiamos represión por aulas”, esas fueron las palabras que mencioné en el acto de inauguración. La denominación de Presidente Illia para el Colegio, también fue mía.

– Fue sumamente innovador la incorporación de la educación a distancia para extender la oferta educativa ¿cómo se realizó ese emprendimiento, recibió asesoramiento externo?

– Un día me pide una audiencia Gustavo Cirigliano muy conocido en el ámbito académico de la Universidad a Distancia, había tenido un cargo muy importante en la UNED y también había estado en México. Era una iniciativa un poco audaz, en la Argentina no había ninguna Universidad ni pública ni privada, que pusiera o tuviera un Instituto de esa naturaleza. Se hizo el estudio de finanzas, se iba autofinanciar. Yo me convencí e iniciamos toda la tramitación institucional que fue aprobada en el Consejo Superior.

– La dictadura cerró varias carreras, de ellas durante su gestión se reabrió Psicología como Departamento ¿cómo fue ese proceso?

– La idea inicial era reabrir todas las carreras cerradas por la última dictadura, pero era imposible desde el punto de vista financiero y edilicio. Para Psicología dialogamos con el Lic. Santángelo y con el ministro de Educación. Con el ministro tenía una excelente relación, también con el Jefe Financiero, Prado a quien recuerdo muy bien y fue así que pudimos financiar la carrera de Psicología.

– ¿Qué otros proyectos se propuso durante su gestión?

– Una de las primeras medidas nuestras fue la gratuidad de la enseñanza y el ingreso sin cupos. Lo único que para el primer año ya estaba hecha la inscripción y aprobado un sistema de examen de ingreso, por acuerdo general nosotros lo instrumentamos en ese primer año. Recuerdo que quintuplicamos la inscripción del año anterior.
Se creó el Departamento de Orientación Vocacional para colaborar en la elección del aspirante de 17 o 18 años a una carrera. Fue un objetivo que pudimos lograr muy rápidamente.

La Universidad de Verano que venía implementándose la continuamos, dentro de la política de extensión. Estuve dos años y medio en el Rectorado y creamos también el Comedor Universitario. Hoy vemos otro Comedor Universitario mucho más dotado en equipamiento que el de entonces.

– ¿Qué balance haría de su gestión?

– Fue una gestión austera, la estructura política e institucional era de cinco secretarias y algún director, nada más. En los concursos, alguna impugnación que teníamos que resolver en el Consejo Superior, pero en general la normalización fue muy tranquila. No puedo decir que tuve problemas graves que recuerde. Fue una muy buena experiencia para mí.

– A 100 años de la Reforma considerando que bajo su gestión se instalaron los principios reformistas en la UNMdP, le solicitamos una reflexión final.

– La Reforma Universitaria fue un movimiento que tuvo una expansión por toda América, que sirvió de ejemplo y que se concretó en regímenes institucionales similares al nuestro. La Universidad Argentina creo que en gran medida se debe a esa revolución que provocó pasar de una universidad elitista, reducida y restrictiva a una universidad abierta y democrática. Hoy ya hace más de 30 años que contamos y disfrutamos de éste régimen y quizás sea el momento de pensar, de reflexionar sobre una Nueva Reforma Universitaria a los 100 años. Creo que no deberíamos quedarnos en esa Reforma que dio tantos frutos y buscar y debatir sobre algunos aspectos que deberían mejorar nuestra Universidad de este Siglo XXI.