“Son hombres con apariencia de simples, pero con vidas complejas. Sufren por amor y, por momentos, tienen penas de amor, desde el primero al último”, define Víctor Laplace a los cuatro personajes que integran la comedia “Rotos de amor” (de martes a domingo en el Teatro Lido).

A pesar de esos dolores de la vida, los cuatro personajes de esta pieza, escrita por Rafael Bruzza, son visitadores médicos que están unidos por una intensa amistad. Los otros tres actores que prestan sus cuerpos a estos seres son Roly Serrano, Osvaldo Laport y Antonio Grimau.

En permanente crisis, estos varones rotos también muestran “el lado B” de una masculinidad que está tan cuestionada en la actualidad.

“Son más de dos mil años de dominación de una manera de vida que evidentemente ha cambiado, esto está claro -entiende Laplace-. En este sentido, me parece que esta obra ayuda a pensar, porque la idea del humor negro combinada con el melodrama marca lo que les pasa a estos hombres que viven penas de amor y no las pueden resolver hasta tanto no piensen diferente. Y tienen que ponerse a pensar de una forma diferente”.

Entrevistado por LA CAPITAL, el actor nacido en Tandil cuenta un pasaje de la obra: “Al personaje de Laport la mujer lo dejó, se le fue con el profesor de tango. Y, a la mitad de la obra, no le queda otro remedio que ponerse a pensar en cómo ha sido la relación de pareja, que ha sido muy despareja”. Y remata: “Recién ahora se está equilibrando la relación de pareja”.

Para marcar esos cambios en las relaciones amorosas, Laplace, quien también es cineasta, pensó en hacer una película con el argumento de “Rotos de amor”, en la cual podría agregarle los cuatro personajes femeninos. “Van a ser cuatro mujeres que van a a estar haciendo un documental sobre estos señores, que dejan bastante que desear, pobrecitos”.

Sobre quienes serán las actrices que tendrán a su cargo estos personajes, dice que apelará a amigas del oficio.

“Lo interesante es que la obra los pone a ellos en un lugar de tener que repensarse, las mujeres en la película van a estar haciendo un documental sobre sus maridos, porque más que nunca hoy es un cincuenta y cincuenta”.

-Le gusta mucho esta obra como para llevarla al cine…

-De Rafael Bruzza (el autor de “Rotos de amor”) me gusta su humor y su forma de ver la vida. Estos hombres en la obra de teatro cuando fracasan empiezan a pensar y, cuando se ponen a pensar, parece que fueran otros tipos. El autor está cerca del alma. Uno de los personajes dice: “Somos idiotas combatiendo ilusiones con pastillas”. Todos están degradados por lo que no han podido ser. Voy a dirigir y a actuar.

-La obra es una comedia dramática. ¿Cuesta hacer reír esta temporada?

-No, la gente tiene una necesidad de expresarse muy grande. El teatro, cuando funciona y funciona bien, ayuda mucho a entender de qué va la cosa en la vida. Sirve para aceptarse, para que todos tratemos de ser un poco mejores. Después, la realidad nos muestra que seguimos discutiendo y peleándonos entre nosotros, de un lado y del otro, y dándonos golpes como si estuviéramos en las cavernas. Pero, a la vez, queremos vivir todo lo que podamos y también hay que tener cuidado con lo que uno ambiciona o desea.

-¿Por qué lo dice?

-En el sentido de que es un momento muy particular del universo. Nos hemos encontrado con un momento atípico de la Madre Tierra, que nos está explicando algunas cosas, como qué pasa con la ecología. Lo que pasa con el clima es una situación en la que deberíamos poner atención. La Madre Tierra nos está diciendo con claridad qué podemos hacer.

-¿El teatro tiene que captar este humor social?

-Yo creo que sí. Hay algo que tengo que decir cuando veo gente en el teatro que se sienta, abre su corazón y su mente y se encuentra con los actores que entregan lo mejor que tienen: nosotros somos cuatro actores de mucha trayectoria y eso se lo debemos a la gente. Porque hemos tratado de hacer las cosas bien y hay un ida y vuelta, y es una hermosura a través de los años. Yo soy un hombre grande ya, y hace más de sesenta años que trabajo y no he parado. Empecé de joven y me sorprendía por la magia del cine, esta idea de poner imágenes en movimiento. Después entendí con los años que no es otra cosa que recrear la vida. Y el teatro también.

-¿Recrear la vida y entenderla?

-Yo creo que el arte es lo que nos salva de futuras oxidaciones. No se trata de ser pasatista o comprometido con rigor histórico. No podemos dejar de recrear el mundo, la vida y su circunstancia. Esa es un poco nuestra tarea. Uno ama esto que hace.