CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Arte y Espectáculos 12 de noviembre de 2019

Vidas sufrientes, violencia y patriarcado en un melodrama brasileño de época

Carol Duarte, protagonista de "La vida invisible de Eurídice Gusmao". Foto: Telam.

La actriz brasileña Carol Duarte está en la ciudad acompañando las proyecciones de “La vida invisible de Eurídice Gusmao“, un filme de Karin Ainouz que ingresó en la Competencia Internacional del 34° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y en el que el realizador viaja al Río de Janeiro de la década del 50 para contar la historia de amor entre dos hermanas y las violencias del patriarcado en la sociedad carioca de esa época y sus vestigios actuales.

La película, que ganó como Mejor Filme en la sección oficial de Cannes Una Cierta Mirada en mayo de este año, fue elegida para representar a Brasil en los próximos premios Oscar y se estrena en ese país el próximo jueves 21 es un melodrama clásico llevado a la pantalla grande, por un realizador de enorme prestigio y talento, conocido en Argentina por su paso por festivales (Bafici y Mar del Plata).

En el filme -basado en una novela homónima-, Carol Duarte hace de la Eurídice del título, una mujer con talento para la música y que ambicionaba ser pianista y termina sus días como una ama de casa pero, tan fuerte como eso, en paralelo se cuenta la historia de su hermana Guida (Julia Stockler), que huye de su casa enamorada de un marinero griego y cuando vuelve embarazada y sola es despojada y desheredada por su padre.

Euridice y Guida mantienen vidas paralelas en la misma ciudad sin saber una de la otra ni poder encontrarse más allá de los esfuerzos que hacen por reunirse, producto de una red de engaños y mentiras montados en la trama familiar.

“El interés de Karin (Ainouz, el director) por el tema del patriarcado tiene que ver con su experiencia personal, él fue criado por su madre y su abuela, no tuvo una figura masculina en su casa”, cuenta Carol Duarte en una primera aproximación al filme.

“Además -agrega- cuando sale el libro de Marta Batalha (en el que se basa la película) él acababa de perder a su madre, en ese contexto se enamoró de esta historia y quiso llevarla al cine, además de que Karin es una persona muy interesada en la cuestión de la feminidad, un tema que está en su primer cortometraje y que es un director que trabaja en general rodeado de mujeres, en este filme casi todas las cabezas de equipo (vestuario, edición, fotografía) fueron mujeres”.

– ¿Cómo impactó en usted el papel de Eurídice?

– La mayor dificultad surgió cuando leí el guión porque rápidamente advertí que Eurídice era un personaje como ahogado, sofocado, que no podía expresar con palabras su malestar y que debía hallar otros medios de expresión para canalizar su angustia, como es el piano.

– En los primeros 15 minutos del filme está la relación de Eurídice y Guida pero luego todo es ausencia, ¿cómo construyó con Stockler un vínculo que pudiera sostenerse en toda la película aun sin que estuvieran en contacto?

– Ellas se aman profundamente pero lo que cada una tiene de la otra es ausencia, en ese sentido fue muy importante construir un vínculo fuerte con Julia (Stockler). Trabajamos en eso cerca de un mes con Karin y su asistente antes de comenzar el rodaje, teníamos que construir recuerdos, canciones, escribimos un diario juntas, teníamos músicas en común, creamos una vida para esas dos hermanas, que aunque no aparece en la película estaba presente en el rodaje en nosotras dos.

– ¿Y el trabajo de rodaje?

– Karin es un director muy meticuloso y al que le gustan los actores instintivos y que trabajan a flor de piel, pero para que eso suceda tiene muchas exigencias, en el set el equipo técnico casi tenía prohibido hablarnos, estábamos muy aisladas, nunca me llamaban por mi nombre sino que me decían Eurídice, no se podía utilizar celular y los contactos con el mundo exterior estaban casi suspendidos en jornadas de 11 o 12 horas, fue una experiencia fuerte, muy loca.

– El melodrama es un género muy vinculado al gusto popular brasileño.

– La elección del género del melodrama es muy consistente con el tema y la estética de la película, de colores muy vivos, ligeramente exagerada, con un gusto por lo kitsch y Brasil tiene una tradición muy grande en esto por las telenovelas de la televisión; se podría decir que la telenovela forma parte de la identidad brasileña. Karin siempre quiso que la película estableciera un vínculo fuerte y directo con el público y esto te lo da el melodrama.

– Se puede hablar en la actualidad de situaciones de sumisión de la mujer como las que relata el filme.

– La relación de Eurídice con su marido Atenor es bastante posible en la actualidad y esto porque la toxicidad del patriarcado no es un problema individual de uno u otro hombre sino que es un problema social. También es cierto que hay diferencias entre las épocas, en los 50 las mujeres no se preguntaban si querían ser madres, no se preguntaban cómo debería ser su noche de bodas o su debut sexual, hicimos una gran investigación sobre las mujeres de Río de Janeiro en la década del 50 y escuchamos cosas asombrosas, una mujer, por ejemplo, contó que llegó virgen al matrimonio y que en su noche de bodas tuvo nueve relaciones sexuales, una violación, una violencia que no es solo de una agresión que puede sufrir la mujer en la calle sino que muchas veces está dentro de la casa.

– En los últimos minutos del filme hay una Eurídice mayor que interpreta Fernanda Montenegro, la actriz de “Estación Central”, ¿cómo fue trabajar con ella?

– Ella tiene 90 años en la actualidad y es como un patrimonio del Brasil, una artista inmensa, cuando me enteré que haría la Eurídice mayor me asusté, pero después la conocí y resultó maravilloso. Hay dos cosas que me impactaron, una que es muy meticulosa y que trabaja cada detalle de la actuación y el personaje y la otra es que es muy generosa, me asistió en el set en algunos momentos y rápidamente ella pudo captar la esencia de Eurídice y la supo trasladar a 60 años más tarde.