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Opinión 18 de mayo de 2019

Yasser Arafat, la leyenda que sobrevive al fracaso de Camp David

por Alberto Galeano

El tiempo parece haber actualizado la herencia dejada por Yasser Arafat, el líder palestino que es venerado por su patriotismo en momentos en que Israel avanza sin pausa sobre la ocupada Cisjordania con el respaldo de Estados Unidos.

Considerado un “terrorista” por muchos israelíes, Arafat se negó durante su gobierno a otorgar dos reclamos esenciales de la causa palestina: Jerusalén Este y el regreso de millones de refugiados que huyeron tras la creación de Israel en 1948.

Impulsor de los acuerdos de paz de Oslo de 1993 junto al asesinado primer ministro israelí, Isaac Rabin, con quien fue distinguido con el Premio Nobel de la Paz, Arafat murió el 11 de noviembre de 2004, en un hospital militar en las afueras de París, tras sufrir un ataque cerebro vascular.

En aquellos oscuros días, la sede del gobierno palestino en Ramallah, conocida como la Mukata, era sitiada por fuerzas israelíes.

Sin embargo, en noviembre de 2013, el cadáver del jefe palestino fue exhumado, puesto que su viuda Suha consideraba que había sido asesinado. Meses después un equipo de forenses suizos determinó que sus restos tenían altos niveles de polonio radiactivo 210.

Arafat es recordado también por su posición intransigente durante la última cumbre de Camp David de julio de 2000, bajo la mediación del presidente estadounidense, Bill Clinton, junto al primer ministro israelí, Ehud Barack.

La reunión fracasó, precisamente, porque el jefe de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) rechazó ceder al reclamo de Jerusalén Este (donde se encuentra la Explanada de las Mezquitas, o el Monte del Templo para los israelíes), conquistada por Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967.

Arafat también reclamó el retorno de millones de refugiados.

El 15 de mayo, al cumplirse el 71a. aniversario de la Nakba (catástrofe en árabe) que recuerda la creación del Estado de Israel, muchos palestinos marcharon hacia su tumba en Ramallah, incluido el primer ministro palestino, Mohammad Shtayyeh.

Actualmente aquellos dos reclamos palestinos mantienen su vigencia. Pero ha perdido fuerza la idea de crear “dos Estados”, como sostiene la Organización de las Naciones Unidas (ONU), debido a la postura del gobierno derechista de Benjamin Netanyahu.

“Me parece extraordinariamente importante reivindicar la lucha del pueblo palestino. Lo de Arafat, en cambio, creo que es secundario. Hoy el conflicto se ha eclipsado por la pelea entre Arabia Saudita e Irán”, dijo a Télam Norberto Consani, director del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI), dependiente de la Universidad Nacional de La Plata.

El analista señaló que “el pueblo palestino tiene derecho a tener un Estado”, y opinó que “no hay que asociar la causa palestina con el terrorismo”.

A principios de abril 2019, Netanyahu prometió que si ganaba las elecciones legislativas anexionaría parte de los territorios palestinos ocupados. Hoy, tras ganar su quinto mandato, Netanyahu cuenta con el apoyo del presidente estadounidense, Donald Trump.

Esta semana se cumplió un año del traslado de la embajada de Guatemala de Tel Aviv a Jerusalén, emulando el ejemplo de Trump de mudar a esa ciudad la sede diplomática norteamericana.

Trump, tomando partido por “Bibi” Netanyahu como no hizo antes ningún presidente de ese país, ha contribuido a la paralización de esta disputa.

El magnate también prepara un plan de paz para Medio Oriente.

Según el canciller palestino Ryad al Malki la iniciativa sería “la consagración de un siglo de sufrimiento palestino”.

El diario libanés Al Hayat dijo que Israel se quedaría con la casi totalidad del territorio de la Cisjordania ocupada por los israelíes, tras difundir hace dos semanas unos supuestos estratos del plan.

Hoy, quizá, sería impensable una cumbre de Camp David, sobre todo porque Estados Unidos -en la era Trump- ha dejado de ser neutral. Por el lado de los palestinos, la situación también es incierta: tampoco tienen un líder como Arafat.

Mahmud Abbas, de 84 años, quien es presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) desde el 2 de junio de 2014, no tiene el carisma de su antecesor.

“Para mí, Arafat fue un hombre ambiguo que negoció con uno y con otro, y a último momento retrocedió varios casilleros. Fue una figura legendaria que no terminó su vida -salvando las distancias- como (el presidente sudafricano) Nelson Mandela”, opinó Consani.

Télam.



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