Hilen Elisci publica en su Facebook la foto de una perra, que ya tiene unos cuantos años de vida. Su pelo tiene un mix de colores: blanco, gris y marrón. Despeinada y de ojos bien grandes color miel. Su cola no se mueve atrapada dentro de los pocos centímetros de las celdas de Zoonosis. El texto que la acompaña dice:

“¿Algo más triste que una viejita encerrada en un canil? Juliana está buscando un hogar. Es una gorda hermosa, llenísima de ganas de salir de acá y de llenarte de besos. No puede estar así encerrada, no lo merece. ¿Nos comprometemos entre todos a poder cambiarle el destino? ¿Se suman a cambiarle la vida?”.

Cada una de las publicaciones de Hilen suman cientos y cientos de compartidos y comentarios. Todos buscan colaborar con la difusión y muchos preguntan por detalles de la personalidad y tamaño de los perros que cada día comparte, con el objetivo de encontrarles un hogar.

Ella es una de las voluntarias del Centro Municipal de Zoonosis. Para lo que, sin dudas, hay que tener dedicación, responsabilidad y vocación. Sus compañeras en esta tarea son Sabrina, Jessica y Carolina.

Carolina, Hilen, Jessica y Sabrina: voluntarias de Zoonosis.

De lunes a viernes colaboran con la gran cantidad de servicios que se ofrecen dentro del predio: castración, vacunación, adiestramiento y tránsito para animales que buscan ser adoptados. Son ellas también quiénes mejor pueden contar cómo es la realidad de los perros en las calles de Mar del Plata y dentro del establecimiento.

En el lugar, ubicado en Hernandarias al 10.200, viven cerca de 60 perros. Desde abril del 2018, más de 300 fueron dados en adopción por medio de las voluntarias. “Acá ves como los perros demandan atención, la tristeza que tienen, te parte el alma”, dice Sabrina.

“El humano ve a los perros como si fueran un adorno”.

El voluntariado no termina cuando se llega a casa. Jessica vive con 12 perros en tránsito, Hilen más de 20 y Carolina 7. “Nos llevamos a casa a los más críticos, los que necesitan constante atención”, cuentan y aclaran: “Zoonosis no es un refugio, los perros deberían irse después de los diez días del control“.

Cuando un perro muerde, ingresa a Zoonosis y debe pasar 10 días en control antirrábico. Una vez que se obtienen los resultados (sobre los que es importante destacar que el veterinario de la institución remarca que “no se registran casos hace años en perros o gatos, sólo en murciélagos”), se lo da de alta. Si no tiene dueños, comienza el proceso de adopción. Si no, se llama a la familia para que lo retiren.

Pero la realidad demuestra que en muchos de los casos, los canes son llevados al lugar por diferentes motivos y los dueños jamás regresan a buscarlos.

Perros dentro de los cániles de Zoonosis.

“Un perro no es un juguete, no pierde la necesidad de cuidado cuando deja de ser cachorro y se pierde la ternura o el entusiasmo por la novedad. Es una vida y como tal, requiere cuidado y dedicación“, expresa Hilen. En su experiencia como voluntaria vivió momentos de increíble regocijo, como también de profunda indignación y tristeza.

Así, recuerda: “La otra vez busqué a dos perritos que fueron abandonados en el basural. Una perrita de unas semanas paralítica y un perro que fue atacado por una jauría. Estaba todo desgarrado. Los fui a buscar el mismo día que me avisaron y los dos se murieron en la camioneta llegando a la veterinaria”. Reconoce que la angustia y culpa fueron inmensas aunque sabe que era un final inevitable por el estado de los animales. “Uno nunca se va a acostumbrar a hacer pozos para enterrar a un perro, es algo que toca en lo más hondo”, admite.

Sin embargo, la felicidad que transmite ver a aquel perro que estaba triste y encerrado en su canil durante su estadía en Zoonosis y que ahora tiene una familia que lo cuida, “es algo único”.

Muchos de los perros que ingresan son por denuncias por maltrato. Como fue el caso del famoso Samuel que recorrió las redes sociales con sus orejas repletas de garrapatas. “Una vez que es adoptado responsablemente, todo eso queda atrás”, agrega Hilen.

Las recomendaciones para la persona que adopta son: realizar un plan de vacunación que empieza a los 45 días, colocación de la vacuna antirrábica a los 4 meses y castración obligatoria a los 6.

Respecto a aquello con lo que los marplatenses podrían colaborar con Zoonosis, las voluntarias coinciden en que “es importante la difusión por redes sociales de animales que se dan en adopción” y que “necesitan gente que se acerque para ayudar a los perros a sociabilizar”. Esto último quiere decir, acercarse al predio y compartir tiempo con el animal, jugar, generarle confianza para que sea más fácil su adopción.

“Uno nunca se va a acostumbrar a hacer pozos para enterrar a un perro, es algo que toca en lo más hondo”.

La adopción es clave para finalizar con el calvario de aquellos perros que tuvieron una vida poco agradable o los conocidos “callejeros”. “Nunca compres, un amigo no se compra”, señala Hilen y Sabrina comenta: “Menos con la sobrepoblación de perros que hay en la ciudad”.

Las cuatro coinciden, después de ver innumerables cantidad de casos de maltrato y abandono que “el humano ve a los perros como si fueran un adorno”.

Y, para concluir, piden: “En las adopciones siempre buscan al más lindo. No adopten al lindo. Pedí por el más viejo, el que nadie quiere, el que fue golpeado, el que hace mucho que está. Después no se van a arrepentir con el amor que les va a devolver”.