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Gastronomía 24 de septiembre de 2017

Diluvio de recetas

por Caius Apicius

Es evidente y una obviedad decir que la cocina está de moda. Es casi imposible sustraerse de los espacios dedicados a ella en los medios y, mucho peor, en las redes sociales. Por qué el hombre, desde que el mundo es mundo, se ha sentido impelido a seguir las modas es difícil de entender, pero es así.

Hoy día nos bombardean con lo que ellos llaman “gastronomía” cuando no es más que cocina. La cocina, me dirá alguno, es gastronomía. Sí, claro; pero solo una parte de ella. La gastronomía es mucho más, pero de ello ya hablaremos otro día.

Lo de las redes es peor, decía yo más arriba. Lo es. En los medios impresos o audiovisuales se le encargarse de este tema alguien experto, que puede ser un cocinero conocido, aunque esto no suele dar resultado.

Pero hoy cualquiera puede montarse un blog o, simplemente, aprovechar las redes sociales para da su opinión sobre sitios. Ojo: el noventa por ciento es simple publicidad. No se fíen.

Vamos a algo más sencillo: las recetas. ¿En qué casa no hay un libro de cocina? Hoy, los usuarios de las redes vuelcan en ellas recetas y recetas, muchas de ellas disparatadas, otras francamente buenas. No se obsesionen con ellas, Ni con los libros de cocina.

Estas recetas abundan en ingredientes que usted no ha conocido, y para eso de oídas, hasta hace poco tiempo. Por no hablar de técnicas al alcance sólo de los profesionales.

Ingredientes nuevos, “exóticos”, los ha habido siempre; pero la gente se tomaba su tiempo y sus ensayos antes de incorporarlos a su propia cocina. Piensen en los productos que, a partir del final del siglo XV, llegaron desde el Nuevo Mundo a las despensas europeas.

Muchos de ellos tardaron años, cuando no siglos, en ser aceptados. Es cierto que el tomate se incorporó a la dieta española, pero en ensalada: el verdadero triunfo del tomate no llega hasta que se convierte en salsa, en el siglo XVIII. Las papas llegaron a Europa en el primer tercio del siglo XVI, pero no se apreciaron hasta muy entrado el siglo XVIII.

Quiero decir que hoy se van a encontrar ustedes con una serie de alimentos “nuevos”. Habrá que aprender a usarlos, a dosificarlos.

Encima, en las redes abundan los mensajes que proclaman que tal o cual producto es buenísimo para la salud; suelen ser alimentos poco conocidos. O al revés: sale algún ingenuo afirmando que, según un estudio de alguna ignota universidad, eso que a usted le gusta tanto es poco menos que veneno. No hagan caso ni a unos ni a otros.

En cuanto a las recetas, midan sus fuerzas y sus conocimientos. Jamás cocinen algo por primera vez cuando tengan invitados: prueben antes a nivel doméstico; es divertido para usted y para su familia.

Las recetas de profesionales suelen tener un grado de dificultad alto, por supuesto no para ellos. Aprender nuevas técnicas lleva su tiempo, sin contar que la gente tiende a llenar sus cocinas con aparatos caros que le han vendido una amiga, que sobre ser caros resultan perfectamente inútiles.

Si una receta, en la tele o en Facebook, les parece interesante, a por ella. No es fácil que les salga bien a la primera. Insistan. Sobre todo, pónganle un toque personal, sustituyan ingredientes que desconocen o que conoce, pero no les gustan, por otros de su agrado.

Jueguen: la cocina puede ser un juego delicioso. Pero, como les decían cuando eran ustedes pequeños, “no se vayan a jugar con cualquiera”. Pues eso.

EFE.