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Arte y Espectáculos 19 de junio de 2018

Eduardo Nachman, su película para la memoria y el orgullo

Gregorio Nachman y Luis Conti desaparecieron el 19 de junio de 1976. Por eso hoy se conmemora el Día del Teatro Marplatense. Una película recientemente realizada por su hijo, reconstruye la figura humana y artística del teatrista.

En el documental, Eduardo repasa recuerdos y anécdotas vinculados a su padre.

“Me sentaba frente a ellos y les decía ‘Contame algo de mi papá'”, recuerda Eduardo Nachman sobre las entrevistas que realizó para el documental “Eduardo por Nachman”, una película de su autoría que reconstruye el perfil humano y profesional de Gregorio Nachman, su padre, a partir de testimonios de actores, actrices, amigos, amigas y de otras personas que lo conocieron en profundidad.

Desaparecido el 19 de junio de 1976, durante la última dictadura cívico militar, Nachman fue un actor y director de teatro con amplio recorrido en Mar del Plata, gestor del recordado Teatro De La Comedia. Su figura es clave para entender la identidad del quehacer escénico local y, además, se conmemora por él cada 19 de junio el Día del Teatro Marplatense. “Pesa la angustia cada mes de junio, el lamentar que no esté, es una angustia que debemos sentir todos los familiares de detenidos desaparecidos, pero llevando la película se comparte más el orgullo”, se sincera Eduardo en una entrevista con LA CAPITAL.

Por eso a las 20 de hoy, en el Centro Cultural El Séptimo Fuego (Bolívar 3675), Eduardo presentará nuevamente el filme realizado en homenaje a su padre. Se trata de una cinta que, además de repasar recuerdos y anécdotas vinculados al teatrista, hunde sus raíces en la actualidad argentina. Como militante de la agrupación Hijos, Eduardo quiso que su película registrara momentos clave del presente, como el juicio al represor Miguel Etchecolatz y, luego, su traslado a Mar del Plata para cumplir una injusta prisión domiciliaria. La resistencia a esa medida, liderada por Nachman hijo, también es parte de este notable filme, que ya se vio en varias ciudades, como Rosario y Buenos Aires, y recientemente en la sede de Hijos Mar del Plata y en El Galpón de las Artes.

Eduardo habla de “portar la memoria”. Siente que desde sus 19 años, cuando se llevaron a su papá, trabaja para llevar adelante la difícil tarea de mantener viva la memoria de Gregorio, nombre emblemático para la cultura local. Una de las salas del complejo Auditorium lleva su nombre, igual que la biblioteca de El Séptimo Fuego y hasta la relanzada comedia municipal (cuyo trabajo está suspendido desde que asumió el intendente Arroyo) se llama “Nachman Conti”. Luis Conti fue un actor de la compañía de Nachman desaparecido el mismo día.

“Siempre llevé la memoria de mi papá y esta película es para que, a pesar del silencio de mis hermanos, un silencio con dolor, quede para mis hijos, sobrinos y ahora también para mi nieto. Así surgió la necesidad de juntar las memorias”, explica. Y cuenta que aparecen registrados los testimonios de Viviana Ruiz, Luis Caro, Rosa María Muñoz, Aníbal Montecchia, Héctor Gióvine, Marian Farías Gómez, Susana Rinaldi, Horacio Embón, Miguel Cantilo y otros. Además, amigos de México, España y familiares que viven en Israel hicieron su aporte. Y se editó entre Paris, Francia, y Buenos Aires, gracias al aporte de Silvina Stirneman.

“Cada 19 de junio había gente que se acercaba y aportaba testimonios y anécdotas y diferentes memorias y esto de la construcción colectiva de la memoria es cierta”, analiza y dice que esa necesidad de hablar de la figura de su papá también se canalizó en un espectáculo teatral que tuvo dirección de Viviana Ruiz y que contó con su actuación. “Quería hacer ensayos filmados de la obra que dirigió mi papá, Un despido corriente, para meter en la película”, recuerda. Esos ensayos terminaron convirtiéndose en un biodrama que fue parte de varias temporadas de verano de esa sala marplatense y que ahora recibirá el premio Teatro del Mundo el próximo 30 de junio.

– Después de tanto trabajo en el filme, qué respondés cuando te preguntan quién fue Gregorio Nachman.

– Antes de esto sabía que era un director de teatro, teatrista, militante de la cultura, un gestor impresionante. Eso era lo que sabía y sobre eso quería hacer la película. Pero en la película queda evidenciado el cariño, el afecto, el respeto que generaba incluso como director de teatro. Los testimonios de los actores cuentan cómo los motivaba con muy buenas maneras y muy buenas estrategias, siempre con respeto y con muchísimo humor también. Salió una película que carece de golpes bajos, carece de situaciones horribles y que tiene mucho amor. Todos los testimonios me sorprendieron. Me enriquecieron con otra mirada, porque para mi, mi viejo era un papá que dirigía teatro. Yo estaba al costado, como técnico, boletero, acomodador.

– Algunos aseguran que Gregorio inventó el teatro marplatense, ¿coincidís?

– No, no coincido. Mi viejo le dio una impronta. Mi viejo nació en el teatro independiente, el de Fray Mocho. Y aquí ya había un par de grupos que hacían teatro, hacían radioteatro o teatro muy tradicional con el modelo de los años ’20 y ’30. Mi viejo fue aprendiendo y haciendo. Le dio resistencia y le dio lo político. Empezó a hacer teatro de obras de argentinos, uruguayos y chilenos, había empezado en el 67 a hacer una obra de corte social que era inglesa y en la que hizo de negro, fue la única obra de las afueras.

– También se recuerda mucho que salía a llevar sus obras a barrios alejados del centro.

– Acordaba con la sociedad de fomento, a veces se conseguía el acoplado de un camión chato y hacía teatro ahí, o en la calle también. Hay testimonio de la gente sentada en los cordones. Mi viejo llevaba su herramienta, y además llevaba o generaba hechos artísticos, músicos y plásticos. Como ahora, había gente que no conocía el centro, porque no tenía ropa o no tenía plata para ir al centro y menos se iba a meter en un teatro.



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