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Cultura 2 de octubre de 2018

Verdad y mentira on-line

por Roman March

En su obra “Los hermanos Karamazov”, Fiodor Dostoyevski dice “quien se miente y escucha sus propias mentiras llega a no distinguir ninguna verdad, ni en él, ni alrededor de él”. Por otro lado, Miguel de Unamuno hablaba de buscar la verdad en la vida (practicar la sinceridad y la autenticidad) y la vida en la verdad (no transformar la verdad en un dogma). Todo eso en un mundo donde aún no se habían inventado las redes sociales.

Ahora bien, como afirma el filósofo Pablo Capanna “hay un desfasaje entre el acelerado progreso de la tecnología y el creciente retroceso en las relaciones humanas”. Y ese es un suelo fértil para la posverdad: la manipulación de los afectos y las pasiones humanas inventando una historia u ocultando información, según los intereses del emisor.

Paso siguiente viralizarla y luego dar muerte a la verdad. Este procedimiento se puede observar en las noticias más resonantes de los últimos meses.

Por otra parte, uno de los inconvenientes que enfrentamos como sociedad, es que identificamos el mundo on-line con el mundo off-line. Y de este modo, las relaciones que configuramos de manera virtual, las trasladamos a nuestra vida concreta de carne y hueso.

Actualmente, el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, escribe que la revolución digital ha transformado para siempre los vínculos en la sociedad que habitamos. Este autor piensa en la idea del enjambre digital, así llama a los grupos de individuos que aunque están aislados mantienen la ilusión de estar hiperconectados. ¿Y por qué hablamos de una ilusión? Porque en la era digital y a través de las redes sociales, dejamos de lado el cuerpo, la palabra hablada, los gestos y las actitudes, como si eso fuera transmitible virtualmente. En esa fantasía, también practicamos el anonimato, se diluye el compromiso y la responsabilidad, tanto de lo que se dice como de la información que se publica o comparte.

Estamos permanentemente expuestos, en la web, a una gran catarata de datos, donde evidenciamos la falta de rigor, coherencia, grados de certeza; y la abundancia de operaciones políticas (desde que candidatos de diversas ideologías incursionaron en estos espacios). Y esto porque el “nadie”, el “anónimo”, el “desconocido”, se aprovecha de esas condiciones. Por consiguiente, tenemos como producto un medio digital en el cual no abundan los diálogos racionales ni el intercambio de ideas. Ante tanta información (sin importar si es cierta o no) que se muestra como verosímil, sin canales de contrastación que no sean las mismas redes sociales, lo que logramos es comunicarnos de manera efímera. Otro aspecto que señala Han es el carácter volátil de los grupos que se conforman como colectivos digitales, y generalmente se precipitan sobre personas particulares, grupos políticos u otras culturas. Como en el enjambre digital no hay mediación simbólica, es más fácil “compartir” que reflexionar. En el medio virtual, las personas se alimentan de los escándalos y de oleadas de opiniones que cambian a velocidad de segundos. Para quienes interactúan en la red, sin mediación, no importa la verdad (entendida como un suceso concreto o información fidedigna).

Sobre eso, el tecnólogo Santiago Bilinkis dice que la verdad no existe pero que eso no nos exime de tratar de buscarla y construirla con los otros. En cambio, la mentira es muy real. Y tal como dijo el filósofo Nietzsche “no existen hechos,sólo interpretaciones”. Pero estas pueden convertirse en tergiversaciones malintencionadas o fabricadas. Porque hay una diferencia abismal entre interpretar un hecho sucedido y hacerlo sobre algo que no sucedió. Imaginemos por un momento qué le hubiera pasado a Jean Calas, personaje de Voltaire acusado injustamente (por una turba de intolerantes) de haber asesinado a su hijo, si hubieran existido Facebook, Instagram o WhatsApp!

Como dijera el filósofo Jacques Derrida, “lo relevante en la mentira no es nunca su contenido, sino la intencionalidad del que me miente”. Porque esa intencionalidad tiene intereses.

Para concluir, quisiera recordar una película memorable llamada “La invención de la mentira”, en la cual una persona comienza a mentir, en una sociedad donde se decía hasta la verdad más cruel. Ese personaje se siente atraído y seducido por el poder del nuevo hallazgo: la mentira le otorga una gran cantidad de beneficios.

(*): Docente de Filosofía en Nivel Secundario | [email protected]