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Opinión 8 de marzo de 2019

El pueblo discierne lo verdadero

por Mesa articuladora de Comunidades Eclesiales de Base Diócesis de Mar del Plata

Hemos recibido con gran asombro y dolor las palabras de María Lilia Genta, reproducidas por diferentes periódicos, entre ellos el diario LA CAPITAL. Somos comunidades eclesiales de base, somos la Iglesia en la base de la sociedad y no podemos callar, porque la sangre desde Punta de los Llanos nos exige tomar la palabra.

Frente a su postura personal, nuestro diálogo colectivo. Frente a su arrogancia y militancia ideológica, nuestra sencillez y vida compleja de pueblo que Dios acompaña y ama. Frente a su juicio de lo verdadero y falso, el Sensus Fidei.

Creemos necesarias unas palabras sobre nuestros mártires riojanos y el tiempo fuerte de Pascua que vive esa Iglesia local, y en ella toda la Iglesia Universal. Creemos en la Pascua, que es la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la verdad sobre la mentira, de la belleza sobre lo feo. Es aquí donde queremos dialogar con María Lilia y con todos los argentinos que piensan como ella la dictadura y las grietas actuales.

El odio es el enemigo

El proyecto de Dios, el Reino de Dios que Jesús anunciaba a los pobres de la tierra; es que volvamos a ser hermanos. El odio es nuestro enemigo, no los seres humanos que odian. Desde esta certeza creemos que María y todos los que predican el odio deben dejarse convertir por la fuerza de la Pascua, la del carpintero asesinado por el poder religioso o político de su tiempo, o la del “Pelado” y los mártires riojanos, asesinados por la dictadura cívico-militar que devastó la Patria en la década de 1970.

El Sensus Fidei del pueblo, infalible como el viento del espíritu, ha cuidado la verdad de la Pascua por siglos, en lo clandestino y profundo de cada comunidad marginada que trabaja por un mundo más justo. Esto fue recuperado valientemente por el Papa Bueno y el Concilio Vaticano II. Medellín lo historizó en América Latina con la convocatoria a la liberación de todos los hombres y todo el hombre. Enrique Angelelli y los mártires riojanos son hijos de este compromiso de la Iglesia con la vida más digna del pueblo. Es la misma lucha de Jesús por la dignidad de prostitutas y pescadores marginados, descartados, ninguneados.

Esto que sentimos es en estrecha comunión con nuestro obispo, Gabriel Mestre, y con toda la Conferencia Episcopal Argentina que celebran la alegría de la beatificación de los cuatro mártires riojanos.

Nosotros, hijos e hijas de esa Iglesia, le pedimos que se deje acariciar por el amor que todo lo sana y redime. Vamos a volver a ser hermanos, y sus garabatos de odio no llegan ni a hacer cosquillas al “Verbo que se hizo carne”. Confiamos en que se deje convertir por este tiempo bendito que desde La Rioja y la sangre de los mártires, nos convoca a todos a ser mejores seres humanos, mejores cristianos, mejores hermanos.

(*): Respuesta desde el Sensus Fidei al artículo “Historia de un presunto martirio”, publicado en el Diario La Capital el 6 de marzo de 2019.