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La Ciudad 9 de febrero de 2020

El gobierno municipal y su primer bosquejo de lo que tiene enfrente

Cerca del intendente vuelven a hablar del Frente de Todos como una expresión camporista. Se habían esperanzado con otra actitud. Valoran a los opositores que votaron el aumento de tasas y celebran la unidad oficialista.

Por Ramiro Melucci

Antes, durante y después de la campaña electoral, Guillermo Montenegro insistió en resaltar la buena relación que mantiene con su principal adversaria, Fernanda Raverta. La semana pasada, por primera vez desde que es intendente, en el gobierno municipal pusieron por encima de ese dato, que no desmienten, el duro posicionamiento del bloque de concejales del Frente de Todos en el tratamiento de las ordenanzas fiscal e impositiva.

En la primera evaluación que hicieron después de la aprobación preliminar de esas normas fundamentales (todavía necesitan el aval de una asamblea de concejales y mayores contribuyentes), en el entorno del jefe comunal volvieron a hablar de la bancada que conduce Raverta desde el Ministerio de Desarrollo de la Comunidad como una expresión de La Cámpora. Creen que el rechazo a las ordenanzas y las fuertes declaraciones de algunos de sus concejales marcan una tendencia. “Nos van a votar todo en contra”, concluyó uno de los hombres de confianza de Montenegro.

En el gobierno se esperanzaban con una actitud menos inflexible. Sobre todo porque Axel Kicillof también impulsó aumentos impositivos en la provincia y Montenegro adoptó una actitud más contemplativa que otros dirigentes de Juntos por el Cambio. “Pero el Frente de Todos en la ciudad tenía la orden de no acompañar nuestras ordenanzas”, advierten.

Todo el panorama que fueron pintando después de la sesión del miércoles y en la previa de la asamblea decisiva del viernes próximo no les impidió, sin embargo, reconocer un punto sustancial para el avance de la iniciativa: el bloque que preside Marcos Gutiérrez y maneja la comisión de Hacienda a través de Virginia Sívori evitó el obstruccionismo. Saben que la política, y sobre todo el Poder Legislativo, siempre puede apelar a vericuetos para complicar la aprobación de una norma. Nada de eso sucedió.

En esa escenografía, en el gobierno creen que Ariel Ciano será un apéndice del Frente de Todos. Lo notaron en la votación, en el discurso y también en el planteo para excluir de la comisión de Hacienda a su ex compañera de bloque, la gastronómica Mercedes Morro. Sería lógico preguntarse qué otro margen de maniobra podría tener el edil cuando Sergio Massa, su jefe, ejerce un rol clave para el gobierno de Alberto Fernández en la Cámara de Diputados.

Como sea, el bloque opositor planifica su papel en la política vernácula en virtud de otro dato: sus votos, por más negativos que sean, no hacen peligrar la gobernabilidad del distrito. Ven que Montenegro empieza a garantizarla con otras bancadas.

Morro, por caso, hizo debutar a su monobloque Tercera Posición con un aumento de tasas. Cerca del intendente ya la miran con estima por esa decisión. Pero antes que de ella hablan de su jefe, Barrionuevo, al que llaman afectuosamente Luis y agradecen el voto de confianza de la concejal.

Otro eslabón cercano al oficialismo es Mauricio Loria, de la Agrupación Atlántica, a quien le valoran la predisposición. No lo consideran un arroyista duro. De otro modo no hubiera podido levantar la mano por el aumento tras los cuestionamientos a la gestión anterior que deslizaron los secretarios del intendente durante el debate del presupuesto en la comisión de Hacienda.

Una de las grandes diferencias entre Montenegro y Arroyo no se ve a simple vista: son los puentes que tiende por lo bajo con la oposición. Las conversaciones comenzaron antes de la asunción del intendente. En algunos casos, derivaron en incorporaciones al gabinete, como la del secretario de Gobierno, Santiago Bonifatti. En otros, con entendimientos legislativos clave, como el que alcanzó el oficialismo con Acción Marplatense el miércoles para votar en general las ordenanzas fiscal e impositiva.

Esa postura favorable fue interpretada en el gobierno como una muestra doméstica de la prédica antigrieta que encabeza el presidente Alberto Fernández. Deberían considerar en ese análisis la moderación con la que el bloque aludió al bono voluntario para los polideportivos, lejos de la pelea frontal contra el “arancelamiento” que supo dar Claudia Rodríguez cuando lo quiso implementar Arroyo.

En el entorno del intendente reconocen a Pulti como una fuente de consulta por el conocimiento de la ciudad que le proporcionaron sus ocho años en el Ejecutivo. Con la misma lógica escuchan al ex intendente Daniel Katz, el primero de los radicales en expresar su apoyo a Montenegro en la campaña post PASO.

En la evaluación del oficialismo, la primera sensación es satisfactoria por el voto sin fisuras del interbloque de Juntos por el Cambio. Reconocen tensiones, pero las consideran naturales en un espacio conformado por distintos partidos que ya arrastran sus propias complejidades. Una de esas rispideces quedó expuesta en medio de la sesión por el aumento de tasas, cuando el radicalismo solicitó un cuarto intermedio que no estaba en los planes de nadie. Todas las miradas se enfocaron enseguida en Cristina Coria, la radical que más distanciada del gobierno aparece. Cerca del intendente evitan definirlo de esa manera y prefieren hablar de una puja entre radicales.

La decisión del jefe comunal es clara: sus principales interlocutores entre los aliados de Juntos por el Cambio son aquellos que tienen el manejo de los resortes partidarios. Una foto lo testimonió la semana pasada: el diputado Maximiliano Abad le llevó a su despacho al presidente del Comité Nacional de la UCR, Alfredo Cornejo. No faltaron el presidente del comité local y el Concejo, Ariel Martínez Bordaisco, y la jefa del bloque, Vilma Baragiola.

Todo tiene que ver con todo. Coria, que no comulga con las directivas de Abad y se distanció de Baragiola tras las elecciones, no dijo públicamente una palabra sobre el aumento de tasas. Es un signo de su incomodidad ante el nuevo reparto del poder. Que se hace notar por contraste: la radical fue una de las protagonistas más activas de las ordenanzas tributarias de Arroyo.

Ahora la concejal de la Coalición Cívica Angélica González, siempre indócil para el ex intendente, es una de las interlocutoras con el Ejecutivo. Concertó con el secretario de Hacienda, Germán Blanco, un plan de facilidades de pago para aliviar la situación de las pymes. Y junto a su compañera de bloque, Liliana Gonzalorena, votó sin chistar los incrementos de tasas. La política, como la vida, siempre está fluctuando.



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