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La Ciudad 22 de marzo de 2020

Trabajar en tiempos de aislamiento para que no falte lo indispensable

Almacenes, kioscos, farmacias, estaciones de servicio, supermercados y panaderías siguen abiertos en medio de la cuarentena. Contra todo riesgo atienden al público mientras los repartidores abastecen la mercadería esencial.

Dentro del escaso movimiento que se advierte desde hace 72 horas en las calles de Mar del Plata a raíz de la cuarentena obligatoria decretada por el gobierno para frenar la propagación del coronavirus, sobresalen aquellos rubros que siguen activos y negocios que permanecen abiertos para abastecer a la población de los insumos básicos, como así también las personas que -contra todo riesgo- atienden al público o proveen de mercadería a los comerciantes.

Buena parte de la población (responsable), dentro de los límites establecidos en la medida de aislamiento obligatorio, sale de sus casa lo justo y necesario para comprar alimentos, medicamentos, productos de higiene personal y desinfectantes (en falta en varios comercios), entre otros artículos. En este sentido, lamentablemente, hay varias personas que infrigren lo permitido.

Claro está que para que los comercios mantengan abiertas sus puertas, hay empleados que siguen atendiendo a la gente. A su vez, hay proveedores y repartidores que recorren las calles en tiempos de cuarentena para abastecer de insumos y mercadería a los negocios.

La mayoría toma recaudos y extrema las medidas de prevención, pero no escapa al temor y la preocupación que la situación que se vive genera.

Javier y Carlos abastecen a diario a una conocida cadena de panaderías de Mar del Plata. “A la mañana temprano repartimos el pan y después las facturas, sandwiches de miga, tortas y otros postres, pero la demanda bajó un montón”, indicaron a LA CAPITAL mientras descargaban mercadería en una panadería de la avenida Colón y San Juan, donde el personal de la misma también extrema cuidados para atender a los clientes.

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“Usamos guantes para protegernos. En la fábrica donde se elabora todo hay mucha menos gente; la mitad ya está en cuarentena. La calle está muy tranquila y se ve cada vez menos movimiento”, agregaron.

Sergio trabaja en un almacén y verdulería ubicada en Santa Fe y Moreno, donde se limitó el ingreso a tres clientes por vez. “Viene la gente de la zona, los de siempre. Muchos con guantes y algunos con barbijos”, dijo con las manos cubiertas por el látex y además comentó: “En general son responsables y vienen a comprar para llevarse lo necesario”.

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En éste y otros almacenes se repiten algunos parámetros de compra: se limita el ingreso de clientes y la gente lleva “lo justo”, principalmente lácteos, comestibles esenciales, verdura y artículos de granja o carne, en el caso de las carnicerías. “Son compras chicas, para el día o para tener por el fin de semana por ejemplo”, indicó Carlos, “bolichero” desde hace 20 años en el centro.

Gerónimo es repartidor de una firma láctea y maneja un camión con el que abastece de leche, yogures y quesos a comercios de buena parte de la ciudad. “Está muy flojo el trabajo, hay que seguir laburando, no queda otra”, comentó y advirtió que por el momento mantiene su horario laboral habitual, “hasta terminar el reparto”.

En las estaciones de servicio los surtidores están prácticamente sin demanda. A raíz de la escasa circulación disminuyó el número de conductores que se acerca a cargar combustible. Y de los que van, “casi nadie llena el tanque; cargan montos bajos”, indicaron Juan y Javier, quienes comparten el turno en la YPF ubicada en avenida De Los Trabajadores y El Cano, en la zona del Puerto.

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“Nosotros adoptamos la disposición de que la gente que viene no baje del auto y nosotros le cargamos. Lo que es Boxes está cerrado por decisión de YPF. De todas maneras viene muy poca gente”, indicó Javier, con el market totalmente cerrado a sus espaldas.

“Todo lo que es kiosco y café en las estaciones de servicio no funcionan. Únicamente carga de combustible”, agregó Juan, protegido con un barbijo. Ambos utilizan guantes y también alcohol en gel permanentemente. “La gente está asustada y nosotros sabemos que nos exponemos; hay que tener cuidado”, señalaron.

En 12 de Octubre y Edison, epicentro del corredor comercial del Puerto, Constanza atiende el kiosco en el que además se recargan las tarjetas SUBE. “La gente no lo entiende, no puede ser; no toman conciencia y vienen igual, por compras menores; ayer vino uno a comprar diez pesos de caramelos por ejemplo, una locura”, dijo visiblemente molesta la encargada del local.

La indignación de la mujer viene a raíz de una realidad particular que expone la zona del Puerto, donde la actividad y el movimiento es llamativa y significativamente mayor al del centro y otros paseos comerciales.

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“Acá estamos trabajando como si no pasara nada, como si fueran días normales. La gente viene igual, no le importa, no quiere entender. Vemos gente que circula y compra porque tiene que trabajar, pero muchos no hacen caso y pasean con una imprudencia que da bronca”, expresó Constanza.

La exposición de los trabajadores se extiende a verdulerías, algunas perfumerías y locales de artículos de limpieza, carnicerías, farmacias, supermercados y kioscos de diferentes sectores de la ciudad.

Los repartidores de mercadería están entre los pocos que circulan por las calles para abastecer de productos a la población y enfrentan el riesgo de verse obligados a no quedarse en sus casas para que a la gente no le falte lo mínimo para sobrevivir en tiempos de cuarentena.



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