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Opinión 4 de abril de 2020

El uso de la tecnología y el pensamiento de nuestros estudiantes

por Gustavo de Elorza Feldborg (*)

Mucho se habla hoy en día de abordar los nuevos tiempos que nos toca vivir como sociedad, tanto a nivel local como mundial. En especial, dentro del mundo educativo, muchas son las idas y vueltas que les toca enfrentar a las instituciones educativas para poder alcanzar la continuidad de las clases en este período de aislamiento social, donde los escenarios que se presentan, incluyen superar obstáculos como falta de capacitación de los docentes para el dictado de clases mediante el uso de la virtualidad, así tambien la falta de consenso y el desconocimiento tecno-pedagógico de los equipos directivos que dirigen los claustros docentes en muchos casos. Por otro lado, la principal dificultad creo que es la de entender que las clases virtuales no funcionan con modelos que se han utilizado en las clases presenciales, por el contrario, las primeras difieren en metodologías, didáticas y pedagogías muy diferentes en lo que refiere al diseño y aplicación de las mismas.

También se presentan algunas dificultades en relación al desarrollo de la infraestructura digital de la conectividad, en la cual, en algunos sectores de la población de nuestro país, experimentan un acceso a internet que es limitado y por ende suma una nueva dificultad a la hora de intentar realizar y concretar escenarios virtuales educativos.

Por otro lado y en relación a las dimensiones del pensamiento humano, los psicólogos cognitivos vienen desde hace mucho tiempo analizando y describiendo las formas en que pensamos y los distintos niveles que encierra la complejidad del pensamiento humano.

En la actualidad, generalmente el modelo que prima es el de dividir en dos grandes categorias, por un lado, el pensamiento convergente, también conocido como pensamiento de orden inferior, donde las personas buscan encontrar una única respuesta correcta a un problema y por otro lado, el pensamiento divergente o pensamiento de orden superior, donde se busca generar múltiples respuestas únicas y creativas a una sola pregunta o problema.

Como docentes, tanto en la modalidad presencial, como en el modo virtual, intentamos o deberíamos intentar desarrollar prioritariamente a través de nuestras clases un pensamiento divergente, razon por la cual, es muy necesario que al momento de proponer clases en formato digital, donde se utilizan distintos recursos como las páginas web, sitios de internet y distintas apps que complementan al desarrollo de la educación mediante tecnologías de movilidad, se debería evitar caer en el error de propuestas de actividades enviadas a nuestros estudiantes, orientadas con la simple estrategia de visitar y leer solomente la información que en ellas se contienen, sino por el contario, intentar potenciar lo anterior, con acciones concretas que estimulen el desarrollo cognitivo, donde se involucre el pensar desde múltiples perspectivas a los conocimientos específicos de los distintos campos del saber, además de desarrollar el pensamiento crítico, el pensamiento creativo y sobre todo la metacognición, es decir, la conciencia que tenemos de nuestro propio proceso de pensamiento y su relación con nuestros aprendizajes.

Los neurocientificos y los neuroeducadores, vienen observando y estudiando si la explosión de niños, niñas y jóvenes frente a la exposición y uso de las nuevas tecnologías, afecta la forma en que éstos desarrollan su pensamiento.

Aunque hasta el momento no se cuenta con resutados concretos y concluyentes, se observan algunos datos e informaciones relevantes provenientes de distintos sectores, que progenitores y docentes deberian tener en cuenta.

Varios estudios, han permitido obsevar que las prácticas de niñas y niños pequeños que están expuestos a más de una hora diaria de televisión, padecen una reducción en su capacidad ejecutiva, es decir, una disminución de los procesos realizados por el lóbulo frontal de nuestro cerebro, como son las acciones de razonamiento, planificación, alcanzar metas, tomar decisiciones, organizarse, anticiparse, además de retrasos significativos en el desarrollo linguistico, cognitivo y motor (Christakis, 2011; Lin, Cherng, Chen, Chen y Yang 2015), pero creo que la más importante, es aquella que afecta la adaptación psicólogica al medio que nos rodea.

Por lo tanto, urge en estos tiempos de aislamiento social que los docentes comprendan al momento de diseñar clases y actividades dentro de la virtualidad, que este proceso no consiste en el mero uso instrumental de una herramienta digital o en su forma más elaborada, el uso de un campus virtual, sino, que es necesario conocer y saber como construir disposotivos tecno-pedagógicos con sentido educativo.

Otro impacto que nos presenta internet, es la enorme cantidad de información o sobreinformación disponible al alcance solo de un clic. De este modo, un mal diseño de clases y de actividades, puede llevar a los estudiantes a frustrarse o paralizarse ante los oceános informacionales, llevándolos a rendirse ante un problema que se conoce como proceso de evitación de la información.

La inminente moda de preguntar todas las respuestas en internet, ha otorgado una suerte de confianza ciega a nuestras incertidumbres, aunque la respuesta que se nos brinda sea errónea o tenga falta de precision, lo interesante de este accionar, es que poco a poco, nuestro cerebro va perdiendo o limitando su capacidad creativa y sobre todo, de pensar en forma crítica. Debemos saber también, que cuanto menos utilicemos nuestras funciones cerebrales, estaremos disminuyendo su potencial.

Por último, creo que vale la situación de pensar como profesionales de la educación, que transitar desde escenarios presenciales a los virtuales y por qué no, de su complemento entre ambos, es necesario arbitrar y andamiar distintas capacitaciones que involucren prácticas y metodologías muy distintas a la que se han desarrollado en la educación tradicional, con una fuerte base en la revolución industrial, la cual presenta una gran crisis en la actualidad. De esta forma, estaremos en situaciones óptimas para el desarrollo educativo de nuestros niñas, niños y jóvenes, mas allá de donde se realicen las clases, recordando que nuestra intencionalidad educativa no pasa por que nuestros estudiantes se conviertan y desarrollen sus funciones cerebrales para operar en la virtualidad como recolectores y reporteros de información, sino, que mediante prácticas y actividades, convertirlos en pensadores originales, curiosos, creativos y críticos.

(*) Profesor e investigador universitario.



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