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Policiales 25 de febrero de 2022

Desde adentro: prostitución, venta de droga y persecución

Referentes del colectivo trans y el trabajo sexual dan sus testimonios de cómo se vive cada noche el trabajo en la calle. Falta de oportunidades, derechos vulnerados y el narcomenudeo como alternativa para sobrevivir.

Preta, referente de las trans migrantes en Mar del Plata.

Noche a noche mujeres trans ocupan diferentes esquinas de la ciudad, principalmente en lo que queda de la Zona Roja de Luro o en la naciente de la Vieja Terminal o Tribunales. Sexo no es lo único que ofrecen, sino también muchas trabajadoras sexuales venden cocaína y la calle se transforma en una suerte de point de vicio, placer y delito.

En 2018 en la provincia de Buenos Aires se derogó el artículo 68 del Código de Faltas que penaba a las personas que ejercían la prostitución. Ese artículo establecía arresto de 5 a 30 días y una sanción económica a quienes “ejercieren la prostitución dando ocasión de escándalo o molestando o produjere escándalo en la casa que habitare”. Derogado ese artículo, las trabajadoras sexuales pueden estar en la esquina que quieran, tienen derecho a estar allí, siempre y cuando no cometan algún tipo de delito.

Preta es referente de las mujeres trans migrantes en Mar del Plata y es trabajadora sexual desde hace 20 años. “Yo elijo la calle, el trabajo ha dignificado mi vida y mi hogar”, dice.

“Sufrimos mucha violencia institucional, ha recrudecido. Todos los días sufrimos maltratos físicos y psicológicos por parte de la policía que nos dice que no podemos estar en la calle y es mentira eso. El uso del espacio público lo puedo hacer, siempre y cuando tenga los cuidados necesarios para manejarme dentro de los espacios públicos. Pero todos los días nos violentan ¿por qué tanta violencia contra nosotras? Una violencia que no la he pasado nunca en los 20 años de trabajar en la calle. Estamos retrocediendo”, remarca Preta.

Preta trabaja cada noche en la avenida Luro. Y asegura que constantemente es insultada, denigrada y maltratada, tanto por vecinos como por la policía. Esa violencia que sufren las mujeres trans mezcla discriminación de clase, con maltratos, transfobia y xenofobia. Un coctel que padece uno de los colectivos más vulnerados de la sociedad, como son las mujeres trans que se prostituyen.

“La venta de droga existe, pero es un tema complicado”, dice Preta y pide que se deje de “estigmatizar” al colectivo trans con “esto del narcomenudeo”. “No se puede sindicar a todo un colectivo, cuando es una minoría. Pero es muy fácil estigmatizar a la población trans que es vulnerable, que no tiene voz, que no tiene un Estado presente. Sin embargo nos siguen atacando”, agrega.

“Con esta persecución las compañeras no tienen para comer, y nos tildan de narcos. Las compañeras no pueden ni pagar el alquiler, a nosotras nos cobran tres veces más el alquiler solo por nuestra condición de trans”.

Por otra parte, como trabajadora sexual en la calle, Preta también ha sufrido de la violencia de los vecinos de la zona roja de Luro, quienes, junto a la policía, han intentado correr a las mujeres trans de la calle.

Yo vivo de la calle, elijo la calle. No voy a trabajar en mi casa, porque no me siento segura y tengo que preservar mi intimidad. Por eso elijo la calle, pensando que la seguridad del Estado estará presente, y sin embargo no. El Estado es violento, los vecinos son violentos. Queremos llegar una mediación, pero no se hizo posible porque esto se politizó”, dice y agrega: ““El ataque a la mujer trans y al colectivo de las trabajadoras sexual ha recrudecido. Las mujeres trans que estamos en el trabajo sexual somos sobrevivientes y nos estigmatizan, se nos niegan las puertas a una audiencia para iniciar un debate”.

“No defendemos la venta de droga, pero lo entendemos”

Victoria Banx tiene 31 años y hace 10 que es trabajadora sexual y, como mujer trans es referente en Mar del Plata de la Red Nacional por el Reconocimiento del Trabajo Sexual.

Para Banx no hay una solución inmediata en cuanto a la Zona Roja y asegura que el problema es el consumo de droga, no el trabajo sexual. “Esto no se puede solucionar con una ordenanza. Por eso lo mejor es ir pensando desde una mesa de trabajo. El problema más serio es el de consumo de droga. Me parece muy fuerte hablar de narcotráfico. Y al conocer a las chicas que trabajan en la zona, son economías muy informales. No hay un narco atrás, no hay grandes redes, revenden lo poco que consiguen. Son microeconomías que se desprenden del trabajo sexual. No hay una red, no existe alguien moviendo los hilos, son las chicas que hacen lo que pueden”, dice.

Banx cuenta que, por ser trans, pagan entre 2500 y 3000 pesos de alquiler por día. “Es la situación que empuja a las compañeras a vender droga. No defendemos la venta, pero lo entendemos, comprendemos y defendemos los derechos humanos de esas personas. No defendemos el narcomenudeo”, remarca.

“El narcotráfico funciona en otras esferas, no en una esquina, esa es la punta del iceberg. Está en foco la figura de la trabajadora sexual, pero hay toda una economía atrás de eso. Arrestar a las compañeras es una parodia para no investigar a las mafias”, declara la referente de la Red Nacional por el Reconocimiento del Trabajo Sexual.

Victoria Banx también critica la Ley de Trata, sancionada en 2012. “Esa ley prohíbe los lugares en los que se ejercía la prostitución puertas adentro. Entonces el único lugar para ejercer pasó a ser la calle y lo que pasaba puertas adentro quedó puertas afuera y es más visible. Entonces es la calle o ejercer la prostitución en un departamento sola. Pero la mayoría de las pibas no tienen el acceso para alquilar algo y trabajar en el propio domicilio, porque no te alquilan por travesti”, cuenta y agrega: “Pedimos que se despenalice el trabajo sexual y eso significa que se modifique la ley de trata para que podamos ejercer agrupadas, y que no nos allanen y nos armen una causa por trata”.

Sobrevivir en la calle

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Victoria Banx en una foto tomada este jueves en la nueva Zona Roja.

La otra noche un patrullero pasó siete veces en una hora mientras estaba parada en una esquina. La policía te pasa lento, te mira mal y amenaza con detenerte”, cuenta una mujer trans de la zona roja de la Vieja Terminal.

Cecilia es parte de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar) y ejerce la prostitución en la zona roja de la avenida Luro. “La noche a noche es ser hostigadas por la policía, no podemos trabajar, parece que no quieren que existamos”, dice.

“Nosotras pagamos alquileres más caros que el resto, no accedemos a los mismos derechos y si no trabajamos, ¿qué hacemos?”, remarca la mujer trans.

En cuanto al narcomenudeo que existe en la zona roja, Cecilia dice que “las compañeras que se dedican a vender  droga lo hacen con una necesidad extrema de subsistir”. “No estoy de acuerdo, pero cada una sobrevive como puede. El tema es sobrevivir en la calle. Todas tratamos de trabajar y guardar la poca plata que hacemos”, agrega.

Los reclamos se repiten: una mesa de diálogo entre el municipio, las trabajadoras sexuales, vecinos, policía y fiscalía. Cambios en la Ley de Trata y oportunidades para las trans que no eligen la calle, pero que no tienen otra opción.

Sobrevivir a eso parece dedicarse realmente uno de los colectivos más vulnerados de la sociedad. Sobrevivir a la calle, al trabajo sexual, a las drogas, a la inseguridad, a la policía, a la violencia, a la falta de derechos.



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