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Opinión 27 de septiembre de 2023

Embarazo adolescente: descreimiento y ausencias

Por Eduardo Marostica (*)

 
Cuando vamos a hacer un taller ESI y abordamos el tema “Embarazo adolescente” existe un pensamiento que flota en el aire… Un “a mí no me va a pasar”. Pero esto es tan probable como cuando escuchamos a un adolescente que se llevó nueve materias asegurar, cual político en campaña, “las saco a todas en diciembre”. Ya sabemos cómo termina esa historia, más allá de que encontremos algún caso que desmienta lo anterior.

Y esto tiene que ver con que, hasta que no nos tocan las situaciones de manera cercana, no las vemos probables. En broma, les aseguramos a esos grupos de estudiantes secundarios, que en los siguientes dos años, el 20% de los y las presentes será mamá o papá, al tiempo que se quejan entre risas acusándonos de “mala onda”.

La dinámica de estos talleres con adolescentes suele partir de una consigna que consiste en improvisar teatralmente la siguiente escena: el momento en que una chica le dice al novio que el Eva-test le dio positivo.

En nuestra experencia, en todos los casos el pibe descreía el relato de la chica, desconfiaba de la -para él- “supuesta paternidad”. “¿¡Qué sé yo si es mío!?”, decían.

En algunos casos, acusaban a la chica de ser infiel, pero lo cierto es que en la abrumadora mayoría de estas dramatizaciones, el “cuidado”, atendiendo a la responsabilidad de utilizar los métodos anticonceptivos adecuados, se le endilgaba a la mujer.

A lo largo de los talleres, los varones expresaron dos actitudes que podrían encuadrarse en:

1) mostrar sorpresa ante la noticia de su novia, pese a haber tenido a mano métodos anticonceptivos de barrera, como los preservativos, a los que podían acceder gratis, y no querer usarlos.

2) tener un permanente comportamiento elusivo, que se traducía en “borrarse” desde el momento del inicio de la gestación.

A estos comportamientos descriptos podemos ubicarlos como típicamente patriarcales.

El hecho de que los pibes no queden embarazados, genera un marco para que puedan negar con facilidad y tomar distancia de la zozobra emocional que reina cuando irrumpe un embarazo no previsto, a pesar de tener un vago registro de que si como varón no te cuidás, la situación no debería sorprenderte y deberías hacerte cargo.

Los aprendizajes que mellan en la subjetividad masculina dentro una matriz cultural patriarcal tienen una impronta caracterizada por la negación y la ausencia. En los hechos, cuando la cosa está consumada y ante una paternidad intempestiva, el varón tiene margen para activar mecanismos de negación que la mujer tiene completamente vedados, debido a su condición de gestante. Estás características que se van inscribiendo en la subjetividad de los varones adolescentes, constituyen esas marcas que, de no deconstruirse, reconoceremos en los futuros hombres adultos.

 

(*) Psicólogo rosarino y autor del libro En el ojo de la tormenta, reflexiones sobre la construcción de las masculinidades y de la nouvelle juvenil El viaje de Camila.