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Interés general 21 de febrero de 2021

“A veces no hay explicación de por qué un caso policial tiene rebote y otro no”

Ricardo Canaletti presenta su nuevo libro "Crímenes sorprendentes en el Vaticano" y dice que los hechos de sangre mantienen la captación de público que tuvieron siempre. Además, reflexiona sobre el rol del periodismo en la era de internet y cuestiona los medios electrónicos.

Ricardo Canaletti cuenta con más de 40 años de trayectoria periodística y acaba de editar su quinto libro de casos policiales.

Ricardo Canaletti lleva más de 40 años en redacciones periodísticas. Sólo por eso, su opinión sobre las noticias de actualidad y las coberturas de los medios de comunicación detenta suma autoridad.

En tiempos en los que los editores pueden analizar los comportamientos de sus lectores y, de esa forma, establecer qué temas les despiertan mayor interés para satisfacerlos, es fácil concluir que los casos policiales continúan atrayendo su atención, como lo hicieron siempre. Experto en ellos, Canaletti acuerda con tal aseveración, aunque destaca que a veces no existen explicaciones para justificar la información que consume la gente.

En ese marco, y dentro de la presentación reciente de su nuevo libro “Crímenes sorprendentes en el Vaticano”, da su postura sobre las vicisitudes que atraviesa la profesión en la era de internet y le cuenta a LA CAPITAL por qué decidió escribir sobre hechos de sangre que ocurrieron a lo largo de toda la historia y en un lugar tan distinto a la Argentina.

-¿Qué lo llevó a investigar a escribir sobre crímenes en el Vaticano?
-Se le ocurrió a Ana Laura Pérez, una editora muy amiga mía de Sudamericana, Penguin Random House, con la que yo venía trabajando en mis libros anteriores: “Crímenes Sorprendentes de la Historia Argentina I, II y III” y “El vengador del hampa”. Veníamos viendo qué hacíamos ahora. Yo tenía muchas ganas de contar un caso internacional, que tenía alguna relación, algún vínculo con la Argentina, muy lejano, que es el caso de Emanuela Orlandi.

-¿Cuál es el vínculo?
-Tiene un vínculo con la Argentina porque uno de los componentes es la Logia P2, la masonería, la posibilidad de que se involucraran personajes de esa calaña, y también el vínculo entre la mafia italiana, la de Roma, y el propio Vaticano. Se decía que miembros de la Junta Militar eran masones. Le buscábamos un vínculo para traerlo hacia la Argentina, pero en verdad no hizo falta. No hace falta porque la historia es buena en sí misma. Si yo no digo dónde ocurre ni la nacionalidad de la chica desaparecida, es una historia fantástica en cualquier parte del mundo.

-¿Y cómo terminaron siendo más los casos en el libro?
-Cuando se lo dije, Ana Laura me contestó: “¿Qué te parece ‘Crímenes en el Vaticano’?”. Y yo me quedé con la boca abierta, pensando en qué era lo que me estaba diciendo. Le pregunté si lo que quería era que hiciera un libro de historia. Y me dijo: “¿Y por qué no? Puede ser de historia, de filosofía, de teología… Pero todos estos acontecimientos tienen que tener un crimen”. Y basta una mirada de la historia de la Iglesia Católica y te vas a dar cuenta que crímenes hay a patadas. Si uno quiere encontrar crímenes va a la historia de la Iglesia Católica.

-¿Y cómo fue el proceso de búsqueda y selección de casos? Debe haber sido árduo porque es muy extensa esa historia…
-A partir del caso de Emanuela Orlandi, empecé a buscar. Primero, cómo hacía para tener buena información sobre Emanuela Orlandi, y tuve la suerte de que conocía de algún viaje a Italia a una fuente que es una de las pocas que puede, que está autorizada, a litigar en el Vaticano, a favor o en contra. Y entonces tenía mucha información al respecto. Después me enteré que esa misma fuente representa a la familia Orlandi en el juicio. Entonces ahí ya tuve un anclaje y a partir de esa fuente me fui conectando con otras: un arquéologo, un historiador, en fin, diferentes personas que me fueron contando hechos, historias, que podían servir para el libro y de las cuales quedaron trece.

-Eso le facilitó el trabajo, entonces. ¿Después sólo tuvo que escribir?
-Bueno, empezó de esa manera y se realizó con esas colaboraciones. No solamente me contaron cosas sino que además me indicaron sitios de internet a los que acudir y me enviaron información de sus propios trabajos, que no se conocen, algunos escritos en latín, por ejemplo, y había que traducirlos. Me llevó su tiempo pero valió la pena. Me enteré de muchas cosas que no sabía.

-¿Encontró similitudes en los casos?
-Siempre fue igual. Siempre tuvimos una versión que no resultó ser, o que fue dudosa. En el primer caso, que ni siquiera pasó en Roma, sino que pasó en Alejandría, que es una profesora de filosofía egipcia, admiradora de la cultura griega. La versión oficial que se da al respecto es muy parecida a la versión que se da en el caso de los guardias suizos. Pasaron dos mil años y la estrategia de ocultamiento siempre fue la misma. En el fondo de la cuestión no deja de haber un crimen, un instigador, asesinos, sicarios y una explicación que es mentirosa, que trata de ocultar lo que pasó.

¿Por ejemplo?
-El crimen de los guardias suizos (1998), que lo hemos publicado, lo hemos cubierto todos, a través de agencias y de los corresponsables en el caso de los medios que tenían corresponsales. Lo que yo no sabía es que la madre de uno de ellos sigue litigando en el Vaticano porque no cree en la versión oficial, que es que fue su hijo el que por una razón que la Iglesia Católica no sabe explicar, en un rapto de locura -lo que siempre viene bien para explicar lo inexplicable- el que mató a su jefe y a la mujer de su jefe, y después se suicidó. La señora, que es de Suiza, se instaló en Roma y comenzó una batalla legal con el Vaticano para que se continúe investigando este caso… La muerte de Juan Pablo I (1978) la recordamos todos. Lo que no sabemos es de qué murió. Nadie sabe de qué. Salvo que uno crea en lo que dice el Vaticano, pero eso es otra cosa. Pero a ciencia cierta, con documentos en la mano, nadie sabe de qué murió.

Historias y noticias

-¿Por qué cree que a la gente le interesan tanto los casos policiales? ¿Y cuál es la razón de que algunos tengan más repercusión que otros?
-Siempre a la gente le gustó escuchar historias, al público en general. A medida de que cuentes historias vas a tener público o alguien que te escuche. Hay veces que no tenemos explicación de por qué prende un caso y otro no, de por qué uno tiene rebote y otro no. Puede ser un problema de comunicación, de que no esté bien titulado, millones de cosas que pueden pasar en la gráfica pero también en la tele, porque una noticia mal explicada pasa y la noticia o la historia no deja de ser buena. Lo que pasa es que ahora algo también es cierto: cada uno se genera su propia historia, y ese es el gran peligro que tiene el periodismo y la transmisión de los acontecimientos.

-¿Y eso por qué ocurre?
-Cualquiera ser cree con derecho a contar una historia. Es decir, cualquiera se cree con derecho a ser periodista y no es así. El periodista lo sabe y lo sufre con los famosos medios electrónicos, en los que cualquiera entre y opina de lo que sea, habla de lo que sea y dice cualquier tontería, y vos te tenés que perder todo el día sino la semana o el mes separando la paja del trigo. Y la verdad, esto antes no lo teníamos: estaban bien claros los roles. Yo comunico porque me preparé para comunicar, para elegir noticias que darle a la gente, para prepararlas y contárselas, y hay otros que están ávidos de obtener esas historias y esas noticias y parece que está todo mezclado.

-Es decir, cambió con internet…
-Sí. Y como decía Umberto Eco, el gran problema de internet es ese: convierte en sabio al borracho del pueblo. Está bien que todo el mundo hable, yo no estoy en contra de que todo el mundo hable y opine. Al contrario está bien y así debe ser, pero no todo es para todos. Si yo quiero hablar u opinar de determinado caso, bueno tengo la puerta de mi casa y la plaza: me subo a un banquito y digo todo lo que quiero. Pero no está bien llevarlo a los medios electrónicos y que se convierta en una verdad revelada, me parece que es una exageración. Creo que este es el gran problema del periodismo y de la comunicación en la actualidad. A veces no sabés muy bien dónde estás parado. Pero bueno, tenemos las historias, tenemos los libros y tenemos a veces el espacio para contarlas.

-Es muy distinto dar una noticia que contar una historia entonces…
-Y… Una cosa es decir que el ministro de Economía tomó tal decisión, y otra cosa es decir que esa decisión fue tomada de acuerdo con determinadas circunstancias, con lo cual vos estás contando una historia que está detrás de la noticia que estás dando. Es mucho más difícil hacerlo con economía… Recomiendo que no lo hagan con economía porque es lo más aburrido que puede haber (se ríe). Pero en definitiva, todas las noticias se pueden dar contadas como si fueran una historia, donde la noticia es un elemento más. Puede ser el final, puede ser el principio, lo que quieras. Pero hay una historia para contar. En la medida que haya una historia está todo bien.