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Cultura 28 de mayo de 2020

“Agarrá la pala”, un libro sobre el fenómeno de los youtubers y una industria en crecimiento

la historiadora Agostina Gentili y el director audiovisual Teodoro Ciampagna abordan el fenómeno de los youtubers, a partir de las trayectorias más conocidas de Argentina.

En “Agarrá la pala”, la historiadora Agostina Gentili y el director audiovisual Teodoro Ciampagna abordan el fenómeno de los youtubers, a partir de las trayectorias más conocidas de Argentina -desde Paulina Cocina hasta el grupo Hecatombe- para dar cuenta del capital cultural y económico detrás de cada video, y revalorizar el contenido audiovisual producido para esa plataforma, primero como ejercicio lúdico del tiempo libre y luego como un trabajo, sin reglas claras pero no por eso improvisado.

¿Qué tienen en común Paulina Cocina con sus divertidos tutoriales de recetas; con Jorge Luis Pinarello, el hombre detrás del canal Te lo resumo así nomas, al que siguen más de cuatro millones y medio de personas? ¿Y Lyna Vallejos, la gamer y autora de un libro infantil que desde hace meses figura entre los más vendidos, con Hecatombe, el grupo cordobés que hace ficción? Todos son youtubers, esto es: trabajan de generar contenidos audiovisuales en una plataforma que no para de crecer.

La diversidad de propuestas es enorme y con atención a distintos públicos, pero detrás de ella hay elementos comunes: muchas horas de prueba y error, trabajo de pre y pos producción, trucos de edición, guiones, investigación y la interacción con las personas que siguen los canales, que además definen mucho de los contenidos. Jugar a ser youtuber no tiene costos porque cualquiera puede intentarlo. Ahora, no a cualquiera le va bien, no hay secretos, hay tips y una clave: estar en movimiento.

Sobre este tipo de consumo que concentra millones de espectadores indaga “Agarrá la pala. El verdadero trabajo del youtuber” (Penguin Random Housef), un libro que se hilvana entre entrevistas a youtubers para dar cuenta del fenómeno y desterrar prejuicios que los asocian como vagos, porque lo que está cambiando es el paradigma de la comunicación y los consumos.

“Planteamos el trabajo de youtuber como el surgimiento de una nueva industria dentro del entretenimiento. Un canal de YouTube compite con Netflix o con Spotify. Y se está ganando el tiempo libre de la gente, que está dejando de consumir las grandes cadenas de televisión. Los youtubers han ido a buscar al espectador y se han preocupado por lo que quiere ver y en eso han ganado un espacio irreversible”, dice a Télam Teodoro Ciampagna, uno de los autores, director de la productora Bueno Dale y productor de Hecatombe.

“Es un tipo de consumo a la carta, en función de cuándo querés y lo que querés, y la sensación de que del otro lado estás vos, es un par. No es el elegido que alguien descubrió y lo hizo saltar a la fama, es el que se hizo a sí mismo. Eso genera mucha cercanía y el intercambio con seguidores es fundamental en la generación de contenidos, algo que no forma parte de otras propuestas de producción audiovisual”, agrega por su parte Agostina Gentili, docente de la escuela de cine de la Universidad Nacional de Córdoba.

Para la historiadora “hay mucho desconocimiento de las destrezas que supone ser youtuber y la diversidad de contenidos: no son sólo personas hablando a cámara. Lo que termina figurando en los espacios ya legitimados de circulación cultural es un costado banal, el lugar común de ser famoso o influencer”, cuando en realidad “sería bueno que empecemos a reconocer que detrás esos tutoriales de Youtube que forman parte de nuestra vida hay gente produciendo, pensando, buscando un concepto”.

Como plantean Ciampagna y Gentili, los contenidos creados por los youtubers inauguraron un lenguaje, “que tiene un antecedente en el lenguaje televisivo e incluso en el cinematográfico pero basado en lo informal desde la estética de cámara, de edición, o del modo en que se presentan los actores. La empatía con el espectador no sólo tiene que ver con el carisma sino también con la búsqueda narrativa: son grandes narradores y lo tienen innato de consumir horas y horas de YouTube”, argumenta Ciampagna.

Al mejor estilo experimento, convertirse en youtuber supone fracasos, pruebas, estudio, producción y generación de redes de difusión: “La plataforma habilitó un proceso de experimentación, hay mucho contenido hecho sin escuela, por cuenta propia, con la ayuda de amigos, tutoriales. La plataforma ofrece intentar sin costos, y al mismo tiempo, si te sale bien podés cobrar y eso es algo que no sucede en otros espacios, abre puertas”, argumenta Gentili.

Están quienes perciben ingresos por las reproducciones en la plataforma pero también quienes lo hacen sin rédito económico, se divierten, canalizan tiempo libre, generan contenidos para compartir con amigos o familiares. En ese sentido, piensa la historiadora, “YouTube se presentó como una gran oportunidad no sólo de consumo y entretenimiento, también de agarrar la pala y hacer uno mismo”.

Como ironiza el título del libro, “Agarrá la pala”, lo que refleja es el oficio detrás de youtuber, “son verdaderos productores audiovisuales, guionistas, realizadores, directores, todo condensado en pocas personas que participan”, sostiene Ciampagna, para quien “la construcción del youtuber como vago viene de ´Mi hijo el dotor´, que tenía que seguir una profesión tradicional, entonces ¿cómo concebís que alguien pueda dedicarse a filmarse y armarse una profesión a medida? Es raro que un youtuber llegue tan lejos si no ha trabajado para conseguirlo”.

Muchos de los entrevistados del libro sugieren que la plataforma genera posibilidades y democratiza el acceso, a diferencia de otros medios tradicionales. “Pero -dice Gentili- eso no lo abrió Youtube sino quienes se pusieron a crear contenidos para, es dialéctico, un ida y vuelta: la plataforma habilita ciertas cosas y capitaliza una dinámica que se empezó a generar entre usuarios pero no es que estaba pensado originalmente así”.”

“Porque -continúa- se la puede ver como un gran monstruo, es Google, pero al mismo tiempo, hubo una apropiación de ese recurso que ahora es un fenómeno, canalizó muchísimas energías y llegó a personas de todas las edades y en los temas más variados”

Todavía es reciente hacer balances sobre esta práctica que empezó como un juego y tomó forma hasta convertirse en un oficio, por lo que “no sabemos si va a ser un lugar de paso o no, tampoco hay reglas claras, no hay método y eso supone un enorme desafío y también una gran oportunidad. Por su propia dinámica la exigencia es la estar produciendo”.