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Cultura 28 de abril de 2020

“Alétheia”, cuentos atravesados por las penumbras

El escritor Rául Alonso publicó su primer libro de relatos. Desde España, cuenta que las historias de “Alétheia” están vinculadas por “el desencuentro principaldel narrador con su propia historia”. El amor, la dictadura y los quiebres familiares, algunos de los temas que pinta en claroscuro el escritor marplatense.

Por Paola Galano

Autor de los poemarios “Estación Uno”, “Urbano” y “Lo amargo por miel”, el escritor marplatense Raúl Alonso regresa ahora al terreno literario con “Alétheia”, su primer libro de cuentos, editado por el sello Azul Francia. En estos relatos, Alonso articula lo que define como “la necesidad personal” de “traer a la luz esos aspectos más íntimos y que son, tal vez, los que más nos perturban”, explica.

El escritor lleva así a la práctica el concepto filosófico de “Alétheia”, que refiere a lo evidente, a quitar el velo en torno de ciertas verdades. En este caso, verdades relacionadas a esas historias –de gran virtud narrativa- siempre enigmáticas, misteriosas, y construidas, por lo general, con finales sorpresivos.

Desde España, donde reside desde hace dos años, Alonso cuenta a LA CAPITAL que sus textos buscan “echar luz sobre lo que está oculto u olvidado”. “Al maniobrar en las penumbras, al no verlos (esos conflictos) son generadores de ciertos dolores y hasta de ciertos espantos”, define. Por eso, estos relatos se mueven en una atmósfera introspectiva.“El desocultamiento de ciertas sombras íntimas opaca cualquier signo de algarabía”, reflexiona el autor.

Alonso vivió en los últimos tiempos un entrecruzamiento entre España y Argentina. En 2005 se radicó en Madrid, motivado por la falta de trabajo que padeció en Mar del Plata. Tras la crisis inmobiliaria y la recesión de ese país, volvió a su ciudad. “Regreso a Argentina y luego de algunos años de actividad y cierta estabilidad, vuelvo a quedar desempleado en 2017 –repasa-. Caí en una crisis muy profunda, a lo económico se sumaba un profundo abatimiento anímico y a principios del año pasado tomé la decisión de regresar a España, con mucho dolor, ciertamente”.

Reconoce que sus idas y vueltas a través del Atlántico fueron decisiones que no tomó “desde el deseo”, sino impulsado por la necesidad. Dice que Mar del Plata y Argentina son sus “lugares en el mundo”. No obstante, no deja de dar batalla desde España sin dejar de escribir, ni de cantar, su otro oficio. Fue justamente en su segunda permanencia en Europa donde trabó contacto con el sello Azul Francia, editorial argentina que decidió incluir a “Alétheia” en su flamante catálogo. Así, el libro llegó a Mar del Plata en los últimos meses.

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-¿Cómo fueron apareciendo estos cuentos?

-Puedo establecer el período de los últimos cinco años en los que han ido surgiendo, fundamentalmente durante los últimos tres. A excepción de “Vertebral” que lo escribí hace bastantes más años, entrando en los ochenta, cuando ocurrían los juicios a los comandantes. Fue mi manera de expresar mi íntimo horror ante lo que descubríamos día a día. Pero el resto sí, pertenece a los últimos años cuando decidí incursionar en la prosa.

-¿A tu juicio, qué hilo común recorre todos los cuentos?

-Creo que el aspecto más evidente que recorre casi todos estos relatos es la introspección del narrador.Si bien las historias son diversas, creo que están unidas por esa voz del narrador que parece desear compartir ese desocultamiento al que alude el título. Creo que se trata de una tarea conjunta entre el narrador y el lector, pienso que el aspecto común es esa particularidad basada en que quizás sea más relevante lo que no se dice que lo que está expresado en los textos.Quizá se pueda ver como una confesión pública o un sutil pedido de ayuda.

-De la lectura se desprende que el desencuentro amoroso es un tema que se repite en la mayoría de los relatos. ¿Coincidís?

-En parte, sí. Creo que están expuestos diversos desencuentros. En principio, el desencuentro principal, digamos, del narrador con su propia historia. Presenta diversos rostros, que son en definitiva los rostros que ha utilizado desde su infancia hasta su madurez y lleva a cabo ese enmascaramiento, tal vez a sabiendas, pero más como forma de supervivencia, más como una estrategia inconsciente. Hay allí latente una especie de camuflaje, de encubrimiento, que el narrador necesita dilucidar y en ese ejercicio colisiona con los aspectos más piadosos o más combativos generando desencuentros entre los que, sí, el amoroso es uno de los más presentes.

-Otro tema que aparece es el quiebre familiar. Algunas de tus historias retratan eso: la incomunicación, el desmembramiento, la desmemoria, “las postales de la infancia”, como señalás. ¿Te interesa ese tema?

-Sí, claro. Esto está emparentado con la pregunta anterior. Intenté que los relatos tuviesen de algún modo un hilo conceptual, más allá que se traten de historias breves y sin relación aparente. En ese sentido, lo que mencionás forma parte de esa cuerda vinculante. Visualizo esos temas como partes de un rompecabezas que el narrador intenta unir constantemente con escenarios cotidianos, con anécdotas triviales o con vivencias determinantes de su vida. Lo veo, en definitiva, como un juego de encastre en donde las piezas más grandes tienen que ver con esos temas. Paradójicamente, lo que aparentemente se muestra como carencia, en este juego se transforman en hallazgos.

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-La última dictadura militar también sobrevuela, pero desde un aspecto sorpresivo. En los dos relatos en los que abordás el tema el final resulta revelador. ¿Por qué decidiste trabajar el tema así?

-No fue una escritura que obedeciera a una decisión previa. Lo que sabía era lo que no deseaba hacer pero no estaba seguro por dónde iría. No quería abordar el tema y que el texto se transformase en un “chantaje emocional” como decía Borges. Tal vez en “Vertebral” el escenario se muestra de un modo más directo, pero creo que obedece a la época en el que lo escribí. En “Las cartas nunca llegan al río” hay una estructura basada en un suceso familiar y sólo dejé fluir la historia. Ese período negro aparece de un modo lateral pero rotundo.Es una etapa que ha dejado una marca en mi vida, el genocidio, Malvinas. Creo que sea lo que escriba siempre de algún modo u otro se reflejará esa oscuridad. Mi generación es hija de ese terror planificado.

-¿Por qué la voz del narrador delata tristeza y el hecho de sentirse un tipo con “carita de infeliz”?

-La vida siempre me he sorprendido del lado de los perdedores, en términos generales. Y en forma particular descubrir, aún en las instancias más amables con la vida, esos quiebres que soslayamos, tanto con nuestra propia historia como con la relación con las otras personas. Creo que el narrador denota varias singularidades aparte de la tristeza. Y lo adjudico al ejercicio de una mirada sobre aspectos comúnmente evitados y ese ejercicio suele realizarse casi obligadamente desde la tristeza, en un punto, pero también desde el desengaño, desde la opresión, de la conciencia de finitud, en fin, creo que se trata de un narrador que se arranca ciertas máscaras y lo hace junto al lector. El desocultamiento de ciertas sombras íntimas opaca cualquier signo de algarabía.

-¿Cómo se dio la posibilidad de publicar el libro? ¿Cómo fueron las gestiones con la editorial? ¿Todo hecho desde España?

-El libro lo envié a la editorial Azul Francia poco tiempo antes de partir. Estando ya en España, pocos meses después, Francisca Mauasse comunicó conmigo expresando que les había interesado y si estaba de acuerdo con su edición. La realidad es que acepté inmediatamente, con el firme plan de viajar para Argentina cuando se publicara y así presentarlo en Mar del Plata y en Buenos Aires. Las cosas no resultaron tal y cómo las planeamos, mi viaje se transformó en algo imposible. Existe la posibilidad de editarlo aquí también, al igual que un poemario con textos que quedaron en la carpeta. También le debo mi agradecimiento a Mariano Quirós quien tuvo la deferencia de leerlo y escribir algunas palabras que lo realzan. Todo el proceso de revisión, edición, creación de portada, todo fue hecho a distancia y estoy muy contento con el producto final.