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Deportes 6 de enero de 2019

Alfaro, lo mejor para la transición

por Vito Amalfitano

Es un año de transición para Boca.
Se termina el ciclo de Daniel Angelici. El peor presidente de la historia del club. No tiene reelección. Y se cree que por los paupérrimos resultados y porque hizo todo al revés, tampoco tendrá continuidad su modelo de conducción.

Cuando asumió en 2011 la divisa de La Ribera estaba primera en el ranking mundial de clubes. Y él hizo su campaña con afiches en los que aparecía con Mauricio Macri y en el que le avisaban al socio: “preparen el pasaporte, que de lo demás nos encargamos nosotros”. Los folletos, con esa misma leyenda y estética, los repartían en la Bombonera promotoras vestidas con kimonos.

Casi que Boca “usó” solo el pasaporte para ir a jugar a Madrid una final insólita que perdió ante River. También llegó a la final de la Copa Libertadores 2012 al influjo de las actuaciones de Juan Román Riquelme, el máximo ídolo del club a quién el propio presidente destrató y le abrió la puerta de la salida.

En los siete años de gestión de Angelici, Boca se estancó en aquellos 18 títulos, no ganó un título internacional más, lo alcanzó Independiente, hasta lo superó Al-Ahly de Egipto con 24, y Real Madrid voló y se le fue con 28. Y, lo que es peor, en este tiempo Boca perdió todos los cruces mano a mano con River, no sólo los internacionales, también el de la Supercopa Argentina en Mendoza, y este último en Madrid, el más lacerante, el de la final más importante de la historia. Los hinchas tenían el pasaporte preparado, Angelici puso la billetera, pero la perversidad de su mandato fue proporcional a su fracaso.

Pues entonces empieza la transición. Y para una etapa así Gustavo Alfaro aparece como el entrenador adecuado. En fútbol casi todo es relativo. Pero Boca no podía hacer una apuesta incierta. En realidad, la mayoría de los antecedentes indican que es un club en el que no se consagran como entrenadores los ex grandes futbolistas o ídolos (no completaron las expectativas Arruabarrena y Guillermo, al menos las del “pasaporte”) y sí los técnicos con una importante trayectoria y títulos en la espalda (Lorenzo, Tabárez, Bianchi, Basile, Russo). Tampoco funcionan los “extrapartidarios” que no llegan con esa tamaña espalda o que vienen a hacer movimientos tácticos raros (La Volpe, Borghi). Por lo tanto, no era el tiempo,-y casi nunca lo es en Boca-, ni de los Palermo, ni de los Mohamed, y mucho menos de los entrenadores con escaso rodaje y sin títulos como Beccasese o Heinze. Entre quienes se nombraban, Miguel Angel Russo reunía todas la condiciones, al conocer el mundo Boca y ser nada menos que el último entrenador campeón de América con Boca. No se sabe porque Angelici y Burdisso lo rescataron.

Pekerman claro que tenía pergaminos para dirigir a Boca, pero también podía interpretarse como un “experimento” si se tiene en cuenta sus escasos antecedentes en clubes.

Pues entonces, entre lo que quedaba, Alfaro era y es lo mejor. Tiene espalda, mediana trayectoria, títulos (aunque solo con equipos “chicos”) y es serio. Y es entrenador. No es un técnico en formación ni mucho menos.

Los resultados dependerán de muchos factores, y sobretodo de la capacidad de los futbolistas, pero ya Boca da un salto de calidad con el cambio de DT. Recién en el cúmulo de errores no forzados cometidos en este tiempo es posible que Guillermo por fín se haya “recibido” de técnico. Alfaro ya “se ganó” el carnet desde hace tiempo.

También en lo táctico Boca se perfila como más previsible y menos caótico. El histórico sistema que más réditos le dio a Boca en sus últimas épocas de gloria fue el 4-3-1-2, todo un estilo más allá del número telefónico. Solidez marca “Bianchi”” y un enganche – enlace – conductor para abastecer de juego. Pero a Riquelme lo eyectaron hasta para quedarse sin sucesión ni transición (él podía haber ayudado en la formación de eventual reemplazante y del modelo), con lo cuál, sin un enlace que marque la diferencia, la estructura 4-4-2 de Alfaro aparece como la más lógica.

A todo esto habrá que ponerle nombres propios, lo más importante del fútbol, y que el técnico tenga cierta libertad para reforzarse y formar el plantel para ese modelo y luego para poner el mejor equipo posible en cancha. Esta historia empezará a tejerse el miércoles 16, ante Unión, y el domingo 20 ante Aldosivi, en ambos casos en el Minella de Mar del Plata a las 22.10, y después en el reinicio de la actividad oficial en Rosario ante Newell’s, el domingo 27/1 a las 21.30.