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Arte y Espectáculos 21 de agosto de 2018

Iñaki Urlezaga: “Estoy despidiendo una hermosa etapa de mi carrera”

Transita un fin de ciclo y ya se prepara para lo que viene, un momento de mayor libertad creativa en la que podrá vivir sin tanta planificación. Este sábado actúa en el Auditorium y un día después dará una master class.

"Fueron muchos años de trabajo las veinticuatro horas" , reconoció Iñaki.

Habló de liberación, calma, tranquilidad. Iñaki Urlezaga decidió despedirse del ballet en este 2018. Con naturalidad, la situación del retiro le parece “lógica”, por eso, acaso, ya afloran sentimientos de mayor despojo. “Estoy despidiendo una hermosa etapa de mi carrera”, confirmó.

El bailarín prepara una gran función en noviembre, pero antes pasará por Mar del Plata. El 25 de agosto se presentará en el Teatro Auditorium y un día después realizará una master class para alumnos y alumnas con un buen nivel técnico. “Quiero aconsejar, concientizar, ser concreto”, deslizó. Será en el Instituto Superior de Danza Anahí Ramos (Independencia 3122).

Iñaki está inmerso en un fin de ciclo tras varias décadas de total entrega a una disciplina que lo llevó muy alto: al Royal Ballet de Londres, al Dutch National Ballet de Holanda y, más tarde, a crear su propia compañía, de la que aún es director, entre muchos otros logros.

“Fueron muchos años de trabajo las veinticuatro horas, porque yo ensayo ocho horas pero pienso las veinticuatro como bailarín”, confió a LA CAPITAL. Un fin de ciclo que es también un fin para tanta exigencia física y mental.

Intuye que, liberado de las presiones, podrá vivir “sin planificar”, sin tener cada detalle perfectamente organizado, en un engranaje laboral-artístico imprescindible del que también se siente atado. Ya se lo escucha entusiasmado.

“He trabajado siempre con mucha exigencia, porque cuando sos un director muchas personas dependen de vos, y una estructura tan grande si no tiene una gran organización no la podés llevar adelante. Cuando trabajás con personas es fundamental estar organizado”, explicó.

Con tanta meticulosidad buscó reducir el riesgo del vivo, de las funciones en vivo en escenarios donde siempre reina la adrenalina, la impaciencia, cierto caos, el burbujeo constante, acaso la parte más viva de su trabajo.

De a poco se proyecta lejos de la dirección, un rol “burocrático” y poco vocacional en él, que desarrolló a partir de tener su propia compañía y de querer imprimirle un sello personal a cada repertorio. En cambio, lo que verdaderamente le da vuelo es el papel de coreógrafo, un sitio de libertad absoluta que probó varias veces. “Es lo que más me gusta”, dijo con honestidad, sin temerle a los nuevos desafíos laborales que lo esperan en breve. Más bien buscándolos.



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