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Cultura 20 de junio de 2020

“Belgrano fue un vanguardista en todos los sentidos, incluso con las mujeres”

Florencia Canale es la autora de "Amores prohibidos", un libro en el que recorre un perfil desconocido del gran prócer argentino: "el éxito arrrollador" que tenía entre las mujeres, el trato diferente hacia ellas y los detalles de una época crucial para el país que nacía en el Río de la Plata.

Por Paola Galano

“En mis novelas no hay modernidad. Hay historia. Hay pasado”. Lo asegura Florencia Canale, la escritora y periodista que es autora de “Amores prohibidos” (Planeta). En el libro reconstruye las relaciones amorosas y secretas que protagonizó Manuel Belgrano, este “héroe del siglo XIX” que, a pesar de la seducción que generaba entre las mujeres de su época, nunca logró formalizar un vínculo de pareja.

“Pareciera que Belgrano se enamoró o se apasionó con mujeres que estaban casadas, tal vez habría que preguntarse por qué no encontró una mujer soltera con quién casarse“, dispara la escritora, que nació en Mar del Plata pero “rápidamente” se mudó en familia a Buenos Aires.

“Amores prohibidos” viene a contar aspectos íntimos y desconocidos del prócer que tuvo que hacerse militar porque la causa de la Independencia de América lo requería, y que se puso al frente de una tropa. Dejó en segundo plano su formación de abogado, egresado de la Universidad de Salamanca, en España.

 

“Hubo una construcción maliciosa, una operación siniestra porque Belgrano fue un hombre al que le gustaban las mujeres”
amores prohidos

La crónica de los amores apasionados de Belgrano es también un modo de conocer el extraordinario perfil humano del creador de la Bandera Nacional, en momentos en que se cumplen los doscientos años de su fallecimiento (murió un 20 de junio de 1820). Y a la vez, el libro es una gran posibilidad de asomarse a las costumbres de la época colonial y revolucionaria en el Río de La Plata.

Los detalles de la arquitectura, de los alimentos que se consumían, el ambiente social y hasta las telas con las que estaban confeccionadas las prendas de ese tiempo son parte complementaria de la novela, y un terreno fértil que no deja de aportar información.

“No podría escribir un amor o el vínculo amoroso de un héroe del siglo XIX sin contar el contexto y el momento histórico de esa pareja y lo que esas parejas transitan. La vida no es solamente amor, lamentablemente”, explica la autora en una extensa charla con LA CAPITAL.

Especializada en el género de la novela histórica, Canale va más allá, incluso: “También trato de reconstruir la lengua del momento”, con el objetivo final de que la comunidad lectora no perciba “ruidos”, o elementos extemporáneos al siglo referido. “La voz de ellos, de ellas, la encuentro en la correspondencia, ahí empiezo a armar sus voces, soy muy detallista, siempre ando buscando éso: trato de armar y de ponerle cuerpo, carne a ese esqueleto que es una carta o un texto histórico”, confiesa.

 

“Yo digo que es el primer romántico del Río de la Plata, un romántico en todas sus acepciones”

belgranos

-¿Considerás que la historia oficial olvidó los detalles humanos y amorosos de Belgrano?

-Me parece que la historia oficial o la historiografía tal vez no esté para éso. Está para contar la política, el desarrollo de la construción de una nación. Hablo del siglo XIX, la historiografía no está para el costado más íntimo, más emocional de estos hombres. En la novela histórica que escribo sí me interesa, me parece que lo público y lo privado van de la mano y construyen de modo global a estos hombres.

-¿Las derrotas que tuvo Belgrano en su vida militar socavaron su masculinidad? De él sabemos que fue una persona honesta y con valores excepcionales, sin embargo su masculinidad quedó siempre relegada.

-Sí, pero no fue por las derrotas (militares). Tiene que ver con que precisamente él no era militar, le toca en suerte serlo. Está en ese momento y cree en esos ideales y tiene que ponerse al mando del Ejército. Y era un hombre muy riguroso, de unas enormes virtudes y muchas veces el exceso de orden para quienes no las cumplen significó un rechazo absoluto. La tropa le hizo varios motines. Eso que se trató de armar, ese mito, esa leyenda (sobre su masculinidad) están construidos por el grupo castrense que no lo quería, para nada. Fue una construcción maliciosa, una operación siniestra porque Belgrano fue un hombre al que le gustaban las mujeres, tenía un éxito arrollador con las mujeres, las mujeres gustaban mucho de él y él era un gran seductor. Era un hombre muy preparado, muy inteligente.

-Contás en el libro que incluso era muy querido en los burdeles de Madrid que solía frecuentar.

-El llega a Buenos Aires enfermo de sífilis, una enfermedad que muchos hombres tenían en aquellos tiempos. Fue un hombre muy ocupado y preocupado, interesado en escuchar a las mujeres, en aprender, en relacionarse con las mujeres de una manera… te diría muy anticipada. Los hombres no se relacionaban así con las mujeres y él fue un vanguardista en todos los sentidos, incluso con las mujeres. El es quien trae la idea de la educación para las señoritas. Porque entonces las mujeres no tenían educación pública, ni escuela. Con suerte podían aprender a leer en sus casas, y siempre en las clases pudientes. El trajo esa idea que después llevó adelante Sarmiento, bastantes años después.

-Con la mirada del siglo XXI diríamos de Belgrano que fue un hombre feminista, deconstruído.

-Yo digo que es el primer romántico del Río de la Plata, un romántico en todas sus acepciones, no solamente en lo amoroso, un hombre del Romanticismo.

-¿Un idealista?

-Exactamente y sí podemos decir que era un tipo que trajo ideas vanguardistas y que además él mismo fue un vanguardista en relación a las mujeres. No podemos decir que era feminista porque el feminismo no existía ni remotamente. Pero sí que era un hombre que privilegiaba las ideas, los pensamientos y los sentimientos de las mujeres.

-Marcás, en libro, un contrapunto con los otros hombres poderosos de la época cuyas esposas estaban embarazadas y cómo se desentendían de la paternidad. No se ocupaban.

-Para nada se ocupaban. Esto era así en general, por supuesto que había algunas mujeres que pudieron defender sus posiciones, pero las menos. El lugar de la mujer era el lugar de la esposa y madre, si a los catorce o quince años no había un candidato elegido por su padre o un novio o un marido su futuro era tal vez el convento, porque las mujeres si no se casaban o si quedaban huérfanas, la herencia era para las hijos varones. Las mujeres no heredaban, la institución del matrimonio era para que tuvieran un porvenir económico. Había una disparidad enorme, pero así estaba establecida la sociedad.

-¿Te animás a marcar puntos en común entre Pepa Ezcurra, Isabel Pichegru y Dolores Helguero, quienes fueron al parecer los grandes amores de Belgrano?

-Entre Isabel y Pepa podemos decir que fueron mujeres que se la jugaron. Pepa fue un grandísimo amor, es la madre de su primer hijo Pedro Pablo. Isabel fue un romance fugaz. Pero Pepa atravesó el territorio en carruaje para buscarlo en el norte, y realmente era una atrevida absoluta, porque además expuso su vida en los caminos. Isabel (era francesa) atravesó los mares para venir a buscar a este hombre. En este sentido las veo como dos mujeres bastante arrojadas, bastante bravas, valientes. Ya con Dolores (era tucumana) es otra cosa, el está más grande. Y en todo caso sí puedo poner la coincidencia entre Pepa y Dolores: dos señoras casadas con otros señores que se enamoran de Belgrano y que tienen hijos con él. Llevan adelante un amor clandestino, exponiéndose. Son dos chicas de la sociedad, una de la sociedad tucumana, la otra de la sociedad porteña que defendían su amor prohibido contra todo. Cada una ocupó su lugar en el corazón, pero hay que ver que los corazones de todos estos hombres eran corazones valientes y con amores, amoríos y deseos pero los grandes amores eran la causa, la libertad, la independencia. La mujer pasaba a ocupar otro lugar, un poquito más abajo.

-¿Por qué Belgrano no pudo formalizar con ninguna de las mujeres de las que se enamoró?

-No pudo formalizar con ninguna porque estaban casadas, el divorcio no existía, los maridos existían por más que no estuvieran cerca. El marido de Pepa era español, el marido de Dolores se había ido a la guerra. Pensemos que era el siglo XIX, principios de ese siglo, pesaba el asunto moral.