Cataculta, un espacio de encuentro para pensar con otros el mundo contemporáneo
En la Librería Universitaria, se realiza un ciclo de charla-debate entre vinos y libros. Hernán Bergamaschi, su coordinador, cuenta a LA CAPITAL de esta propuesta que busca hacerse tiempo para reflexionar alrededor de una mesa sobre problemáticas de la actualidad desde las ciencias sociales.
Un público diverso se reúne cada mes en Cataculta para pensar temas como la amistad, el trabajo y la educación.
Por Rocío Ibarlucía
Cada mes, desde marzo de este 2025, un grupo variado de personas se reúne en la Librería Universitaria & Espacio Cultural (Jujuy 1731) con una consigna: conversar sobre las problemáticas del mundo contemporáneo, guiados por preguntas, lecturas y una copa de vino. De esto se trata Cataculta, un ciclo de charla-debate que propone recuperar el valor de la palabra compartida, el pensamiento crítico y el encuentro presencial más allá de la lógica dominante de los algoritmos y las tendencias virales.
“Busco generar la idea de la sobremesa, donde todos estemos hablando, pero con un hilo conductor, y que haya alguien que pueda moderar: ese sería mi papel”, explica Hernán Bergamaschi, impulsor de esta propuesta. Profesor de Historia, graduado de la Universidad Nacional de Mar del Plata, especializado en la enseñanza de esta disciplina y formador de docentes, hace tiempo que viene elaborando la idea de “abrir el aula”, es decir, llevar al público general ciertas discusiones propias de las ciencias sociales que muchas veces quedan encapsuladas en el ámbito académico.
Desde esta búsqueda es que surgió Cataculta, definido por Bergamaschi como “un espacio de encuentro, para charlar de esos temas que muchas veces pensamos, pero que no sabemos cómo expresarlos o no encontramos interlocutores ni tampoco el tiempo suficiente”.
Del vino a las ideas
La dinámica de cada encuentro de Cataculta se distancia deliberadamente del formato expositivo tradicional. Lejos de dictar una clase, Hernán propone una conversación guiada, en la cual cada participante puede intervenir desde su experiencia o sus intereses. “Por supuesto, armo la charla desde mi formación como historiador, hago una introducción, comparto ideas de otros autores y trato de llevar algunos disparadores, videos, lecturas, pero no es que doy una clase sobre el tema, sino que es a partir de cuestiones que van surgiendo que se genera el debate y yo lo voy ordenando”, explica el moderador.
Este enfoque no es casual: nace de una inquietud personal del docente, quien cuenta que le interesa “analizar el presente y el mundo contemporáneo y, para eso, quiero saber qué opinan las personas”. Y agrega: “El motor que a mí me llevó a hacer este tipo de cosas, que también me llevó a la docencia, es la curiosidad. Uno aprende constantemente en la docencia”.
De hecho, cuenta que venía dando una serie de charlas en espacios por fuera del aula universitaria y las escuelas, pero “deseaba que hubiese un poco más de debate e interacción”. Y en esa búsqueda por habilitar un intercambio más horizontal fue cuando surgió la posibilidad de sumar al sommelier Santiago Guigue –quien además es abogado y actor– para realizar un encuentro juntos que combine sus conocimientos en vinos con los saberes en ciencias sociales de Bergamaschi.
La idea de maridar vino y debate nace de una cata en inglés que moderó Guigue para practicar el idioma. “En esa reunión el vino fue una especie de combustible para que la gente se relaje y a los diez minutos estábamos todos hablando en inglés. Entonces, yo dije ‘acá hay algo’”, recuerda el profesor de Historia.
Después de esa experiencia, Hernán lo invitó a participar en una de las charlas que ya venía organizando en la Librería Universitaria. Ofrecieron una copa de bienvenida y notaron cómo el ambiente se volvía más distendido y más propicio para el intercambio. “La gente se relajó y se generó una charla interesante”, dice sobre aquel primer ensayo informal, a fines de 2023. Así comenzó a tomar forma Cataculta.

En Cataculta, Hernán Bergamaschi modera el debate y Santiago Guigue guía la degustación de vinos.
Desde entonces, los debates son acompañados por una cata de vinos guiada por Guigue, combinada con una picada de quesos, frutos secos y panes seleccionados por la Panadería Central. Los vinos, aportados por la bodega Alfredo Roca, también forman parte del aprendizaje sensorial y cultural que propone el ciclo.
Un público diverso y sin requisitos previos
Uno de los rasgos distintivos de Cataculta es la heterogeneidad de su público. Ingenieros, docentes, psicólogos, científicos, bancarios, abogados y curiosos se sientan alrededor de una mesa para pensar juntos. Es decir, el ciclo está abierto a cualquier persona interesada en reflexionar sobre la realidad.
“No tenés que tener ninguna sabiduría ni estudiar absolutamente nada porque podés ir a escuchar. Hay gente que escucha, hay gente que interviene, que lleva algún aporte teórico. Pero no es requisito fundamental estar participando o tener ciertos conocimientos sobre el tema a debatir”, subraya Hernán Bergamaschi.
Ese carácter inclusivo y horizontal es una de las claves del ciclo. Por eso, se busca preservar una atmósfera íntima, con cupos limitados, que favorezca el intercambio genuino entre los asistentes. “La idea es mantener un formato íntimo para que todos puedan participar. Tratar de encontrar un balance entre lo íntimo y lo, si querés, público. Por eso, nosotros queremos que la convocatoria sea algo orgánico, de un boca a boca”, explica. Aunque reconoce que las redes sociales ayudan a difundir la propuesta, procuran evitar que el ciclo se vuelva “súper industrializado y comercial”.
“Son tiempos interesantes para los que nos interesan las ciencias sociales, pero a la vez son tiempos de mucho padecer socialmente. Entonces, esa angustia la charlamos para ver qué es lo que nos pasa y lo que vemos”.
Claves para leer la actualidad
Cataculta propone reflexionar sobre temas que atraviesan el presente. ¿Cómo se eligen esos ejes? “En un principio, los temas los elegía yo. Ahora, la elección no es tan autoritaria, porque armé un canal en Instagram de Cataculta desde mi cuenta personal, donde se puede anotar cualquier persona que vaya o que esté interesada. Ahí propongo tres posibles temas, o a veces más, y hacemos una votación”, explica Bergamaschi.
De igual modo, los temas responden a la consigna del ciclo, que es “pensar cuáles son las dinámicas del mundo contemporáneo”. Algunos aparecen de forma transversal en distintas épocas, pero otros responden más específicamente a los dilemas de la actualidad: “Hay temas que, históricamente, nos cruzan, como la amistad, el amor, el deseo, que están hiperpresentes donde los veas, no tiene que ver solamente con la contemporaneidad, pero hay otros que son más actuales, por ejemplo, la tecnología o la posverdad”.
Los encuentros de este año fueron sobre los tiempos modernos, el deseo, el futuro, el trabajo y la amistad. El primero de ellos, por ejemplo, propuso una lectura colectiva del presente desde la historia y las ciencias sociales: “El objetivo fue pensar cuáles son las claves de lectura de la actualidad. Son tiempos interesantes para los que nos interesan las ciencias sociales, pero a la vez son tiempos de mucho padecer socialmente. Entonces, esa angustia la charlamos para ver qué es lo que nos pasa y lo que vemos”.
Respecto del encuentro sobre el deseo, Bergamaschi recuerda que el año anterior se había abordado el deseo “como motor del consumo y cómo se inscribe en la dinámica capitalista”, pero en esta ocasión el enfoque fue más amplio: “Lo pensamos desde la historia del deseo y la filosofía, aunque vinieron psicoanalistas y una bióloga, por lo que se generaron aportes interesantes. Esa es la idea: pensar el objeto que sea en diálogo con lo se ha entendido a lo largo de la historia, pero también con las definiciones que cada uno trae”.

La amistad hoy ¿es contracultural?
El último encuentro de Cataculta, realizado el jueves pasado, giró en torno de la amistad. Por la gran convocatoria del evento anterior –que agotó sus entradas en pocas horas–, esta edición se propuso como una reunión extra dedicada a pensar un vínculo tan cotidiano como complejo, a propósito del Día del Amigo.
“La amistad es un vínculo extraño. No nace de la sangre ni del deber y, sin embargo, persiste. Si no estamos obligados a estar, ¿qué nos hace volver?”, fue la pregunta disparadora publicada en las redes sociales para invitar al encuentro.
Desde esta premisa, Bergamaschi cuenta a LA CAPITAL que el encuentro abrió preguntas como: ¿qué es lo que nos hace amigos de alguien? ¿Hay un intercambio de tipo mercantil en la amistad o es un vínculo desinteresado? ¿Nos parecemos a nuestros amigos o pueden ser diferentes a nosotros?
La idea fue pensar la amistad a lo largo de la historia y la filosofía, revisando, por ejemplo, la definición de Aristóteles, quien identifica tres pilares: semejanza, reciprocidad y confianza. “Estos tres conceptos aristotélicos son interesantes para tomarlos como estructura de cómo entendemos la amistad en Occidente. En mi opinión, esto explica mucho cómo nos vinculamos”, sostiene Bergamaschi.
También pensaron la amistad desde una perspectiva antropológica, “porque nosotros nos constituimos como especie con otros, somos una especie gregaria, por lo que creamos lazos afectivos con otros para compartir situaciones y acompañarnos más allá de la familia, del amor, de los vínculos sexoafectivos. Entonces, evidentemente, la amistad constituye un elemento fundamental de nuestra humanidad”, analiza el impulsor del ciclo.
Además, en este último episodio, Cataculta propuso pensar la amistad hoy, en “tiempos de vínculos funcionales y aislamiento disfrazado de conexión”, por lo cual podría pensarse “casi como un gesto contracultural”, dado que se sostiene sin esperar nada a cambio, “sin un fin productivo”. Conversar con los amigos por el simple hecho de compartir es una práctica que se aleja de los imperativos de la eficiencia y el rendimiento.
Y Cataculta encarna ese mismo espíritu. Como la amistad, apuesta por la conversación sin fines, el pensamiento en común y el estar con otros como forma de resistir al individualismo, y a las salidas sociales que hoy se imponen y que tienden a lo comercial, lo masivo y lo viral de las redes sociales.
“El objetivo es abrir puertas para encontrarnos, para pensarnos, para ser un poquitito más lúcidos en un momento en el que pareciera que nos adormecemos más”, dice Hernán Bergamaschi.
Hacer política conversando
Bergamaschi reconoce que “algunos pueden decir que estos son placeres burgueses porque van, se toman un vino y hablan de la realidad”, a lo que responde: “Y sí, pero ¿cuál es el problema? Está bueno interpelar eso. Lo popular no es solo comerse un choripán y estar en la periferia, por decirlo de alguna manera. Me parece que dedicarse un tiempo para conversar con otros sobre el mundo contemporáneo es una forma, si querés, de hacer política, política en el sentido de lo público, de la comunidad, de la construcción de lo colectivo. Todos formamos parte de la sociedad, entonces ¿con quién vamos a conversar?”.
“El objetivo de Cataculta, en definitiva, es abrir puertas para encontrarnos con el otro, para pensarnos, para ser un poquitito más lúcidos en un momento en el que pareciera que nos adormecemos más, que estamos cada vez más pasivos”, advierte.

Romper la jaula de cristal
El ciclo se realiza en la Librería Universitaria & Espacio Cultural, perteneciente a la Universidad Nacional de Mar del Plata, un espacio que, además de funcionar como librería, es un centro cultural con muestras y actividades abiertas a la comunidad.
Para Hernán Bergamaschi, asistir a este lugar permite comprender “la dinámica de lo que significa la universidad pública para la ciudad y la comunidad. La UNMdP no es solo un espacio para ir a estudiar, también tiene editorial, librería, un espacio cultural, que genera un montón de propuestas en las que pueden participar no solo los estudiantes, docentes y graduados, sino también todas las personas que tengan curiosidad”.
Entonces, tanto la propuesta de Cataculta como la de la Librería Universitaria colaboran con ese objetivo de extender la universidad hacia la comunidad, y acercar el conocimiento que se produce dentro de la academia a un público amplio, desde propuestas participativas e inclusivas.
“Yo lo llamo abrir el aula –enfatiza Hernán–, porque en la universidad muchas veces estamos en una especie de jaula de cristal donde observamos, pensamos y modelizamos la realidad, pero muchas veces nos cuesta meter el pie en el barro. Y a veces cuando ponemos los pies en el barro, nos vamos a los extremos y nos olvidamos de algunos espacios con los cuales no dialogamos”.
Próximos encuentros
El ciclo, que ya cuenta con un público estable y fiel, comienza a expandirse. El 1 y 2 de agosto se realizará una edición especial en Buenos Aires, en la biblioteca, centro de documentación y espacio cultural La Nube (Av. Jorge Newbery 3537), cuyo tema será el futuro.
Y el próximo episodio de Cataculta en la Librería Universitaria & Espacio Cultural, ubicada en Jujuy 1731, será el miércoles 13 de agosto.
La actividad es arancelada y parte de lo recaudado es destinado al Comedor Rayito de Sol del barrio La Herradura.
Como los cupos son limitados, debe reservarse lugar por mensaje directo a la cuenta de Instagram @libreriauniversitariamdp.
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