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Opinión 20 de junio de 2020

¿Cuánto de fútbol y cuánto de educación?

Foto: EFE.

por Jorge Pizarro

En los comienzos del siglo 19 Argentina, Canadá y Australia habían alcanzado el mismo nivel económico y social.

¿Qué ocurrió en menos de un siglo para que hoy las diferencias de calidad de vida de las sociedades de estos tres países sea tan diferente?

En una síntesis con rigor histórico, podríamos decir que los tres países produjeron alimentos para el consumo interno y externo, lo cual mejoró las economías, en especial, durante la Primera Guerra Mundial, ya que fueron abastecedores de alimentos para los países en conflicto.

Canadá y Australia creyeron en un modelo de organización, en el que los espacios de tierra productiva debían repartirse entre “muchos que pagaran impuestos”; es decir evitar concentración económica o productiva.

La Argentina fue por un camino diferente. Canadá y Australia entendieron que era una política de estado el desarrollo del ferrocarril para conectar poblaciones y economías territoriales. La Argentina perdió muchos años en entender esta idea.

Canadá y Australia como naciones, eligieron el sostenimiento de sistemas democráticos de gobierno. En cambio la Argentina durante décadas alternó dictaduras y democracias.

En Canadá y Australia “la educación siempre fue una política de Estado”, entendiéndose por educación, no sólo la acumulación de conocimientos, sino también la formación en valores de la persona.

¿Qué ha pasado con el sistema educativo en la Argentina? Para responder esta pregunta sólo basta recordar que todavía cuesta cumplir en todo el territorio los 180 días de clases básicos obligatorios.

En medio de la crítica situación que presenta la pandemia observamos, paradójicamente que se habla más de cómo debe ser la vuelta al fútbol, en lugar de cómo debe ser el retorno a clases de nuestros hijos.

Cuando digo “cómo” quiero evitar caer en el debate sobre el “cuándo”. Entiendo que esto debiera formar parte de la agenda diaria como sociedad. Alemania, Israel, o más cerca, Uruguay no sólo consideraron prioridad la estrategia del regreso a clases, sino que mientras eso no sucedía, planearon la mejor forma de lograrlo. Y lo hicieron.

Aquí todavía estamos en veremos. En la semana qué pasó, el fútbol ocupó más espacio que la educación. Doce millones de alumnos y alumnas argentinos esperan.

¿Qué aprendieron nuestros hijos? ¿Qué asimilaron de los contenidos que recibieron? ¿Qué preparación tienen para el ciclo 2021?

Estas son preguntas normales cuyas respuestas son muy difusas. Aprobarlos a todos y que pasen de año es una opción entre lo práctico y menos antipático.

Durante el aislamiento obligatorio, los alumnos en sus casas tomaban clases virtuales.

¿Cuántos estudiantes tienen internet en sus casas?

Las desigualdades en la sociedad Argentina no son sólo económicas. Un estudio realizado revela que el 34% de los hogares no cuenta con una conexión fija de internet, es decir que 65,7 de cada 100 hogares está conectado. ¿Y el resto cómo recibe los contenidos a distancia? Respuesta: Si puede, a través de un celular. Imaginar la situación, resulta doloroso.

Según Unicef hacia finales del 2020 el 58,6 % de los niños, niñas y adolescentes del país estarán en situación de pobreza.

Ya sabemos cuál es el problema. Ya conocemos qué no debemos hacer. Una vez más la elección es nuestra.

(*): Especial para NA.



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