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Cultura 25 de abril de 2016

Cuerpo, ese oscuro objeto del deseo

Por Agustín Arosteguy Desde Brasil

Género: novela, páginas: 144, editorial Planeta, año 2003.

Cuerpo como mapa a ser dibujado. Cuerpo como territorio a ser explorado. Cuerpo como energía a ser experimentada. Cuerpo para João Paulo Cuenca es su punto de partida y su punto de llegada literario, creativo, espiritual. Después de leer Corpo Presente (Cuerpo Presente) da la sensación de que el cuerpo también funciona como un mantra, un chakra, un objeto que de la misma forma que te salva y que te redime, también puede ahogarte en el más profundo de los océanos.
Como en el caso del personaje de la película de Luis Buñuel, en la novela de João vemos que el cuerpo no es ingenuo, no es simple, no es asequible. Es decir, lo que se presentaba como objeto se descubre un elemento por demás indómito. Es una palabra de tan sólo seis letras que remite a un mundo tan vasto, tan ambiguo, tan complejo que parece no agotarse nunca.
El nombre de la protagonista, Carmen, me recuerda la ópera de Bizet. Tal vez, solo tal vez, como si fuese una remake en formato de libro, João aggiornó y reescribió su propia versión de Carmen.
-Como hijo de padre argentino, ¿cuál es tu relación actual con el país y la literatura de allá? ¿Vos tenés la costumbre de beber mate cuando escribís o investigás para un nuevo proyecto? Es decir, ¿el mate te inspira?
-Creo que para mi formación la literatura argentina es tan importante como la brasileña. Aprendí a flanear en Buenos Aires, pero nací en Rio de Janeiro, una ciudad poco apropiada para deambular por las calles. Pero no bebo mate. La idea de la Argentina para mí está más vinculada al vino.
-De los escritores brasileños actuales que poseen algún vínculo con Argentina (como el caso de Paloma Vidal, Julián Fuks) o con Chile (Carola Saavedra), pero que escriben en portugués, vos sos el que menos muestra eso en su escritura. ¿Por qué? ¿Nunca pensaste en la posibilidad de escribir en español?
-No tematizar eso directamente no quiere decir que no lo muestre en la escritura. De hecho, hay algunas construcciones extrañas que escribo que salen de mi convivencia con el castellano. Sin querer, llegué a importar palabras que no existen en portugués como “mugre” y las mantuve en libros publicados en Brasil.
-Por los títulos de tus libros (Cuerpo Presente, El único final feliz para una historia de amor es un accidente, y el último, Descubrí que estaba muerto), tengo la impresión de que el cuerpo, en especial su lado más oscuro, su fatalidad, es colocado como leit motiv de la trama. ¿Es una sensación mía o es algo que vos buscás y que de alguna manera es premeditado?
-Hay cierto interés por probar y hasta ultrapasar los límites de mí mismo que atraviesa todos mis libros. Dentro de esos límites, el más visible es el cuerpo físico que ocupamos en este mundo. Pero no es el único. Esos ultrapasajes, cambios de estado y de lugar, están en todo lo que hago.
-En tu opinión, ¿cuál es o debería ser el papel del escritor en la sociedad contemporánea que vivimos? ¿Vos te considerás un escritor hipster, en el mejor sentido del término?
-Hoy por hoy no hay un mejor sentido para un término tan raído como hipster. Para un escritor, tal insinuación es simplemente ofensiva: la literatura es un cañón apuntado contra la superficialidad y las apariencias. Sobre el papel del escritor, si aún existe algo así, tal vez sea el de estar profundamente despierto y escribir lo mejor posible, con absoluta libertad. Para la sociedad, más que brújulas, buenos escritores son como faros.
-Me gustaría saber cómo surgió la idea para escribir “El único final feliz para una historia de amor es un accidente”. ¿Cómo fue el proceso creativo, cómo elegiste los nombre de los personajes? ¿Por qué Tokio y no otra ciudad? En este sentido, ¿qué conexión pensás que existe entre las ciudades y la creatividad?
-Siempre fui obcecado por la cultura japonesa y por Tokio, para donde viajé en el proceso de investigación para esta novela. Ese viaje formó parte de un proyecto que envió 16 autores brasileños para el exterior, para que escribiesen novelas basadas en esa experiencia. Como yo fui el curador, pude elegir mi ciudad y escribir la novela japonesa que imaginaba desde la adolescencia. Creo que la experiencia moderna de la ciudad es definidora de toda la cultura contemporánea, no apenas de la literatura. Como soy un urbanoide, jamás podría crear nada en el campo. Bosques y paisajes me exasperan.
-En 2012 publicaste el libro de crónicas “La última madrugada” y hace 2 semanas, me parece, leí en tu Facebook que duplicaste la crónica semanal que mantenés en el diario Folha de San Pablo. ¿Por qué esta apuesta fuerte a la crónica? ¿Qué encontrás en la crónica que no conseguís en otras formas de ficción? ¿Alguna vez pensaste en escribir un libro de poesía o de cuentos?
-La crónica me interesa como registro compulsorio. Y si ella dialoga intensamente con el presente, con suerte gana relevancia con el tiempo, siempre y cuando envejezca bien. La obligación de entregar 2 textos por semana me deja más despierto y me ayuda a crear memoria, ya que no acostumbro escribir diarios. Un libro de relatos cortos está en el horizonte, pero aún nada concreto sobre eso.
-Y por último, pero no por eso menos importante, esta columna tiene la intención de crear un puente entre la literatura brasileña y argentina, ¿vos tenés algún libro publicado en la Argentina?
-“El único final…” fue distribuido en Argentina por la editorial Lengua de Trapo. Ahora en abril, sale “Cuerpo Presente”, mi primera novela de 2003, por la Editorial Dakota. Las dos traducciones son del excelente escritor Martín Caamaño y me dejaron muy feliz. Cuerpo Presente, será lanzado al mismo tiempo en que mi primer largometraje como director se proyecta en el Bafici: “A morte de J.P. Cuenca” (La muerte de J.P. Cuenca). La película será exhibida en la muestra Competitiva de Vanguardia y Género. Separados por 12 años, son dos trabajos que cierran un ciclo, tal vez un uróboros, ya que la última escena de la película vuelve al primer capítulo de mi novela. Es increíble poder mostrar eso en Buenos Aires, ciudad ocupada hace siglos por la mitad de mis antepasados, en el contexto del mayor festival de cine independiente de América Latina.

¿Quién es?

João Paulo Cuenca (Río de Janeiro, 1978): es escritor, periodista, cineasta y dramaturgo. Se graduó en Economía en la Universidad Federal de Río de Janeiro. Inició su carrera literaria en el Folhetim Bizarro (1999-2001), un blog de diálogos. Actualmente es columnista semanal del diario Folha de San Pablo, espacio que posee desde octubre de 2013.