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Cultura 21 de enero de 2024

Daniel López Rosetti: “Ya no puede existir alguien como Leonardo da Vinci”

El doctor especialista en clínica médica presentó en Verano Planeta “La Gioconda y Leonardo”, un libro que, entre la ficción y el ensayo, analiza el cerebro de uno de los hombres más representativos del Renacimiento. La ciencia detrás del artista, su posible historia clínica y el enigma de la sonrisa son algunos de los ejes de esta entrevista con LA CAPITAL.

Daniel López Rosetti es especialista en clínica médica y cardiólogo, docente en la Universidad Favaloro y la UBA, y autor de libros como “Historia clínica” y “Estrés, sufrimiento y felicidad”. / Foto: Marcela Golfredi.

Por Rocío Ibarlucía

Leonardo da Vinci (1452-1519) dejó pinturas extraordinarias como “La última cena”, “La Gioconda” o “San Juan Bautista”. Pero también dibujó “El hombre de Vitruvio” y “El hombre centenario” que evidencian sus estudios de anatomía con los cuales llegó a descubrimientos reveladores sobre, por ejemplo, el corazón. Fue el inventor de la servilleta, diseñó el helicóptero cuatro siglos antes de su realización, trazó un mapa de la ciudad ideal, fabricó armas, espejos, puentes, escenografías e instrumentos musicales, cocinó platos sofisticados para la época, observó y estudió los pájaros, los árboles, los ríos, las estrellas y todo cuanto aconteciera en la naturaleza, su primera maestra, así como a las personas y sus emociones. Su formación autodidacta en tantas áreas del conocimiento lo convirtieron en uno de los genios de la historia de la humanidad y en un paradigma de su época, el Renacimiento italiano.

Fascinado con su extraordinaria capacidad para el arte y para la ciencia, Daniel López Rosetti escribió un libro titulado “La Gioconda y Leonardo”, resultado de más de veinte años de estudios, viajes, entrevistas y trabajos de documentación. La curiosidad del doctor especialista en clínica médica por conocer el funcionamiento del cerebro de Leonardo da Vinci se nota no solo en su última publicación, sino al escucharlo hablar con pasión de su vida y su obra.

Al poco tiempo de empezar la charla con LA CAPITAL antes de presentarse en Verano Planeta, como buen docente, no pudo quedarse sentado. Tanto se entusiasmó explicando con detalle la mente de Leonardo que tuvo que pararse, tomar su lapicera e indicar en la imagen de su libro dónde se debe observar con detenimiento “La Gioconda” para desentrañar los misterios detrás de su enigmática sonrisa.

En un tono didáctico, con ejercicios concretos y mediante los aportes de la neurociencia, Rosetti logró contagiar su curiosidad por este genio del Renacimiento, brindando datos de sus conocimientos científicos y de su historia clínica, como haber tenido dislexia y trastorno por déficit de atención, así como incentivó a los lectores a desarrollar otras áreas del conocimiento diferentes a las que nos especializamos, como lo hacía Leonardo. Una clase magistral sobre Da Vinci y sobre el funcionamiento de nuestro cerebro.


Foto: Marcela Golfredi.

Foto: Marcela Golfredi.


-¿Cuándo empezó tu curiosidad por Leonardo da Vinci?

-Te diría, desde chico. Como siempre me interesó la ciencia, me llamó la atención ver las cosas que hacía Leonardo, las imágenes, las cuestiones con engranajes, la mecánica, los carros de combate, la artillería, los edificios. Desde el punto de vista profesional, empezó hace 20 años con una publicación que se llamaba “El cerebro de Leonardo”. La verdad es que tiene características tan especiales Da Vinci que hace que para alguien que trabaja en psiconeuroinmunoendocrinología, en neurociencia, que es algo que practico cotidianamente, resulte verdaderamente útil ver las distintas características de este personaje. Sobre todo porque nos invita a saber cómo funciona el cerebro y cómo funciona tu cerebro, con lo cual me gustó te diría desde siempre.

-¿Recordás qué obra de Leonardo viste por primera vez en persona?

-La que primero vi físicamente fue “La Gioconda” y yo ya iba bien predispuesto para verla, ya leyendo sobre ella. Pero eso fue hace muchos años, después me introduje en el mundo del arte del Renacimiento, no es que sea un conocedor, soy nada más que un aficionado, pero me ayuda mucho a entender al personaje de la historia. Ya me resulta fascinante la palabra Renacimiento, el renacer. Era una época que venía del medioevo, cuando todo estaba prohibido, cuando no había creatividad, arte, filosofía, ciencia, hasta que en el Renacimiento aparece todo eso de golpe. Entonces, vos decís cómo puede ser que existiera un Leonardo, también un Miguel Ángel, un Rafael, un Botticelli, un Andrea del Verrocchio y así un montón. ¿Qué sucedió? Y sucedió que la gente, la región y todo empezó a fomentar la creatividad, la cultura, la ciencia. Durante el Renacimiento italiano en Florencia, los Médici jugaron un papel muy importante. Eran unos banqueros muy ricos que les gustaba el arte y querían expandir el conocimiento porque eso era parte del poder. Entonces, incentivaron la creatividad, generaron las primeras bibliotecas, hicieron cosas extraordinarias en el sentido cultural y el arte se pagaba, era una forma de vida.

-Le diste voz a La Gioconda, que de por sí es un cuadro que ya tiene vida propia gracias al misterio de su mirada y su sonrisa. ¿Cuál es la explicación técnica detrás de los enigmas de la Mona Lisa?

-Hay ciertas frases que fui aprendiendo con los que saben de arte. Una frase que me decían es que Leonardo comprimía la materia en la pintura. Cuando ves el cutis de ella, estás viendo la luz que refleja sobre la primera capa de pintura, pero tiene 30 capas de pintura que Leonardo fue poniendo de a poquito con lo que se llaman veladuras, que son pigmentos con mucho óleo y que casi no dan color, y lo fue haciendo a lo largo de muchos años. Entonces, la luz que se refleja en la superficie es la que vos ves en la retina, pero la luz que no se refleja va hasta el fondo, atraviesa las 30 capas, rebota porque está pintada no en un lienzo, sino en una tabla de álamo y sobre la tabla hay una impregnación que es la base de albayalde, que es carbonato de calcio, ahí se refleja con una luminosidad especial, vuelve y atraviesa de vuelta las 30 capas de la composición. Es un efecto muy especial con el cual cobra vida.


Como buen docente, López Rosetti propuso ejercicios para entender los conocimientos científicos de Da Vinci ocultos en “La Gioconda”. / Foto: Marcela Golfredi.

Como buen docente, López Rosetti propuso ejercicios para entender los conocimientos científicos de Da Vinci ocultos en “La Gioconda”. / Foto: Marcela Golfredi.


-Esta técnica evidencia su condición de artista y de científico, por ejemplo, sus estudios de química. ¿Qué saberes de la ciencia usó Leonardo para crear una obra tan misteriosa?

-El tema es infinito, pero te propongo un ejercicio de observación de “La Gioconda”: con un papel, dividí la boca en la mitad de forma vertical, mirá la mitad que quieras y decime qué mitad sonríe y qué mitad no. ¿Del lado izquierdo o derecho?

-Hay más sonrisa del lado izquierdo de su cara, ¿por qué?

-Por una cuestión óptica y neurofisiológica, tu campo visual derecho se proyecta sobre tu hemisferio izquierdo, el área cortical que ve va a tu hemisferio izquierdo. Quiere decir que un hemisferio tuyo ve la sonrisa y el otro no. La constitución de ambos hemisferios determina que a vos te dé la sensación de que la sonrisa es ambigua. Eso Leonardo lo sabía, pero no termina ahí.

Ahora, yo te voy a invitar a que mires fijo en el entrecejo y con tu visión periférica, sin sacar la mirada del entrecejo, mires la boca. Sonríe más porque cuando vos clavás la mirada en el entrecejo, los rayos van justo al fondo del ojo donde la retina ve bien los colores. En cambio, esto va a la condición periférica de la imagen, va alrededor de la retina donde hay unas células que se llaman bastones y que sirven para ver claroscuros. Y como él pintaba con la técnica del sfumato (consiste en aumentar varias capas de pintura, proporcionando a la composición contornos esfumados y bordes difusos), los claroscuros son distinguidos muy bien por la visión periférica. Entonces, cuando vos ves el entrecejo y periféricamente la boca, el claroscuro lo ves más y ella te sonríe más que antes.

-Y esto no es azaroso, sino que él lo tenía estudiado, ¿no?

-Lo sabía perfectamente, además él era zurdo, pero escribía de derecha a izquierda para que no se corriera la tinta. Escribir de esta forma no es una peculiaridad en sí porque lo hacen los hebreos y los árabes. El tema es que él invertía las letras, es decir, para poder leerlo de corrido tenías que poner un espejo, eso se llama lectura especular. Nadie sabe por qué lo hacía, pero podía tener que ver con que era un poco paranoico, para escribir de forma encriptada, como plantea “El código Da Vinci”. Pero yo no creo que fuera por eso, creo que era porque estaba desarrollando su otra área cerebral, es decir, lo mismo que nosotros hoy hacemos con los pacientes que tienen accidentes cerebrovasculares, que es hacer rehabilitación neurológica, para que empiecen a accionar neuronas que antes no tenían utilizadas. Yo creo que él como zurdo, al hacer eso, se estaba autocapacitando, se estaba estimulando cerebralmente, de algún modo hacía ejercicios cerebrales y esto antes de tener el ACV. La paradoja de la historia es que tuvo un accidente cerebrovascular o varios recurrentes y que uno de ellos dejó inmovilizado su brazo derecho y probablemente fueron la causa de su muerte.

Cuando estuve en la habitación donde Leonardo murió en Clos-Lucé, estaba tan compenetrado con el tema que empecé a escribir con mi mano izquierda. Yo soy diestro y desde ese día empecé a usar mi mano izquierda en el pizarrón para dibujos a trazos gruesos, para abrir picaportes, para tomar la taza, para abrir una botella. Me invadió tanto su personalidad que empecé a usar mi otra mitad del cerebro pensando en él.

“Leonardo podía abarcar muchas cosas, él hacía cocina, cuadros y planos de ciudades. Eso no es posible hoy porque el caudal de conocimiento se lo impide a una persona. Lo que hoy sí puede hacerse es conocer cada vez más de algo más chico, en profundidad pero no en expansión”.

-En el libro destacás que Leonardo, Miguel Ángel y Rafael eran zurdos. ¿Cuál es la explicación científica de esta propensión de los zurdos a desarrollar habilidades artísticas?

-La población diestra está entre el 8 y el 10% de la población mundial. Tomás 1.000 personas y el 8% son zurdos. Pero si vas a una escuela de artes plásticas, el 30% son zurdos, es decir, los zurdos, o muchos de ellos, tienen mayores conexiones interhemisféricas y mayor capacidad de pareidolia, que es la capacidad de visualizar algo en 3D. Cuando ves una nube en el cielo, es una imagen informe, pero de golpe ves un perro y le das tridimensión. Eso es pareidolia, algo que muchos zurdos tienen más desarrollado. Él tenía también trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Las personas con este tipo de trastorno muchas veces tienen un coeficiente intelectual por encima del frecuente y, por el otro lado, tienen más pareidolia. También se pudo saber que él tenía dislexia y así un montón de cosas que pueden explicar el porqué de sus capacidades creativas. Hay que decir que él hizo nada más 22 pinturas que se le acreditan, es decir que casi no era un pintor. Lo que pasa es que lo que pintó fue maravilloso. Era a la vez un artista y un científico, porque en ese momento la ciencia estaba relacionada con la filosofía. La palabra ciencia aparece después, lo que era parecido se llamaba filosofía natural.

-¿Qué pasaba por la mente de Leonardo? ¿Cómo pensaba a la vez en pintura, química, anatomía, ingeniería, cocina?

-Te voy a poner un ejemplo. A él le gustaban los rulos, se enamoraba por los rulos. La Gioconda tiene pelo lacio, pero él no aguantó y abajo le puso rulos. Los rulos son vórtices, los vórtices son cuestiones aerodinámicas e hidrodinámicas y él entre sus estudios anatómicos del corazón describe por qué cierra la válvula aórtica y es por un fenómeno de vórtices hidrodinámicos, en algo que se llama seno de Valsalva. Lo que él describió se comprobó hemodinámicamente en la década de 1990 en la universidad de Oxford. Cuando hacía los estudios de los pájaros, también describía rulos y esos vórtices, hoy sabemos, en aerodinamia, están en la punta de las alas de los aviones. Yo creo que él veía todo como un continuo. Nosotros los separamos porque imaginate que estuve hablando de aerodinamia, hidrodinamia, anatomía, filosofía, como libros distintos, y él no hacía eso. Creo que él no hubiera encasillado sus estudios, todo era un continuo, el mismo sfumato que pasa de un tono a otro en “La última cena” o en “La Gioconda”, él lo pasaría en el conocimiento continuo.

-A diferencia del Renacimiento, ¿por qué creés que hoy nos hemos especializado tanto en disciplinas separadas y cuánto deberíamos retomar de esa forma de pensamiento interdisciplinaria de Leonardo?

-Ahí creo que hay una punta de enseñanza. Porque ya no puede existir alguien como Leonardo da Vinci. Él podía abarcar muchas cosas, él hacía cocina, pintaba cuadros y diseñaba planos de ciudades. Eso no es posible hoy porque el caudal de conocimiento se lo impide a una persona. No hay posibilidad. Lo que hoy sí puede hacerse es conocer cada vez más de algo más chico, en profundidad pero no en expansión. La evolución del conocimiento humano hace que no pueda ya tener una expansión. Ahora bien, cuando vos conocés cada vez más de algo más chico, a mi juicio, es un tema de debate, es porque sabés cada vez menos del resto, con lo cual te apartás del mundo. Y si cada vez sabés más, más, más, un día podés llegar a saber todo de nada. A mí me parece que la enseñanza que puede sacar tu pregunta es la siguiente: todos tenemos un área de experticia, pero todos deberíamos desarrollar las áreas que no son las nuestras. Lo que es bueno para tu espíritu y para tu cerebro es hacer algo diferente aparte de eso y ampliar la cabeza. Nosotros motivamos mucho a los estudiantes de medicina a que hagan cosas diferentes y no solamente medicina. Porque si hacés solamente medicina, podés estudiar tanto que podés saber mucho de una enfermedad y nada del enfermo. Fijate qué cosa importante, en medicina se dice que no hay enfermedades sino enfermos porque la misma enfermedad es distinta en cada paciente. Entonces, a mí me parece que los renacentistas te invitan a que aprendas otras cosas.


Foto: Marcela Golfredi.

Foto: Marcela Golfredi.


-Si pudieras volver a un momento de la vida de Leonardo, ¿cuál elegirías?

-Serían varios momentos, no podría elegir uno. Estoy seguro de que si pudiera viajar en el tiempo, sería muy agradable, muy hablador, es un tipo al que invitaríamos con gusto a un asado. Cantaba muy bien, era buen mozo, se perfumaba, era gentil, hablaba por igual con miembros de la corte como con alguien pobre, era un hombre extraordinario. Pero estoy seguro de que si viajase en el tiempo, me encontraría con una persona como te la estoy describiendo, pero hasta ahí. Para llegar un poco más a su intimidad, tendrías que ser parte de su carpa chica, porque él sufrió mucho cuando fue censurado por sodomía, eso fue muy fuerte para él. Creo que creía en una de las primeras de las causas, en un dios, pero no iba a misa y, sin embargo, la Iglesia le seguía haciendo pedidos. No hay que olvidarse que fue un hombre que logró ser reconocido en vida. Cuando el rey Francisco I lo lleva a Francia es porque era Leonardo da Vinci. Y Francisco I le regala de por vida el castillo de Clos-Lucé con una sola cosa a cambio: poder hablar con él.

-Es el primer libro en el que indagás en la ficción, ¿qué aprendizajes te llevás?

-Es lindo porque es libre. Lo que La Gioconda habla es correcto desde el punto de vista biográfico, pero ella le agrega cosas, sufría por haberlo visto enfermo o cuando toma noción de que es homosexual, termina diciendo “me parece bien, nada ha cambiado en mí”. Yo no sé si La Gioconda hubiera dicho eso, esa libertad me la tomo yo. Creo entender por qué le gustó La Gioconda a Leonardo y es porque pintó a Lisa Gherardini, la esposa de Francesco del Giocondo, que no era una dama de dinero, no era de la Corte, no era famosa, venía de una familia que había perdido su riqueza, no usaba joyas. Creo que por eso Leonardo se sintió más cómodo al pintarla, sin las presiones de la Iglesia y de la Corte.

-¿Por eso Leonardo se quedó con “La Gioconda” toda su vida?

-Yo creo que él se enamoró, siempre dije que La Gioconda vio morir a Leonardo, porque, aparentemente, la tenía en la habitación donde falleció. Se lo pregunté al curador del Louvre y su respuesta no me defraudó. Me dijo: “Me gustaría creer que sí”.



Florencia Canale regresa a la ciudad para presentar “El Diablo”


Luego de la participación de Felipe Pigna y Daniel López Rosetti, la próxima charla del tradicional ciclo Verano Planeta será mañana lunes a las 21 con Florencia Canale, la prolífica autora de ficciones históricas nacida en Mar del Plata. El encuentro se realizará en avenida Patricio Peralta Ramos 5725, con entrada gratuita hasta completar la capacidad de la sala.

Canale charlará con el periodista Nino Ramella sobre “El Diablo”, su última novela que tiene como protagonista a Bernardo de Monteagudo, el jacobino virulento que fue asesor de San Martín, O’Higgins y Bolívar y quien también se caracterizó por su sensualismo, con el que cautivó a mujeres como Remedios de Escalada.



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