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Opinión 17 de agosto de 2021

Economía circular, una mirada al futuro que debe empezar hoy

Por José Luis Stella

Luego de la revolución industrial, la economía “tradicional” basada en grandes cantidades de materias primas, energía barata de fácil acceso, generó un desarrollo industrial que sacó en los últimos ciento cincuenta años a mucha población mundial de la pobreza como corolario del aumento sin precedentes de la producción y el consumo. Cabe la pregunta ¿se puede sostener el consumo y continuar por ese camino en el siglo XXI dado el crecimiento de la población?, y para contestar este interrogante conviene reflexionar.

Marta de la Cuesta González (ONGD Economistas sin Fronteras) en “La Economía Circular: una opción inteligente” plantea: “Si la población mundial llegase a alcanzar los 9.699 millones en 2050, se necesitaría el equivalente de casi tres planetas para proporcionar los recursos naturales precisos para mantener el estilo de vida actual. Cada año, se calcula que un tercio de todos los alimentos producidos, equivalentes a 1.300 millones de toneladas por valor de alrededor de 1.000 millones de dólares, termina pudriéndose en los contenedores de los consumidores y minoristas, o se estropea debido a malas prácticas del transporte y la cosecha.” Cuestiones que han sido planteadas por el “Club de Roma” y recientemente en el Foro Económicos de Davos.

El modelo actual de producción genera una cantidad de residuos asombrosa y coarta su propia expansión. El aumento de la volatilidad de los precios de los recursos, metales, combustibles líquidos, gas natural y de la producción agrícola cada vez es mayor, puede frenar el crecimiento económico, incrementar la incertidumbre, desalentar la inversión y elevar los costos de las empresas. Muchas regiones del mundo poseen pocos depósitos naturales de recursos no renovables y dependen de las importaciones, con riesgo de un suministro disruptivo.

La economía “lineal” se basa en “tomar, hacer y desechar” o también “producir, usar y tirar”. Es un modelo de producción y consumo que consiste en la fabricación de productos a partir de recursos, fundamentalmente materias primas, algunas obtenidas en actividades extractivas, que se venden, se utilizan y luego del uso se desechan como residuos.

Las consecuencias medioambientales como el cambio climático, el deterioro de los sistemas naturales, la pérdida de biodiversidad, la degradación del suelo, la contaminación de los océanos y otras externalidades negativas como la contaminación acústica, del aire y del agua, el vertido de sustancias tóxicas, son un desafío para la creación de riqueza global a largo plazo.

Los países, que toman la iniciativa para desalentar actividades industriales como verter residuos contaminantes o que emiten óxido nítrico, dióxido de azufre, dióxido de carbono a la atmosfera aplican impuestos que pretenden y no siempre lo logran corregir externalidades negativas, llamados pigouvianos (en honor a Arthur Cecil Pigou economista inglés conocido por sus trabajos en la economía del bienestar). Datos de la OMS de 2018 refieren que la contaminación mata 8,7 millones de personas al año en el mundo y como ocurre lentamente y de manera silenciosa, los expertos lo analizan y el resto de la población no se entera y por tanto no le presta atención.

En muchos sectores que se consideran optimizados encontramos ejemplos que alarman, en Europa un “coche medio se pasa 92% del tiempo estacionado, el 31% de los alimentos se desechan a lo largo de la cadena de valor y la oficina media solo se usa entre el 35 y el 50% del tiempo, incluso durante el horario laboral” según estudios de la Fundación Ellen MacArthur en el que se basa este artículo. En América Latina y Caribe (ALC), más de 35 000 toneladas de residuos por día quedan sin recolectar, afectando a más de 40 millones de personas (un 7 % de la población).

Es claro que de esta forma NO se puede continuar, de hacerlo la consecuencia sería catastrófica para las próximas generaciones y los daños irreversibles. Se impone el cambio, de la economía lineal a la economía circular. La idea central es que la economía circular no es una alternativa o una opción, ES UNA NECESIDAD.

Esta cuestión que rememora los enfoques neomalthusianos, no es nueva, se asienta en ideas planteadas por Kenneth Boulding en 1966 con su elocuente metáfora del “Navío espacial Tierra” y de la “economía del astronauta” que enfatiza los límites del planeta y además le sirve para criticar a los economistas ortodoxos que estudiamos modelos de economía abierta y su concepción de la Tierra es un sistema cerrado; También Boulding era crítico por la forma de medir el PBI elaborado bajo la influencia de la macroeconomía keynesiana y, como indicador de bienestar humano, social y ambiental, para él era una medida muy tosca del éxito de la economía. Y sintetizo su pensamiento con una frase extraordinaria: “todo el que crea que el crecimiento exponencial puede continuar indefinidamente en un planeta finito o está loco o es economista”. El suizo Walter Stahel arquitecto-economista, acuña la frase «cradle to cradle» (de la cuna a la cuna) que da idea de la filosofía de diseño título al libro de William McDonough y Michael Braungart publicado en 2002.

Una economía circular es aquella que es restaurativa y regenerativa, trata de que los productos, componentes y materias mantengan su valor máximo en todo momento. Preserva y mejora el capital natural, optimiza los rendimientos de los recursos y minimiza los riesgos del sistema al gestionar reservas finitas y flujos renovables. Así funciona de forma eficaz en todas las escalas. Siempre es conveniente apuntar a la eficiencia en todos los niveles, solo que ahora la eficiencia por sí sola no resuelve el problema de la escasez de los recursos no renovables.

Descansa sobre tres principios: 1) Preservar y mejorar el capital natural controlando reservas finitas y equilibrando los flujos de recursos renovables; 2) Optimizar los rendimientos de los recursos distribuyendo productos, componentes y materias con su utilidad máxima en todo momento tanto en ciclos técnicos como biológicos; 3) Promover la eficacia de los sistemas detectando y eliminando del diseño los factores externos negativos. Es una nueva forma de entender la economía.

En la economía circular los residuos no existen porque se transforman en alimento para nuevos productos. Las materias biológicas no son tóxicas y pueden devolverse fácilmente al suelo. La energía que se impulsa es renovable. Los precios actúan como señales por tanto deben eliminarse los subsidios que distorsionan los mensajes de los precios reales.

En el mercado de trabajo se generaría mayor demanda de nuevos servicios empresariales que crearía mayor empleo, como empresas de recogida y logística inversa que respalden el fin de la vida útil de los productos que se reintroducen en el sistema, desmontaje, revendedores, fabricación de piezas y componentes y reacondicionamiento de productos. Regenerar, compartir, optimizar, reciclar, virtualizar e intercambiar son acciones claves para las nuevas opciones económicas.

Una economía circular amplía las famosas tres “R” de Reducir, Reutilizar y Reciclar y puede enriquecerse y llegarse a diez R’s (Rechazar, repensar, reducir, reutilizar, reparar, renovar, remanufacturar, reelaborar, reciclar y revalorizar) para priorizar sectores y materiales críticos.

¿Es fácil cambiar?, NO, llevará mucho tiempo, solo que en algún momento hay que comenzar. Es necesario en la transición de una economía a otra, que se incentive a las empresas que quieran implementar cambios, que tengan acceso a FINANCIACIÓN y se aliente en todas las cadenas de valor la EDUCACIÓN de quienes participan.

Se necesita un compromiso de los actores de la sociedad, líderes políticos, sociales, empresariales, sindicales para lograr políticas públicas contundentes que superen las opciones simplistas y tranquilizadoras basadas en el súper-reciclado, que está muy bien pero no alcanza.

En la toma de decisiones la cuestión ambiental está presente. El Mercosur y la Unión Europea después de veinte años de negociaciones firmaron en 2019 un acuerdo de integración, sin embargo Emmanuel Macrón presidente de Francia solicitó una enmienda a lo que estaba redactado, por el tratamiento ambiental de los bosques por parte de Jair Bolsonaro presidente de Brasil. Los bosques representaban en 2015 el 46 % de la superficie total de ALC y la región posee el 57 % de los bosques primarios del mundo; los recursos forestales más importantes desde el punto de vista de la biodiversidad, la conservación y el clima. Para Macrón si hay deforestación para ganar tierras para pastoreo de animales cuya carne se exportará desde el Mercosur a la Unión Europea las pérdidas serían mayores a las ganancias.

Todo sistema sostenido en abastecer el consumo, final de la cadena de valor en lugar del uso restaurativo de los recursos conlleva pérdidas significativas a largo plazo. La eficiencia no es ya solución porque no resuelve lo finito de las reservas de recursos y solo puede retrasar lo inevitable.

Todo ayuda en la transición, ropa de algodón puede reutilizarse como ropa de segunda mano, luego puede pasarse a la industria del mueble como relleno de fibra de tapicería y este relleno puede utilizarse posteriormente en aislamiento en lana de roca en la industria de la construcción. Ya no se comercializaran automóviles de combustión interna en la unión europea a partir del 2035 y la reducción de la emisión de dióxido de carbono bajaría un 50% de la emisión actual. La industria telefónica podría fabricar teléfonos más fáciles de separar mejorando el ciclo inverso y debería ofrecer incentivos para devolver los teléfonos. Los productos hechos para durar o reutilizables mejorarán los presupuestos y la calidad de vida. Podríamos volver al envase de bebidas en botellas de cristal reutilizables.

Luis M. Jiménez Herrero en su trabajo “Economía circular-espiral. Opciones estratégicas desde el reciclaje al cambio sistémico” señala “hasta un 7% del oro mundial puede estar contenido actualmente en desechos electrónicos, con 100 veces más oro en una tonelada de desechos electrónicos que en una tonelada de mineral de oro. Hasta 60 elementos de la tabla periódica pueden encontrarse en electrónica compleja, como los teléfonos inteligentes, y muchos de ellos son técnicamente recuperables”. Un teléfono no tiene que “morir”. Hay que sustituir ciclo de vida por ciclo de uso, y si está realmente bien diseñado, sus componentes, pueden ser recuperados y reutilizados en un nuevo Smartphone, o incluso en un nuevo producto con mejores prestaciones. Está constituido mayoritariamente por minerales que deben ser retornados a las fábricas para volver a ser ensamblados.

La “desconstrucción” ha pasado de ser una filosofía a convertirse también en una posibilidad de negocio, desplazando a la clásica demolición y al concepto desfasado de “escombros”. En las ciudades los planificadores urbanísticos podrían aprovechan los terrenos libres para purificar el aire y crear un ambiente menos contaminado. Los edificios podrían generar energía, cultivos verticales y reutilizar los residuos alimenticios, el agua residual se debería reutilizar en bucles cerrados para producir vegetales, fruta y pescado. Las divisiones en viviendas y oficinas podrán ser modular con materiales no tóxicos del bucle, inteligentes y compartibles. Compartir oficinas es una opción que brindaría más utilidad de uso.

Las tres grandes áreas industriales en ALC que constituyen una prioridad para la economía circular son el sector minero y extractivo, la gestión de residuos y el reciclaje, y la bioeconomía.

En Argentina el 13 de mayo pasado se sancionó la Ley Nº 27.621 para la Implementación de la Educación Ambiental Integral por otra parte la Gestión de Residuos Sólidos Urbanos se encuentra regulada por la Ley de Presupuestos Mínimos Nº 25.916, promulgada en el año 2004, y resultando la misma obligatoria para provincias y departamentos. El “Plan Estratégico Provincial para la Gestión de Residuos Sólidos hacia la Economía Circular” contempla el cierre de todos los basurales para el año 2025. ¿Se cumplirá la LEY?

En plena pandemia han surgido proyectos “circulares”. La iniciativa Unidos por Argentina reunió a más de 100 jóvenes voluntarios que utilizaron sus propios equipos de impresión 3D para producir más de 500 protectores faciales diarios que fueron donados a personal sanitario. Otro proyecto es el ensamblaje de mascarillas protectoras que utiliza polilactida (PLA), un material termoplástico fabricado a partir de productos agrícolas renovables, como almidón de maíz o caña de azúcar. El costo aproximado es de U$S 2 por mascarilla y a comienzos de abril de 2020 se habían donado más de 1500 mascarillas a hospitales argentinos.

No hay tiempo que perder para iniciar la transición o EL CAMBIO. Las políticas públicas en materia fiscal pueden ofrecer apoyo macroeconómico a las industrias y empresas que adopten el modelo de economía circular como exenciones tributarias para las tecnologías limpias y castigar con regulación medioambiental, con impuestos pigouvianos, o eliminación de subsidios al uso de materiales y recursos vírgenes. La idea está prendiendo en la sociedad, cada vez hay más ONG que se ocupan de cuestiones ambientales, necesitamos que prospere en los políticos que viven en una burbuja y pasan mucho tiempo analizando hechos del pasado. Urgente SE NECESITAN ESTADISTAS que contemplen la cuestión ambiental como una prioridad.

(*) Lic. en Economía

Ex profesor de Macroeconomía.

Fac. de Cs. Econ. y Soc. UNMDP