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Deportes 30 de julio de 2016

El apoyo familiar, un pilar fundamental

La historia de Patricio Garino en palabras de su mamá, Alicia.

En toda la historia de vida de Patricio Garino, el soporte familiar ha jugado un papel fundamental. Desde las sólidas bases que lo formaron como una buena persona hasta el apoyo para que se fortaleciera en el deporte que había elegido. Apoyo brindado aún ante la dura decisión de alejarse no sólo de casa, sino también del país, a los 17 años. Con todo lo que ello significa.

Su madre, Alicia Gullotta, ha sido incondicional siempre. Podría decirse, también, que es su hincha número uno. Y conoce al nuevo jugador de los Spurs como nadie.

“De chico, a Pato le gustaban todos los deportes: natación, tenis, fútbol. Empezó con fútbol en Once Unidos. Pero él quería jugar y lo ponían de arquero. Un día lo metieron y era tan rústico que casi mató a un rival. Yo le decía que eligiera otro deporte”, recordó entre sonrisas en diálogo con LA CAPITAL.

“Tenía casi 6 años y era un obsesivo. Cuando New Sport cerró, fue a probarse a Quilmes, pero después en Unión le encantó Juan Lofrano. A los 13 fue el primer llamado a preselección. Me acuerdo que siempre estaba un mes en el Cenard concentrado”, evocó una orgullosa Gullotta.

Y lo describió en detalle: “Ama lo que hace. Después de un entrenamiento, antes de salir con la novia, a veces se la lleva al entrenamiento. Tiene esa conducta. Con la edad que tiene, casi que no conoce los boliches. En los cumpleaños de 15 me decía: ‘¿Mamá, me podés ir a buscar a las 2?’. Yo lo respondía: ‘¡Pero recién empieza!’. No había caso. Lo tenía que ir a buscar. Esa conducta que tenía acá le sirvió mucho allá”.

Los primeros tiempos tan lejos del hogar fueron duros. Sin embargo, “nunca dijo que se quería volver, más allá del cambio radical. El primer día de entrenamiento allá fue a vomitar cuatro veces, el segundo tres, al cuarto sólo dos. Y al otro me dijo: ‘Ya creo que voy a andar bien’. Nada fue fácil, ni para él ni para nosotros. Dejarlo ir desde tan chico. Pero respetamos sus ganas y deseo de jugar al básquet”, aseguró la madre.

Y aparecían los lógicos temores. “Es difícil porque uno no tiene un manual para manejarse. Nosotros somos trabajadores de toda la vida. Teníamos mucho miedo. Siendo un deportista podía lesionarse y truncarse su vida deportiva. Por eso también insistíamos con el estudio”.

Nosotros queríamos que estudiara. En Estados Unidos no entrás a la cancha si no tenés la planilla de las notas. En Europa esa posibilidad no estaba. Y luchamos siempre contra propuestas de Europa cuando era chico y cuando ya estaba en la Universidad. Y siempre le decíamos que queríamos que se recibiera”, agregó.

En esos primeros pasos, resultó fundamental su coach en Montverde Academy, Kevin Sutton. “Kevin y su esposa fueron los tutores de Pato. Lo contuvieron, lo acompañaron. Les estamos muy agradecidos. Cuando llegó el momento de ir a la Universidad, George Washington le hizo el scouting pero no era de las mejores ofertas que tenía. Pero ahí sabía que iba a tener minutos de movida. A Pato le encantó todo. El proyecto deportivo, el académico y la ciudad”, afirmó.

Obviamente, el desembarco de Patricio en la NBA desató una locura en casa, en el ámbito familiar. “Fue todo medio inesperado. Una locura. No termino nunca de leer los mensajes. El me dijo que ganó toda la batería del teléfono sin usarlo por los saludos y felicitaciones. Acá en casa fue terrible”, explicó, para luego profundizar: “La propuesta le llegó en Dallas el sábado pasado. Nosotros habíamos hecho planes no para ir a Río, sino a Europa, porque tenía propuestas firmes. Ya habían quedado descartadas las franquicias para las que había estado en sus campus, así que pensábamos que la NBA no se iba a dar”.

Por último, para dar una idea de cada visita de Pato a la ciudad, contó que se genera una pequeña revolución. “Cuando viene tratamos de reunirnos todos, mis hermanos, sobrinos. Una de las hermanas de Pato tiene dos hijos a los que todavía no conoce. Es parte de toda esta historia de nuestras vidas”, concluyó.