El asesinato de “Lele” Gatti: detalles de lo que fue la investigación
La fiscal Andrea Gómez habló con LA CAPITAL de la instrucción que realizó para dar con los acusados del crimen del sonidista de Mr. Jones. "Es un acto de injusticia que Urra Zapata siga libre", consideró.

La fiscal Andrea Gómez, ya jubilada, investigó el caso que salió a la luz en 2020.
El asesinato de Leandro “Lele” Gatti fue el último “gran” caso que tuvo la fiscal Andrea Gómez. Antes de jubilarse, la funcionaria judicial cerró la investigación y solicitó la elevación a juicio contra Luis Itzcovich, Fernando Romito y José Vergara, con el amargo sabor de que quien ideó el plan criminal, Maximiliano Urra Zapata permanecía prófugo y sigue, al día de hoy, en libertad.
El juicio en el Tribunal N° 3 llegó a su fin y solo resta que los jueces, Fabián Riquert, Juan Manuel Sueyro y Federico Wacker Schroder den a conocer la sentencia el 6 de mayo.
El fiscal Fernando Berlingeri solicitó las penas de 20 años para Vergara y 18 para Romito e Itzcovich, pedidos que pudo realizar sostenidos en la investigación y en las pruebas que había recolectada su colega, Andrea Gómez.
Gómez, en su vida ya como fiscal retirada, dialogó con LA CAPITAL de lo que fue la investigación por el crimen de “Lele” Gatti, que ocurrió en la madrugada del 26 de septiembre de 2021, en un contexto en que Mar del Plata salía poco a poco del encierro de la pandemia y comenzaba nuevamente la actividad.
“Me acuerdo que esa mañana, a las 7, recibo un llamado de parte del comisario de la novena, Figueroa, y me cuenta que en un robo había una persona herida, que era el DJ de Mr. Jones y que mientras era trasladado al Hospital Interzonal falleció”, contó Gómez y agregó: “Mi primer grito de instrucción fue que hiciera el relevamiento urgente de las cámaras de seguridad y fue en ese complejo entrecruzamiento de cámaras donde llegamos desde el momento que matan a Lele Gatti en el playón y de Mr. Jones hasta la huida de Itzcovich y Vergara, prácticamente hasta el domicilio de los padres del primero”.

El análisis de las cámaras de seguridad resulta clave para la investigación por el crimen del DJ “Lele” Gatti.
-¿Qué tan importante son las primeras horas para investigar un homicidio?
– Diría que las primeras 36 horas son fundamentales, porque hay mucha información que emerge, en este caso de las imágenes, de la escena del crimen y de que todo el mundo criminal intenta desligarse, porque todos piensan que son una boleta puesta que le van a incriminar el crimen. Entonces, por ejemplo, empiezan a aparecer armas en todos lados. Es como una paranoia que pueden tener quienes tienen antecedentes, para no quedar “pegados”.
-¿Y en este caso, cómo fueron esas primeras horas?
-Me llegó mucha información a raíz de que Lele Gatti era muy querido en la periferia, porque en pandemia, en esos barrio había oficiado de DJ en diferentes fiestas. La verdad que la información más fehaciente me llegaba a través de esas fuentes y de los amigos de la víctima. Además, claro, de la investigación que hicimos con el personal de la fiscalía.
-¿Y así llegan a la casa de los padres de Itzcovich?
–Itzcovich para mí era un nombre desconocido, alguien sin antecedentes. Una fuente muy confiable me trajo el dato de la casa de sus padres, que tenían un comedor infantil y que hasta allí habían ido en la moto, como se podía ver en las cámaras de seguridad. Entonces allanamos el lugar, pero no encontramos nada. Sí vimos que había huellas de que habían estado, había una Coca Cola abierta, algo de comida. Estábamos cerca.

Lele Gatti y los tres acusados en el juicio por su crimen.
Cercado por la policía y arrepentido por haber participado del crimen, Itzcovich, un hombre que no tenía antecedentes penales, se entregó a la policía al día siguiente de los allanamientos en la casa de su padres. Estuvo unas horas en la comisaría novena y luego fue trasladado a la Unidad Penal 44 de Batán, donde pasó dos noches hasta que pudo declarar.
-¿Cómo llegan desde ahí a los otros nombres?
-Identificamos que la moto utilizada sería de Maximiliano Urra Zapata y ya el apellido Urra Zapata es conocido, por tener vínculos con el narcomenudeo y estar en diferentes disputas territoriales en el barrios periféricos como Las Heras. A diferencia de Itzcovich, los antecedentes sí nos llamaron la atención.
-¿Y cuál era el vínculo?
-Ahí haciendo una investigación en Facebook encontramos una foto de Urra Zapata, Itzcovich y Vergara que celebraban el Día del Amigo en un taller donde se veía que había motos. Itzcovich atravesaba en ese momento una economía totalmente diezmada por la pandemia y era Urra Zapata quien lo ayudaba a mantener a su familia, por lo que evidentemente no tuvo otra alternativa que devolverle el favor cuando se lo pidiera.
-¿Esto fue ratificado por Itzcovich en su declaración?
-Itzcovich sin darnos nombres nos confirmó todo el modus operandi del robo que terminó en el asesinato de Lele Gatti y dijo que habían ido hasta el estacionamiento de Mr. Jones porque el jefe de seguridad del lugar les había dado la información para concretar un robo millonario. Alguien a quien describió como alto, con poco pelo y barba candado. Es decir, Romito, que tuvo un rol fundamental, ya que como jefe de seguridad tenía acceso, sabía perfectamente cuánto se recaudaba y cómo era la salida del dinero.
Lo que siguió en la investigación fueron horas y horas de análisis de entrecruzamiento de antenas en la madrugada del crimen. “Todos los caminos conducían a Romito, e inclusive hasta un diálogo que mantuvo con la novia, donde hacía referencia lo ‘mal’ que había salido, pero intentando desligarse del tema”, recordó Gómez.
La fiscal tenía cuatro nombres, pero solo dos detenidos. Faltaban el que había disparado contra Lele y el que había planificado todo: Vergara y Urra Zapata. “Teníamos los nombres, una bala calibre 22 que se extrajo en la autopsia, pero no teníamos el arma”, dijo la extitular de la Fiscalía N° 4.
Vergara se mantuvo poco más de un año prófugo, hasta que fue detenido tras una serie de allanamientos gracias a la información que aportó un testigo, que aclaró lo hacía para cobrar la recompensa ofrecida por el Ministerio de Seguridad. Urra Zapata, en cambio, parecía estar siempre un paso adelante de la policía y había logrado escaparse “justo” antes de algún operativo para detenerlo.
“Evidentemente Urra Zapata goza de protección, no puedo decir qué parte de la policía lo protege, pero sí que lo protegía. Recordemos que la familia Urra Zapata tiene vínculos con el narcomenudeo”, dijo Gómez y agregó: “En su momento yo incrementé la recompensa. Durante mi gestión todos los patrulleros tenían una foto con la cara de Urra Zapata, el pedido de información y la recompensa que se ofrecía. Al menos para que no estuviese tranquilo nunca”.
“Es un acto de injusticia que Urra Zapata esté libre. Pero yo creo en este caso habrá un castigo para los demás, al menos la familia de la víctima verá ese castigo, sentirán que no pasaron desapercibidos, que al menos algo pasó, que al menos este Tribunal los condenará, y les dirá que los condena por lo que hicieron, porque se lo merecen por matar a Lele Gatti”, concluyó Gómez.
-¿Te afectaban este tipo de casos, el asesinato de un inocente?
– A mí me afecta bastante, sí. Ver que había una familia detrás, que buscan un abrazo, un afecto físico de ese hijo que ya no está. Yo no me podía cerrar a eso, no lo podía negar. Recorrer la casa y ver fotos de las víctimas en habitaciones en las que nunca más estarán. Sí, siempre me afectó. En este caso más todavía, con esos padres que habían adoptado a Lele. La historia de la víctima, todo el mundo lo quería, era muy buen tipo, solidario con todos y que a tan corta edad lo hayan matado. Podrán pedir perdón, decir cualquier cosa, pero Lele ya no está. Se pueden arrepentir, pero no es lo mismo. Y siempre me destrozó la indiferencia de Mr. Jones con lo que pasó, creo que deberían pagar por el daño moral.
-¿Cuál es tu idea de justicia en un caso así?
-Me parece que es un poco la idea de justicia que fui mamando en mi casa y que después alimenté fantasiosamente en mi infancia, con algunos superhéroes. Esa fantasía que después fui moldeando. Siempre intenté estar del lado de lo que a mí me parecía correcto, me parece que es una forma de retribución. Yo creo más que en el principio de justicia en el principio de equidad, es decir, la justicia al caso concreto, porque no todos los casos son iguales. A mí me gusta que los operadores judiciales sean más equitativos, que sean quizás menos influenciables a lo que es la opinión pública, para que no dependa de quién está arriba en el poder. La muerte de una persona a manos de una mafia no la compensa nada, pero sí hay una compensación en darle voz a los que no la tienen. Eso sí. Eso fue lo que me guío siempre.
El 6 de mayo se conocerá la sentencia contra los acusados de haber participado en el crimen de “Lele” Gatti. Si hay justicia o no dependerá de los jueces Riquert, Sueyro y Wacker Schrode y de lo que cada uno interprete de lo que justicia significa.

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