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La Ciudad 12 de febrero de 2024

El crimen del aristócrata en un selecto balneario de Playa Grande

En el verano de 1937 dos integrantes de la elite porteña veraneante se cruzaron a tiros en el más selecto balneario de Playa Grande y uno de ellos murió. El episodio, aunque escandaloso, fue rápidamente silenciado por la prensa.

El abogado Wenceslao Paunero en la primera década del siglo XX junto a una muy joven Victoria Ocampo en el Golf Club de Mar del Plata. En 1937 sería asesinado no muy lejos de allí, en un balneario de Playa Grande.

Por Gustavo Visciarelli

En 1937 el abogado y “sportman” Wenceslao Paunero portaba con el mismo apego un Colt calibre 38 y el nombre de su abuelo, aquel general que en 1863 derrotó al Chacho Peñaloza en el combate de Las Playas, donde muertos y heridos fueron calcinados después de la batalla. Tenía 50 años, fortuna, inserción en la alta sociedad, gravitación en la esfera política y una esposa que a los 44 rutilaba en la aristocracia. Se llamaba Mercedes Peña Unzué y le decían “Mina”.

Martín Cossio Salas Oroño tenía 23 años, una pistola Super Colt y el aval de un sólido patrimonio familiar que le permitía dedicarse al libre esparcimiento. Siguiendo la ruta estival de la elite porteña, los tres coincidieron ese verano en Mar del Plata.

La clase media se había asentado en la Bristol y el turismo de abolengo reaccionó migrando al sur. Su bastión era ahora Playa Grande, que guardaba la estética de finales la década del 20, con instalaciones balnearias, clubes y restaurantes de madera sobre la arena. Allí se produjo aquella “grave incidencia personal”, que involucró a dos “figuras muy conocidas en el ambiente social del país”; en la cual “perdió la vida el señor Paunero, resultando con heridas de carácter leve el señor Cossio Salas”, según consignó una atildada crónica de LA CAPITAL.

Dos libros escritos décadas después dan por cierto que “Mina” Peña Unzué y Cossio Salas mantenían una relación afectiva que llegó a oídos de Paunero. La crónica de LA CAPITAL apenas lo sugiere al indicar que “se hallaban enemistados por razones de carácter íntimo desde hace mucho tiempo”.

En el verano anterior ambos hombres habían mantenido “un incidente en los salones del Bristol Hotel”, enclave social del patriciado veraneante, pero el episodio “no tuvo contornos deplorables debido a la eficaz intervención de algunos amigos”. La crónica de LA CAPITAL enumeró un “violento diálogo”, “golpes de puño” y un intento de ambos por usar armas” que fue impedido por los presentes.

El 12 de marzo de 1937 a las 18 horas volvieron a cruzarse, esta vez en el balneario Ocean Club de Playa Grande y nadie pudo impedir el uso de armas. El diario socialista El Trabajo, que trató el asunto de soslayo sin siquiera identificar a los protagonistas, definió el lugar como “centro aristocrático por excelencia, cerrado hasta a las miradas curiosas de la chusma”. Y señaló que los contendientes “se tomaron a puñetazo limpio en pleno salón del club, repleto de damas, como no lo hubiesen hecho dos villanos”.

Los testigos pusieron fin al episodio, en el que Cossio Salas habría llevado la peor parte. Paunero salió caminando hacia su auto- un Buick convertible con “chauffeur” uniformado- y el joven lo hizo tras sus pasos.

La secuencia balística ha variado en sucesivos relatos, muchos de los cuales hablan del sombrero de Cossio volando por los aires tras el primer disparo que partió del Colt de Paunero. La crónica de LA CAPITAL no recoge ese detalle pero asegura que los contendientes cruzaron no menos de diez balazos.

Paunero, ubicado en el asiento posterior del convertible, ya le había ordenado al chofer que iniciara la marcha cuando su contendiente se le aproximó pistola en mano. Cossio Salas –según la crónica- sufrió heridas leves en la ingle izquierda, un brazo y una axila. Paunero recibió cuatro heridas mortales y quedó tendido en el asiento del Buick. Falleció a poco de ingresar al Hospital Mar del Plata y fue inhumado en La Recoleta.

Los diarios dejaron caer un prematuro silencio sobre el caso y Cossio Salas egresó dos años después del Hospital de Dolores, donde cumplió una detención privilegiada.

Playa Grande dejó de ser la que era, pero no como consecuencia del crimen. Justamente ese año removieron las antiguas estructuras de madera y el complejo balneario que hoy conocemos vino a sepultar rápidamente el escenario de la muerte de Paunero.

playa grande años 30

Así era Playa Grande a finales de la dècada del ’30. En la zona de estacionamiento se produjo el crimen de Paunero, que había llegado al lugar en un Buick convertible con “chauffeur” uniformado.

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Los dos libros mencionados son “Siete elegantes crímenes de pasión” (Ovidio Lagos) y “100 Crímenes Resonantes que Conmovieron a la Sociedad Argentina” ( Javier Sinay-Norberto Chab).