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Policiales 18 de diciembre de 2018

El crimen del dueño de Manolo: los detalles que conmocionan a una ciudad

El ex suegro de Juan Santurian (63), uno de los dueños de la cadena de restaurantes Manolo, lo asesinó de varios disparos y después se suicidó. Detalles de un crimen impactante.

Por Fernando del Rio

Juan Santurian (63) era uno de los dueños de tal vez una de las tres marcas más reconocidas de Mar del Plata. Los churros de Manolo, aunque originados en España y en Uruguay, cobraron en esta ciudad un vigor empresarial gigante en los ’80 que los transformaron en un clásico, en una tradición. Y uno de los valores de ese crecimiento fue el concepto familiar de la empresa. Nadie habría de imaginar jamás la tragedia.

Aunque algunos apellidos fueron cambiando con las generaciones, la familia nunca dejo de ser el baluarte de Manolo, y Santurian era parte de ese clan de emprendedores. Por eso, aunque tenía el control de la franquicia en Miami y residía mayormente allí, solía regresar a Mar del Plata al edificio Boghoss II para ocupar uno de los departamentos al igual que otros miembros de la familia. Ese novedoso diseño arquitectónico, con balcones semejando el oleaje costero, y con un tres ambientes a más de 300 mil dólares, era otras de las visiones del grupo empresarial. Fue en su cochera que se desencadenó la tragedia.

Foto LA CAPITAL

Foto LA CAPITAL

Apenas habían pasado algunos minutos de las 8.30 de la mañana cuando Santurian bajó por el ascensor principal hasta el subsuelo para subirse a su camioneta Mercedes Benz de color blanco e iniciar su jornada de trabajo. Santurian tenía cierta responsabilidad en el seguimiento de la nueva sucursal de Manolo en la avenida Constitución, además de la supervisión de las otras casas comerciales distribuidas por el Centro, Alem y la Costa. Desconocía, naturalmente, que en la misma cochera, dentro de una camioneta Peugeot Partner estaba al acecho su ex suegro, Miguel García (70).

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Santurian se dirigió hacia la Mercedes Benz sin sospechar siquiera que tendría una confrontación, mucho menos que esos serían sus últimos pasos. Con las llaves en la mano vio aparecerse de repente a su ex suegro, vestido con un pantalón de jean azul, una campera del mismo color y con un negro brillante en su mano derecha. Era la pistola Tanfoglio calibre 40.

Todo lo que pasó hasta ese momento se puede reconstruir sin mayor riesgo de caer en imprecisiones, pero lo posterior nadie lo sabrá. Jamás se sabrá si hubo discusión, si hubo reproche o si hubo, simplemente, un ataque artero y furtivo.

García accionó la Tanfoglio varias veces en dirección al cuerpo de Santurian. Un proyectil entró en el intercostal derecho, otro rozó el brazo izquierdo y otro más dio en el tórax. El restante, el que aporta algo de información diferente para entender la maniobra de agresión, ingresó por la zona cervical. Por atrás.

Foto LA CAPITAL.

Foto LA CAPITAL.

La forma en la que García abordó a Santurian revela una premeditación, si bien ambos vivían en el mismo edificio y no era improbable que se cruzaran en la cochera. Santurian ocupaba un departamento en el primer piso y García lo hacía en otro de los pisos superiores. Pero la impresión de los forenses de Policía Científica y del fiscal Alejandro Pellegrinelli es que García tenía planificado el desenlace.

Incluso lo que hizo después de matar a Santurian. Aún con la pistola vibrante en su mano caminó hasta el espacio que quedaba entre una camioneta y la pared del estacionamiento, se sentó junto a una columna. Apoyó el arma en su pecho y se disparó. El proyectil que lo atravesó se incrustó unos centímetros detrás en la pared, mientras que su cuerpo quedó tendido encima de la precautoria franja amarilla pintada en el piso de cemento alisado.

Las detonaciones alertaron al personal de seguridad del edificio y también a otros residentes y cerca de las 9 dieron aviso a la policía a través del 911.

Escena del crimen

Fiscal Alejandro Pellegrinelli.

Fiscal Alejandro Pellegrinelli.

El fiscal Pellegrinelli descubrió en el subsuelo del edificio de Libertad al 3200 una típica escena de homicidio seguido de suicidio. Al principio trascendió la versión de la intervención de terceros pero estuvo anclada más en la cautela por no descartarla que en la realidad fáctica.

Además de los impactos de bala que se contabilizaron en ambos cuerpos la Policía Científica observó dos accidentes balísticos más en las paredes. No obstante algunos de esos proyectiles serían los que impactaron en Santurian. En las próximas horas, con los estudios balísticos y forenses se determinarán con exactitud la cantidad de disparos y la mecánica de los mismos.

Además, el fiscal Pellegrinelli analiza las imágenes de las cámaras de seguridad del edificio Boghoss II que, si bien no registraron la totalidad del crimen, sí podrían encontrarse diferentes escenas que ayudarían a reconstruir los hechos.

Respecto al móvil del ataque, su propia naturaleza impide conocer detalles. Está claro que existía un conflicto entre ambos pero para los investigadores ya no resultará trascendente. Es que si, como todo hace imaginar, el caso queda enmarcado en homicidio y suicidio, no hay ningún interés judicial en indagar esa circunstancia.



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