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Deportes 4 de abril de 2025

El emotivo homenaje de Mateo Rinaldi a su padre: un festejo que revivió Malvinas en la Copa Argentina

El defensor marcó el último penal de la serie de cinco para Kimberley y replicó un gesto que su padre, Jorge, realizó 43 años antes en Puerto Argentino. Una imagen que trasciende más allá de la derrota en la definición con Newell’s. “Mis héroes son los combatientes”, asegura el futbolista. La historia.

Por Juan Miguel Alvarez

Hay momentos que trascienden resultados e imágenes que valen más que mil palabras. En el instante más importante de su carrera deportiva, Juan Mateo Rinaldi, jugador de Kimberley, replicó un acto que su padre, Jorge, hizo 43 años antes en Puerto Argentino, durante el conflicto de Malvinas. En ese preciso instante, el fútbol –en plena Copa Argentina, nada menos– conectó con una historia de guerra, sacrificio y amor filial que merece ser contada. Porque, precisamente, esa es la gran lucha que persiguen hoy los excombatientes y sus descendientes; que no haya olvido.

Para Kimberley, equipo del Federal (tercera división), el partido ante Newell’s fue histórico. Y, por un guiño del destino, fue programado un 3 de abril, justo al día siguiente de la fecha que se conmemora en todo el país el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas.

“El Flaco”, pieza fundamental para sostener el 0 a 0 ante un rival de mayor jerarquía, se hizo cargo del último penal de su equipo, ante Keylor Navas, en la serie de cinco en el estadio “Ciudad de Vicente López”. Y marcó el gol para poner al equipo más humilde al borde de la victoria. El “estamos ganando”, increíblemente, esta vez era cierto. La derrota contra el más poderoso se consumará de todos modos, pero para el joven Rinaldi eso fue anecdótico. Porque, en un partido tan trascendente, televisado para todo el país, pudo rendirle el planificado homenaje a su padre y, por consecuencia, a todos esos héroes que lucharon por la patria.

El festejo de Rinaldi. Foto: Agustín Belga / prensa Kimberley

El festejo de Rinaldi. Foto: Agustín Belga / prensa Kimberley

Jorge Rinaldi, nacido en General La Madrid, salió sorteado para realizar el servicio militar en Punta Alta. Cuando la dictadura militar argentina decidió el desembarco en Malvinas fue enviado a Puerto Argentino -precisamente un 3 de abril- como integrante de la Infantería de Marina en la Sección “Perros de Guerra“. Entre otras funciones, fue el guía de Nick, un ovejero alemán cuya misión era alertar los ataques antes que los radares y evitar comunicación entre los kelpers y los militares ingleses.

Durante un entrenamiento con el manto negro, realizó el gesto (agachado, con los brazos extendidos) después replicado por Mateo y publicado en aquel entonces por la revista Siete Días. “Esa foto siempre me conmovió, desde chiquito. Por eso la tenía sobre mi escritorio”, le cuenta el futbolista a LA CAPITAL. “Cuando lo hice miré la tribuna y vi que él algo le comentó a mi mamá. Así que creo que se dio cuenta. Igual después me mandó un audio muy emotivo al respecto”, revela el futbolista que este viernes cumplió 25 años.

malvinas

Para Mateo, la imagen no solo representa un acto heroico, sino también un símbolo de la lucha y el sacrificio de los veteranos, esos hombres que, por años, vivieron en silencio y cuyas historias a veces se difuminan en el tiempo.

“Mis héroes son los combatientes de Malvinas”, asegura quien desde su niñez escuchó una y otra vez las historias de su padre y otros compañeros, llenas de heroísmo. “Me crié con esas anécdotas, como si fueran relatos de una película de Marvel”, confiesa. Y aunque su vida transcurre en las canchas de fútbol, cada vez que se acerca el 2 de abril, siente que debe rendir homenaje a esos héroes.

“Nunca había tenido esa oportunidad de jugar con tanta gente, y mucho menos en una fecha tan especial. Esta vez, que toque yendo a jugar contra Newell’s me llenó más el alma”, reflexiona.

El gesto de Mateo también refleja el proceso de sanación de su padre, Jorge, quien durante años vivió con el peso de la guerra en silencio. “Ahora ‘mi viejo’ se está soltando más, antes no podía hablar. Una bandera, una escarapela, lo conmueve mucho”, desliza Mateo.

“A los ídolos actuales se los sigue por redes sociales. Pero a esos hombres que fueron a Malvinas, les podés hablar cara a cara. Y ves cómo empiezan a cristalizarse los ojos en sus recuerdos. Por eso agradezco cuando hablan y ponen en detalle cada cosa que vivieron”, razona. Ese sentir, claro, se extiende para una lucha que fue familiar. “Cuando hablo por él, lo hago por toda la familia que transitó ese momento y el posterior. Porque ‘mi vieja’ se bancó tantos años de silencio después de la guerra. Lo acompañó siempre”, enfatiza.

Para Mateo, su padre no solo es el hombre que lo crió, sino también el que representó lo mejor del país en el momento más oscuro de la historia reciente. “Siempre tu viejo es tu bandera, pero en este caso, más todavía”, explica, con una mirada que refleja la admiración más profunda.

“Por suerte el penal terminó gol, lástima que no pudimos ganar”, cierra Mateo. “Pero cuando uno conoce bien aquellas historias, sabe que el fútbol es algo para disfrutar, pasarla bien más allá de los resultados”, reflexiona.

Con un emotivo homenaje, Mateo demostró el amor por su padre y puso su granito de arena para mantener viva la memoria. “Por los pibes de Malvinas que jamás olvidaré”…

Yo quiero a mi bandera

Tras la rendición del 14 de junio de 1982, Jorge Rinaldi tomó una decisión arriesgada cuando su compañero José Cruz bajó la bandera argentina de un mástil y le dijo al teniente que la quería llevar de regreso. El superior advirtió que “si lo veían, lo matarían”.

Sin embargo, Rinaldi decidió ponerla debajo de su bufanda y la trajo al país pese a permanecer varios días como prisioneros de guerra. Después del viaje a Punta Alta, fue liberado y partió ¡haciendo dedo! a su ciudad natal, General La Madrid. Su familia le dio contención y, pese a las cicatrices de la guerra, estudió profesorado de Educación Física en Olavarría y ejerció hasta su jubilación. Tuvo dos hijos futbolistas: además de Mateo, Nicolás, disputa la Primera Nacional en Gimnasia y Tiro de Salta.

Mateo Rinaldi, entre el fútbol y las letras

Mateo Rinaldi se formó en Ingeniero Jorge Newbery hasta que quedó en una prueba en Aldosivi. Aquí compartió un año con su hermano mayor, Nicolás, quien vino en 2019 pero a jugar en el clásico rival, Alvarado.

A la vez, Mateo inició el profesorado de Educación Física en CADS, cuando su futuro era incierto. “No me gustaba lo que rodeaba al fútbol, el ambiente, su gente. Encima, en 2020 quedo libre de Aldosivi”, cuenta sobre sus primeros años en Mar del Plata.

Pero aquí se radicó. Porque Leonardo D’ Urso se lo llevó a Deportivo Norte y decidió seguir jugando la competencia local, sin tantas obligaciones. Hasta que Kimberley lo llamó para disputar el Regional Amateur en 2024, logró el ascenso y se quedó a jugar el mismo año el Federal, siempre como titular.

Este jueves tuvo la oportunidad de medirse contra Newell’s, club histórico del fútbol argentino. “La verdad es que lo disfrutamos. Mirabas las caras de los compañeros y todos estaban sonrientes. Además, pudimos intentar nuestro juego y arriesgar, pero con responsabilidad. Todos nos esforzamos adentro del campo para estar a la altura”, analiza.

Más allá de las claras diferencias entre el alto rendimiento y un nivel semi-profesional, Rinaldi aclara que se puede vivir del fútbol con el sueldo de un Federal. “De manera austera, como vivo yo, sí. Pero me compro ropa una vez al año y alquilo con un compañero”, aclara.

Mateo tiene dos pasiones: los deportes, especialmente el fútbol; y la salud, vinculada a la buena alimentación.

Trabajó como “profe” en gimnasios y con entrenamientos personalizados. Además, forma parte del cuerpo técnico en las categorías 2009 y 2010 de Kimberley que este viernes tuvieron una histórica presentación en torneos de AFA ante Alvarado.

Por otro lado, al futbolista le apasiona la lectura. Y encontró en la escritura la forma para exteriorizar sentimientos. “A raíz de las cosas vividas, voy escribiendo. Días atrás publiqué algo que armé durante dos años sobre Malvinas. Cosas que me conmueven; también hice algo sobre los jubilados. Cuando estás lejos de tu familia y en un ambiente como el fútbol, hay palabras bonitas que te llenan el alma que no decís, como un te quiero o te amo. Escribiendo lo puedo expresar”, se sincera quien, mediante gestos o textos transmite su pensamiento profundo y consciente.

¿Por qué a mí? El cuento de Mateo Rinaldi sobre Malvinas.