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Deportes 9 de junio de 2019

El equipo de las armas nobles

Las señales distintivas de la histórica campaña otamendina. Siempre quiso jugar. No hizo tiempo, no recurrió a malas artes. Contundente en su momento. Sólido en la parte final. Poniendo el norte en la búsqueda del arco de enfrente, supo cuidar muy bien el propio.

El "Paisa" Hidalgo y el "Vasco" Solaberrieta se detienen a consolar a Enzo Fernández. En Círculo lo urgente no corrió lo importante a un segundo plano. (Foto Gentileza Mirta Velázquez/Diario La Opinión Austral)

por Sebastián Arana
@sebarana71

 

Una imagen vale más que mil palabras. Enzo Fernández tirado sobre el sintético no tiene paz. Diego Hidalgo y Joaquín Solaberrieta, en el momento de máxima euforia, a la hora de celebrar acaso el logro más importante de sus carreras deportivas, se detienen un instante a consolarlo. Una pintura de un equipo que buscó el éxito con denuedo, pero no a cualquier precio. Siempre con armas nobles. Con mucho esfuerzo, pero no dispuesto a trepar pisando cabezas. Con gente así, cualquier empresa es posible. El grupo, con varios integrantes que vienen jugando juntos hace varias temporadas, fue clave en esta campaña.

Pero también, para lograr un ascenso, un entrenador tiene que conseguir un funcionamiento acorde. He aquí un contrasentido. A Círculo Deportivo, en modo alguno, le cabe la etiqueta de equipo defensivo. Priorizó casi siempre la búsqueda del arco rival. En ella los jugadores con buen pie han sido prioritarios. Desde la última línea. El fútbol otamendino se construyó con salida clara desde el fondo, con presencia ofensiva importante de los laterales, con mediocampistas claros para tocar la pelota, con mucha capacidad de desborde por los costados, con las genialidades del “Turbo” Vértiz, con la capacidad goleadora de Astiz…

Y, sin embargo, el equipo otamendino casi siempre se defendió muy bien. Acaso ese sea el mérito más grande de Alexis Matteo. A poco menos de dos meses para el arranque de este Torneo Regional Amateur, Círculo tenía la defensa deshecha tras las decisiones de no seguir jugando de Alejandro Portillo, Andrés Blanco y Gonzalo Quiroga. Tres defensores de buen porte y experiencia en estos certámenes. Había que armar la última línea en tiempo récord.

El DT lo consiguió. Sin ir a buscar zagueros grandotes, de la categoría. Acertó un pleno con la incorporación de Joaquín Solaberrieta, un defensor regular, veloz y seguro. Tardó en encontrarle el compañero ideal. Pero el cielo se le terminó de abrir a Matteo cuando Roselli se sumó a los entrenamientos. De movida pensó en él como el primer marcador central para los play-offs, un puesto que durante su carrera ocupó sólo ocasionalmente. Privilegió su experiencia, su velocidad, su capacidad de tiempista, su clase para salir con claridad. “El Sapo arriesga un millón para ganar un peso”, definió alguna vez alguien cercano al plantel otamendino. Pero el ex Quilmes ganó todas sus apuestas y terminó de consolidar una dupla confiable con Solaberrieta. “Poroto” Fourcade, autor de un gol clave en la primera final con Boxing Club, cumplió con creces cada vez que le tocó entrar. Y Diego Hidalgo fue una rueda de auxilio vital para mantener el equilibrio.

Así Círculo sufrió nada más que nueve tantos en toda su campaña. En dieciocho partidos. De arriba, el gran temor a raíz de la falta de talla de la defensa, le convirtieron sólo ocasionalmente. Jamás le hicieron más de dos goles. Y su solidez fue in crescendo en la parte decisiva del torneo, la de los juegos eliminatorios.

En la fase de grupos lo de Círculo fue de menor a mayor y se puso intratable en la segunda rueda. Al “pico” llegó el día que goleó 7-0 a El Porvenir de San Clemente del Tuyú en un partido perfecto. Pero tuvo otras buenas actuaciones.

Sin olvidar la idea madre -tratar bien la pelota, desbordar por los costados para abastecer la voracidad goleadora de Enzo Astiz-, Círculo supo cómo jugar la etapa decisiva. En ese tramo se reveló como un equipo con oficio y carácter para superar, uno a uno, a rivales duros, que le quitaron brillo, pero que le permitieron sacar a relucir otras virtudes.

También, cómo no, tuvo golpes de suerte a favor. Como todos los equipos que ganan cosas importantes. Ante Huracán de Ingeniero White abrió con un contraataque inesperado a un equipo que estaba todo metido atrás. A Ferro Carril Sud de Olavarría lo dejó afuera en una interminable tanda de penales en la que pudo pasar cualquiera. Y en el temido sintético de Río Gallegos, mete una corrida salvadora en el último minuto con el rival jugado en ataque.

Pero esos golpes de viento a favor ayudan a solamente a los buenos. Y Círculo fue bueno. Un equipo con ideas claras y con armas nobles para trabajar, jugar y conducirse. Adentro y afuera de la cancha.

 



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