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Cultura 31 de octubre de 2022

Ficción: “Minotauro” de Vanesa Sales

La escritora de Palomar pero radicada en Mar del Plata desde 2016 comparte con los lectores de LA CAPITAL una de sus narraciones del libro "Modo Reels", en el que se propone trabajar la ESI (Educación Sexual Integral) en la escuela secundaria.

Abrí mis ojos, me estiré muy fuerte y me levanté rápido para ir al baño. Todavía me cuesta embocar, pero mamá dice que ya soy un nene grande que va al baño solito.

Me trepo a la pileta y me miro en el espejo, tengo todos los pelos parados, me río y corro a la cocina. Soy tan rápido como un superhéroe y no necesito capa. Mi pijama del Fortnite es genial, me da súper velocidad. Me cruzo con mi perra, ella también es muy rápida y juntos somos invencibles.

Mi mamá está de espaldas ordenando, voy muy despacito y la asusto, es muy divertido y ella se ríe mucho. Hoy es sábado y no hay que hacer tarea, podemos jugar en el patio.

Pero algo pasa, mamá tiene la nariz colorada, los ojos colorados y una servilleta arrugada en la mano. No se ríe cuando la asusto, se agacha y me abraza muy fuerte. Mientras me abraza, pienso que mamá también debe tener súper poderes porque tiene un abrazo extremadamente fuerte.

Cuando me suelta, la vuelvo a mirar. Es más linda cuando sonríe, pero me acuerdo que la seño nos contó que a veces podemos estar tristes, como el monstruo de ese cuento. Hago fuerza para acordarme qué hizo el monstruo para dejar de estar triste, pero nada me viene a la mente. Debe ser que mi cerebro no empezó a trabajar porque es muy temprano. Capaz si desayuno, me acuerdo.

Terminamos de desayunar y todavía no me acuerdo. Vuelvo a mirar a mi mamá, y descubro que se hizo un chichón en el ojo, debe haber sido mientras ordenaba, cuando en el jardín nos hacemos un chichón la seño nos pone hielo. Me levanto, busco una silla, la arrastro con mi súper fuerza, la apoyo re cerca de la heladera y me subo arriba, abro el freezer y saco un hielo. Me felicito por mi idea, mi cerebro ya empezó a funcionar.

Me bajo y le doy un hielo a mamá. Es para el chichón en el ojo, le digo, pero en vez de ponerse contenta, se pone a llorar y me vuelve a abrazar. Debe ser de orgullo, pienso, y me voy a mi habitación a cambiarme y ponerme las zapas para salir a jugar.

Mientras juego con mi Ariadna, mi perra, mamá tiende la ropa. Paso por debajo de las sábanas colgadas, no tienen que tocarme y como soy súper rápido, ninguna me toca. Cuando paso cerca de mamá, ella se remanga el buzo rosa, con florcitas, y veo que en el brazo también tiene un chichón, pienso en que mamá debe ser muy torpe ordenando la casa, para hacerse dos chichones. Será por eso que papá la retaba ayer, estaba muy enojado, por suerte estaban en la habitación, sino no hubiese podido escuchar los dibujos animados.

Corro a la cocina para buscar otro hielo, mamá va a estar muy orgullosa y el lunes cuando vaya al jardín voy a contar a la seño que la ayudé un montón a mi mamá. Lástima, los hielos ya se derritieron. Pienso otra cosa para ayudar y me acuerdo que cuando yo me golpeo, mamá me da un beso en mi chichón para que se me pase. Mi cerebro sigue funcionando muy bien.

Salgo volando de la cocina, cruzo todo el patio, me sigue, la miro y me río, es mi fiel compañera. Me acerco a mamá, le agarro el brazo y le doy un beso muy fuerte. Otra vez se siente orgullosa, y me abraza muy fuerte, casi que me rompe todos los huesos, pero no importa, todo sea para que se le curen los chichones.

Doña Elvira y Doña Sol conversan del otro lado de la medianera. La saludan a mamá, pero mamá me dice que mejor entremos, a ella no le gusta conversar con las vecinas, dice que son muy chusmas. A mí me parecen graciosas, tienen muchas arrugas y hablan a los gritos como si estuvieran sordas.

Abro mis ojos, un ruido me despierta. Me levanto, ya no tengo mi pijama del Fortnite. Escucho muy atento, los ruidos vienen de la habitación de mamá. Busco algo y camino despacito para no hacer ruido, los gritos son cada vez más cercanos. Llego a la puerta, no me animo a entrar, espío por la mirilla, mamá llora en el piso, papá tiene el puño muy cerrado. Respiro y me convenzo a entrar. Ya no tengo súper poderes, ya no tengo a Ariadna para que me ayude, mi mano ya no busca hielos, mi boca ya no besa chichones, los chichones ya no son por limpiar distraída, mi mano defiende, mi mano es Teseo, es ira, impotencia, odio, silencio.

Mi mano busca sus ojos, sus ojos se encuentran con mi ira, mi mano hace su trabajo, un sonido invade la habitación, un sonido que la libera del horror, es extraño sentir cómo un estallido puede traer consigo paz.
Mi mamá corre a abrazarme, ya no soy un pequeño, es ella la que se acuna en mi pecho. Cierro mis ojos, y mientras me abraza siento que hoy sí está orgullosa de mí.