Fuerte aumento de los trastornos psíquicos entre los marplatenses
Psicólogos advierten que a raíz de los efectos del coronavirus y el aislamiento se disparó la demanda en los consultorios. "Muchos empezaron terapia, cuando antes nunca lo habían hecho", señalaron. Detectan mayor número de personas con ansiedad, depresión, crisis de angustia, miedo y trastornos de sueño y alimentación.
Por Gonzalo Gobbi | @gonzalogobbi
Desde el inicio de la pandemia el mundo cambió. La incertidumbre pasó a formar parte de la vida cotidiana. En Mar del Plata, una de las ciudades del país más golpeadas por el Covid-19, profesionales de la salud mental advierten que se incrementó la demanda en los consultorios y que hay un notable aumento de distintos trastornos psíquicos provocados o agravados por la emergencia sanitaria.
Desde que el coronavirus entró a nuestras vidas, el foco se puso en los aspectos sanitarios de prevención y promoción de la salud física. “El cuidado sobre el virus recayó sobre el cuerpo y no en lo emocional”, apuntó una psicóloga consultada por LA CAPITAL. El cuerpo sufre, la mente también. Pero “sin salud mental no hay salud física”, lema que alzaron los profesionales del área desde el año pasado, cuando sin ser considerados esenciales al inicio vieron interrumpida su actividad presencial.
El inédito aislamiento que caracterizó al 2020 generó consecuencias. Los efectos se vislumbrarán a largo plazo, pero algunos ya están a la vista: adulteraciones en el ritmo de sueño, cambios en la alimentación, sintomatología asociada a la ansiedad, la depresión, la crisis de angustia y el miedo, tanto a la enfermedad como a la muerte, cuadros atravesados también por la crisis económica.
Desde la Dirección de Salud Mental del Municipio reconocieron un “crecimiento sostenido” de la demanda en el área y un aumento en el uso de psicofármacos.
Autoridades del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires Distrito X afirmaron que en la ciudad hay un “aumento significativo” de las consultas y que “todos los profesionales están bastante demandados”.
“Quien ya venía padeciendo un trastorno de ansiedad o depresión, lo que hizo la pandemia fue potenciarlo. Pero han aparecido nuevas demandas por cuestiones propias de la pandemia, el aislamiento, la crisis, la incertidumbre laboral y el miedo a perder seres queridos”, analizó Marcelo Magrethe, presidente el Colegio de Psicólogos.
Si bien “todos en algún momento necesitamos la asistencia psicológica”, en los últimos meses “mucha gente empezó una terapia cuando antes no lo había hecho”, lo que expone situaciones de personas que “antes tenían una vida sin graves conflictos y hoy empiezan a tener cuestiones específicas por todo esto que nos está atravesando”.
Iniciar una terapia en este contexto, indicó Magrethe, ayuda a “atravesar este tiempo de crisis de una manera resiliente”, ya que “el estar contenido en un marco terapéutico y trabajando estas cuestiones resulta positivo”.
Los efectos del aislamiento generaron o potenciaron el estrés, la ansiedad, la angustia y los trastornos de sueño y alimentación.
Los efectos, un año después
Con la vuelta al trabajo en consultorio, lo primero que muchos psicólogos notaron fue la demanda generalizada de atención presencial: pacientes que requerían el encuentro en persona. Si bien algunos mantuvieron la atención también virtual, “casi todos los pacientes retomaron su terapia presencial”, consignó en primer lugar la psicóloga y docente Miriam Esquivel Hublich.
Así, crecieron las “consultas sobre la emergencia de malestares, de sintomatología cercana o asociada con ansiedad, depresión y crisis de angustia“, indicó.
Un año después del inicio de la pandemia “se observó mayor atención de la comunidad sobre los efectos del aislamiento en la salud mental”, advirtió y explicó que la cuarentena y las restricciones que influyeron en aspectos laborales, y por ende en lo económico, “repercutieron también en las actividades cotidianas de las personas y en sus relaciones personales y afectivas, manifestándose principalmente en ansiedad, modificaciones en el ritmo del sueño, de la alimentación, sintomatología propia de depresión, casos de agorafobia y estrés, entre otros”.
La profesional señaló que “el miedo y el malestar que suelen manifestar los sujetos aparece ligado el propio estado de salud y el de familiares, amigos y conocidos”, pero también surgieron miedos sobre “el tiempo que se le estaba restando al trabajo y la consecuente pérdida de ingresos”.
También, indicó, aumentó la preocupación por seguir cuidando familiares y la incertidumbre o frustración por conocer la duración de esta situación, como así también “la soledad asociada con el sentimiento de haber sido apartados de los seres queridos” y “el malestar que genera la posibilidad de contagio a partir de la negligencia de otros”, sumado a cierto aburrimiento o decepción por “no estar conectados con la rutina” previa a la pandemia.
Acceso a la contención psicológica
Profesionales de la salud mental advierten que hay un incremento en la incidencia de trastornos psíquicos, que se manifiestan en al menos una tercera parte de la población.
Por lo pronto, los efectos en la salud mental son “más marcados” en las poblaciones que viven en “condiciones vulnerables y precarias”, dado que poseen menos recursos y tienen más limitado el acceso a los servicios de salud.
“Tuve muchas consultas sobre espacios de atención psicológica gratuita en este tiempo”, subrayó la psicóloga Esquivel Hublich.
La consulta con un psicólogo, aún después de un año de pandemia, no está garantizada para el 100% de la población. Si bien la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata generó dispositivos con el objetivo de cubrir ese déficit y el Colegio de Psicólogos cuenta con el Servicio de Atención a la Comunidad (SAC), con honorarios “accesibles” para quien no tiene obra social, muchas personas siguen quedando fuera del sistema.
Desde el Colegio de Psicólogos afirmaron que hoy “por cuestiones económicas no todos tienen acceso a la salud de forma integral” como para pagar una terapia particular.
“El Colegio tiene el SAC, que funciona hace años y vio incrementada su demanda en este tiempo. Tiene un honorario accesible, pero muchos igual no lo pueden costear”, reconoció el presidente de la institución.
A su entender, esta situación obedece a “una deuda de los gobiernos provinciales y municipales” para incrementar la participación de profesionales de la salud mental en el ámbito público, porque por fuera de los consultorios privados “no hay otros dispositivos”.
“Si una persona sin recursos económicos va al Estado, no encuentra gran cantidad de profesionales de la salud. En una salita municipal o en el hospital no hay turnos. Siempre fue así y no se reforzó el personal durante la pandemia”, explicó Marcelo Magrethe.
Desde la Dirección de Salud Mental del Municipio, sin embargo, explicaron cómo se trabaja para poder dar respuesta a la “creciente demanda”.
No obstante, el presidente del Colegio de Psicólogos dirigió un mensaje general a quienes no pueden abonar una terapia: “Yo sugiero mantenerse activos, buscar siempre una ocupación para no terminar con un cuadro de abulia, de falta de energía o de motivación”.
“Las incertidumbre nos va cerrando y genera un estado de aislamiento y desgano que trae adicciones, cambios en la alimentación y adulteraciones en el consumo, entre otras cosas. Hay que buscar qué hacer: reparar la casa, ocupar el tiempo en una actividad que nos mantenga activos, sobre todo manteniendo una rutina con horarios para comer, dormir, levantarnos e higienizarnos”, agregó.
La educación y el “Síndrome del Quemado”
Las clases virtuales han sido una alternativa para no interrumpir la educación, pero no hay docente ni madre o padre que niegue que ha sido un dolor de cabeza durante buena parte del 2020 e incluso, en algunos ámbitos de formación, también este año. Detrás del agotamiento compartido, aparece lo que se conoce como “Síndrome de Burnout” o “Síndrome del Quemado”.
Entre los maestros, la cantidad de horas de trabajo, el ritmo de sus tareas, las exigencias que acompañan al sistema dual o híbrido (virtualidad y presencialidad) y las consecuencias de esto en el ámbito personal y familiar, han provocado un gran desgaste.
“Cada docente, además de acompañar y sostener trayectorias educativas, ha acompañado en lo pedagógico y en lo emocional“, señaló la docente y psicóloga Miriam Esquivel Hublich.
“Muchos colegas manifiestan sentirse agotados, como si fuera mitad de año. Hay un agotamiento. Acá aparece el ‘síndrome del quemado’ o de ‘Burnout”, que da cuenta de un estado de agotamiento físico, emocional y mental sostenido”, señaló.
Dicho síndrome atraviesa no solo a los docentes y estudiantes, sino también a buena parte de los trabajadores esenciales que después de un año de pandemia pueden encontrarse en esa situación.
Se trata de un síndrome relacionado al ámbito laboral, al estrés causado por el trabajo y el estilo de vida, a partir de los cambios en estos aspectos.
“El Síndrome del Quemado puede tener consecuencias graves tanto en la esfera física como psicológica, por lo cual es importante empezar a pensar en espacios terapéuticos destinados a docentes”, alertó Esquivel Hublich.
Dentro de la Facultad de Psicología, hace poco se creó un espacio de diálogo con grupos de reflexión destinados a docentes en ejercicio de todos los niveles, con el objetivo de “poner a circular en palabras lo que les ha tocado sostener, acompañar y asimismo volver a formarse, porque muchas de las instituciones que se manejan de manera virtual, inicialmente tenía pensada una escolaridad o una formación plenamente presencial, por lo cual no solo tuvieron que modificar su estructura, sino que muchos docentes debieron modificar su práctica pedagógica”.
En cuanto a los niños y niñas, no puede desconocerse que para acompañar sanamente a los alumnos “es imperioso que los docentes también cuidemos nuestra salud mental”, aseguró la docente y psicóloga.
Desde la vuelta a la presencialidad en Mar del Plata se observa “una actitud positiva” entre los alumnos y alumnas, aunque al mismo tiempo la limitación de contacto y de vinculación que se originan a partir del protocolo establecido, lleva a que muchos “tengan que buscar nuevas formas de estar en y transitar por la escuela”.
Medios y redes sociales
Los psicólogos suelen tener reparos en torno a la palabra “normal”. Después de todo, ¿qué parámetros determinan qué es normal y qué no? Lo cierto es que la normalidad previa a la pandemia “se vio interrumpida” y se pasó a la llamada “nueva normalidad”.
Rol clave jugaron en este sentido los medios de comunicación, las redes sociales y la necesidad de mantenerse informado, lo que en muchos genera una “sobreinformación” que puede llevar a estar en realidad “desinformado”.
La psicóloga Miriam Esquivel Hublich advirtió por ejemplo que, recientemente, a partir de la muerte del periodista Mauro Viale, se generó “malestar y miedo” en torno a la vacunación contra el coronavirus principalmente en “sectores de la población cercanos en edad”.
“Tenemos que trabajar en la desinformación como un factor de riesgo para la salud mental”, dijo y advirtió que “la exposición constante a noticias de riesgo y miedo profundizan sensaciones de malestar, de vulnerabilidad personal, de victimización”.
En las redes sociales ocurre algo similar. “Se promueve una victimización indirecta y la percepción de que podemos ser las próximas víctimas del virus del Covid”, analizó la profesional.
Y es que además de leer información que circula por las redes “más ligados a la dimensión emocional y no tanto a lo cognitivo”, se comparten noticias “sin preguntarse antes: esto que estoy leyendo y que voy a replicar, ¿puede ser chequeado, tiene razón de ser?”.
Sin embargo, “aparece primero el miedo y la incertidumbre como malos consejeros que terminan haciendo que entre familias o entre las mismas personas se vean desinformados y que eso genere un efecto en su vida cotidiana”, reflexionó.
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