CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Opinión 13 de junio de 2019

Golfo de Pérsico, alarma en la ruta del petróleo

Por Raquel Pozzi
Analista en Política Internacional y Profesora en Historia.

El Golfo Pérsico se ha constituido en el centro de atención no sólo por la profundización del enfrentamiento entre los Estados Unidos e Irán, sino también por la lucha hegemónica de la región entre el reino de Arabia Saudita y la República Islámica de Irán.

En el Golfo Pérsico convergen dos de los estrechos más importantes del mundo en la ruta petróleo: Ormuz y Omán. El que ha suscitado mayor atención en la actualidad es el Estrecho de Ormuz -una franja de 33 kilómetros en su punto más angosto y de 280 kilómetros de longitud- custodiado por La República Islámica de Irán, por donde transita entre el 30 y 35 por ciento del petróleo mundial, como también otros productos desde los puertos de Irak, Kuwait, Qatar, Baréin, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.

Los estrechos de Omán y Bab El-Mandeb conforman otros puntos estratégicos también importantes en la ruta del petróleo mundial por el Mar Arábigo, Mar Rojo, Canal de Suez hacia el Mar Mediterráneo. El clima de tensión en la región es determinante en las variaciones cíclicas en el precio del petróleo a nivel global. Los últimos ataques registrados en el Golfo de Omán a dos buques petroleros -Front Altair y Kokuka Courageous- con cargamentos de hidrocarburos y Metanol que navegaban hacia Taiwán -Front Altair- y Singapur -Kokuka Courageous- están relacionados con capitales japoneses en el contexto de la visita del primer ministro japonés, Shinzo Abe, al líder supremo iraní, Alí Jameneí.

Las fuertes sospechas de sabotaje surgieron desde Teherán, donde el presidente Hasán Rohaní consideró de vital importancia la seguridad en los estrechos luego de los anteriores incidentes que señalaron al estado persa como el gestor de los mismos.

La visita del premier nipón

La llegada a Teherán de Shinzo Abe parecía maquillar las provocaciones generadas por el presidente norteamericano, Donald Trump, gesto interpretado como un factor mediador entre ambos estados. Sin embargo, las explosiones de los buques en el Golfo de Omán sabotean estas argumentaciones.

La Guardia Revolucionaria Islámica considera que se trata de “atentados de falsa bandera” cuyo objetivo es culpar directamente a la República Islámica de Irán. El ayatollah Alí Jameneí considera que no responderá a las provocaciones de Occidente y que buscará construir puentes de relación con aquellos estados que quieran generar vínculos constructivos.

El Estado de Japón renunció en el mes de abril a las compra del petróleo iraní para evitar las sanciones que Estados Unidos impondría a aquellos países que mantuvieran relaciones comerciales con el estado persa, luego de la salida del acuerdo nuclear.

Esta visita podría generar para Teherán y Tokio un alivio económico, aunque Trump los mire por el rabillo del ojo. La inquietante situación en el Golfo Pérsico, la volatilidad del precio del petróleo, las presiones de Arabia Saudita y otros estados a la República Islámica de Irán a través de la OPEP que reducen la oferta del oro negro y el consecuente aumento del precio, se suma a la guerra comercial entre Estados Unidos y La República Popular de China como también a múltiples factores que inducen la desaceleración de la economía a escala global.

Aspectos que inquietan a Trump en el Golfo Pérsico

El desvelo norteamericano se centra en el poder de disuasión que ostenta Irán por el paso obligado del mayor tránsito del oro negro del mundo, el Estrecho de Ormuz. El estado persa altera los ánimos de varios estados cuando anuncia con patrullaje militar -poderosa fragata Sahand- y la táctica de colmena -enjambre de lanchas ligeras- el cierre del estrecho de Ormuz aunque esto implique un gran esfuerzo militar y la violación de leyes y reglamentos internacionales.

Desde Teherán se evalúan los costos y riesgos que implica bloquear el paso, como también la posible interpretación de una declaración de guerra directa, con el agravante que en la ruta marítima del petróleo hacia el oeste orillando Omán y Yemen, se encuentra Djibouti, en el estrecho de Babel -Madeb. Un pequeño país africano en el cuerno de África en las costas del Mar Rojo, dónde están instaladas bases militares de Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y China.

Las tensiones y provocaciones entre EE.UU. y la República Islámica de Irán no contemplan en absoluto ningún modo de acercamiento. Al contrario, cuanto peor mejor. Las incitaciones entre ambos estados exponen un clima enrarecido por posibles enfrentamientos militares en la región del Golfo Pérsico, tan candente como complicada por las implicancias geopolíticas.

El presidente norteamericano demuestra fibra militar pero deja entrever el temor de EE.UU. compartido con la República de Israel y los saudíes, ya que el fortalecimiento de la rama musulmana chií en la región activa las alertas también en la República de Irak, generando otros frentes de disputa. No obstante, la presión económica contra Irán por las sanciones impuesta por Estados Unidos luego de la salida del Plan Nuclear (PAIC) estrangulan la economía persa, cuyos números negativos pronostican vientos de guerra en la política interna iraní.

El desbaratado Plan de Acción Integral Conjunto: PAIC, “El Pacto Nuclear” acordado en julio de 2015, el retiro prematuro de EE.UU. y el anuncio recientemente realizado por Teherán de renunciar a obligaciones manifestadas en el acuerdo, altera directamente a la Unión Europea que capea como puede la turbulencia entre EE.UU. e Irán.

Si bien el presidente iraní, Hasan Rohani, aclaró que su país no abandona el PAIC, lo cierto es que el país persa decidió quebrantar el punto más sensible del pacto: ignorar los límites de sus reservas de uranio enriquecido y agua pesada.

Hasta ahora Rohani y la cúpula religiosa iraní consideraban que la buena conducta con respecto al Pacto Nuclear podría morigerar los efectos recesivos de su economía, sin embargo la escasa tolerancia hacia Estados Unidos, la rivalidad con Israel en Siria y una economía tambaleante determinaron el nuevo rumbo de las relaciones con Washington: de la distensión a la crispación en el Golfo Pérsico.