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Cultura 17 de abril de 2017

Grandes libros, pequeños lectores

Tablet, Cecilia Pisos (2016), Buenos Aires: La brujita de papel.

Por María José Troglia
Integrante de la ONG Jitanjáfora

La historia que cuenta Tablet de Cecilia Pisos la conocemos y muchos de nosotros la vivimos a diario: la dependencia a las pantallas y el síndrome de la hiperconectividad no logran desterrar el “estoy aburrido” de muchos chicos.
El libro muestra a un niño como cualquier otro que vive en un departamento de una ciudad cualquiera y que se entretetiene, como muchos otros, con sus dispositivos.

Un viaje al campo y la desconexión que sobreviene, provocan una fractura en el modo de ser, de estar y de hacer, no sólo del niño sino también de los adultos. Allí es donde aparece la aparente nada, la nada es todo lo que está afuera de las pantallas: un mundo diluido, desdibujado.

Y luego la nada -gracias a la mediación de una persona que sabe escuchar el pedido, el reclamo de un contenido, de un significado- se reconfigura, empieza a cobrar sentido, a decir cosas y el universo aparece en toda su enormidad, su complejidad y su belleza, hasta ocupar el espacio que antes cabía en una pequeña pantalla. Y cuando ese mundo se vuelve un lugar amable donde habitar aparece también la lectura, la ficción, un libro.

Hay varios aspectos interesantes en Tablet, uno de los más llamativos es el modo en que están trabajadas las ilustraciones de Caru Grossi, que dicen a la par que el texto y, en algunos casos, otras cosas que el texto verbal no dice.
En un contexto donde el debate sobre el lugar que ocupan las tecnologías especialmente en la vida de los niños y los jóvenes, a veces se achica y se vuelve infértil, este libro nos invita a interrogarnos sobre algo tan simple y a la vez tan revelador: qué hay cuando se apagan las pantallas.