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Cultura 5 de septiembre de 2017

Grandes libros, pequeños lectores

Alina, maga del mandarino, de Laura Escudero. Ilustraciones de Viviana Bilotti, Buenos Aires. SM Colección: Barco de vapor, 2016.

por Romina Sonzini

“Alina está aburrida de ser Alina”, con esta frase se da inicio a la novela Alina, maga del mandarino de Laura Escudero, y se abre la puerta a un mundo que nos atrapa porque el personaje se anima a pensar en la posibilidad de convertirse en otra cosa, como lo hacen las mariposas que primero son orugas, las tazas que devienen en macetas o las vaquitas de San Antonio, que se convierten en ventiladores.

¿Es que el mundo de Alina es mágico y estas transformaciones pueden suceder? ¿O es que Alina encuentra otros sentidos, otros matices, otras explicaciones a lo que sucede en el mundo que la rodea? En todo caso, esta niña elige dejar registro de sus descubrimientos en el Libro de las transformaciones mágicas, y es allí donde Escudero logra el tono más poético de la novela: “Debajo de la tierra/ debajo de la cama/ debajo de todas las cosas/ crecer otras. / Para ser una maga/ hay que encontrar/ lo que está escondido.”

Por su parte, las ilustraciones de Viviana Bilotti logran establecer un diálogo con el texto, no sólo lo acompañan sino que lo alimentan, lo enriquecen. La estética de esta artista hace del libro un verdadero objeto de arte. El uso de una paleta de colores pasteles, la presencia de manchas que se distribuyen en las hojas y la pintura con acuarelas que traspasa los límites del dibujo generan un efecto visual muy interesante.

Alina nos invita a jugar, a sentir, a soñar, a creer que podemos ser otros siendo nosotros mismos.

(*): Integrante de la ong Jitanjáfora