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Cultura 4 de diciembre de 2018

Grandes libros, pequeños lectores

Circus, de Ana Juan, Edelvives. Colección Contempla. 2017, 84 páginas.

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por María José Troglia

Los títulos de Ana Juan que publica Edelvives en la colección Contempla forman un itinerario de libros ilustrados que no tienen un destinatario infantil aunque -lo sabemos- puedan ser para cualquier lector. En este caso, se trata de Circus, un libro ilustrado editado en 2009 en Italia que reedita Edelvives en 2017. Desde el momento en que uno lo toma entre las manos provoca un estremecimiento: es enteramente negro, la tapa, el lomo, el borde de las hojas. La cubierta está entelada y al tacto resulta un poco áspero. Una tela de araña dibujada con un fino hilo color cobre -como un filamento- ocupa toda la cubierta, tapa, lomo y contratapa. Pero esto es sólo el comienzo: abrirlo es una aventura mucho más tenebrosa e inquietante. El álbum no tiene una sola palabra, sus imágenes tienen un estilo gótico, y así transcurre, montado sobre un escenario pesadillesco al que son invitadas a ingresar como espectadoras dos nenas, idénticas, y unos cerditos, en una tarde tormentosa. La inocencia de las niñas es capturada, devorada casi por unas sombras fantasmales, las garras no las van a soltar mientras dure la función, que va provocando en el lector una fascinación casi morbosa. El desmembramiento recurrente en los personajes del circo podría ser una metáfora de la fragilidad de la vida, esa fragilidad que la misma Juan ha referido en algunos reportajes, y que nos pone frente a frente con la muerte, expuestos, vulnerables, inocentes como los cerditos, inocentes como las niñas que juegan en casa, sin adultos. El cuerpo fragmentado que todavía no se percibe como totalidad es otra imagen, sumada al mundo de los sueños, en el territorio del psicoanálisis, que a veces ha explorado la literatura.

Los cruces entre la realidad y la alucinación, lo onírico y el juego, el teatro y la vida, la ficción en fin que presenta Circus dejan al lector con muchas preguntas, con una sensación extrañamente inquietante, pero a la vez con ganas de seguir mirando, de que la función continúe, de que la tela de araña sea suficientemente fuerte para contener todas las pesadillas, todas las historias.

(*): Integrante de la ong Jitanjáfora.