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Policiales 28 de junio de 2018

Juzgan desde la semana próxima al acusado de un horrendo doble crimen

Antonio García (70) y su pareja Lidia Corbo (69) fueron asesinados entre la tarde del 14 y la madrugada del 15 de abril de 2017. Tenían decenas de heridas de cuchillo. A partir de la semana próxima será enjuiciado un vecino, Brian Cano (25).

Por Fernando del Rio

Tal vez ya era de noche cuando aquel 14 de abril del año pasado Antonio García (70) y Lidia Corbo (69) escucharon que alguien entraba a su casa de Fitte al 1800. Si el perro no ladraba, estaban seguros. El gran Mastín Napolitano solo reaccionaba ante un desconocido y eso fue lo que dejó tranquilos a los dueños de casa. Cómo podrían haber imaginado en ese instante que el final de sus vidas estaba tan cerca, que la misma mano que acariciaba la enorme cabeza del mastín sostendría poco después el arma con la que los matarían.

García y Corbo fueron asesinados con salvaje saña. El hombre, que explotaba la fiambrería de un supermercado chino, fue prácticamente decapitado y la mujer sufrió tantas puñaladas que la hemorragia la mató en pocos segundos. El autor de semejante ataque se apoderó de algunos documentos de la casa, de dinero en efectivo y de la camioneta Peugeot Partner de García.

Al cabo de una investigación minuciosa, en la que familiares de las víctimas se transformaron en colaboradores claves para el fiscal Alejandro Pellegrinelli, se logró establecer que el responsable del doble crimen era Brian “Chuqui” Cano, un vecino de 25 años que se había ganado la confianza de García y Corbo. Y también del Mastín Napolitano. Su ADN en la escena del crimen fue determinante para la imputación, además de otra serie de indicios y evidencias categóricos.

La próxima semana, Cano afrontará el juicio oral y público en el que tan solo se discutirá la calificación legal y en el que, excepto que los jueces del Tribunal N°3 hallen alguna inconsistencia no advertida en las instancias anteriores, se alza un destino de prisión perpetua. La figura de doble homicidio agravado por ensañamiento y criminis causa así lo reclama.

Confianza y sangre

Un hijo de Corbo fue el que descubrió el doble crimen cuando, en la mañana del 15 de abril, decidió entrar por su cuenta a la casa de Fitte 1839, en el periférico barrio conocido como Las Dos Marías, al suroeste de la ciudad.

Eran las 11.15 y el hombre al no ser atendido accedió a la vivienda y descubrió a García muerto en el piso de la cocina y a su madre en el living, en medio de un gran charco de sangre. Su urgente llamado a la policía hizo que en pocos minutos el tranquilo barrio se viera poblado de patrulleros y móviles de la Policía Científica. Los medios periodísticos tardaron un poco más.

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Lo primero que se constató fue la falta de la camioneta Peugeot Partner que García había recibido tiempo atrás como parte de pago de otra casa. Esa transacción posibilitó que adquirieran, aunque de manera informal (un adelanto y un compromiso en cuotas), la vivienda de la calle Fitte. La ausencia de la camioneta y de varios electrodomésticos convenció a los investigadores que el doble crimen estaba motivado por un robo, aunque les sorprendió el grado de violencia descargada sobre las víctimas.

Había un dato singular que inquietó al fiscal Pellegrinelli y a los policías, tanto de la DDI como de la comisaría decimosexta: tiempo atrás la pareja de García y Corbo habían alojado en sus casas –la vendida a cambio de la camioneta y la de la calle Fitte- a un joven apodado “Beto” para que cumpliera allí arresto domiciliario. Cierto vínculo creado por la labor de García en un mercado los conmovió y se ofrecieron como tutores, pero esa relación no acabó bien porque “Beto” había empezado a invitar a personas de malvivir e incluso a generar en la pareja la sospecha de que vendía droga.

Cuando el arresto domiciliario se cumplió, García y Corbo le pidieron a “Beto” que se retirara. Detrás de eso quedaba un lazo deteriorado y otro problema residual: algunas amistades de “Beto” que, por la frecuencia con que lo visitaban, conocían la casa. Entre ellas, “Chucki” Cano, quien por otra parte se había mudado justo enfrente en compañía de “Beto”, a un departamento de Fitte 1868.

Un hermano de García aportó un dato importante al recordar que un día había ido a la casa de la calle Fitte y había visto que uno de los pintores era el mismo que lo había robado a él. Ese individuo resultó ser Cano, al que las víctimas habían “contratado” a pedido de “Beto”. Con ese detalle, uno de los hijos de Corbo indagó en redes sociales y se encontró con una fotografía reveladora porque mostraba a Cano (y a “Beto”) junto al mastín napolitano dentro de la casa de las víctimas. La circunstancia de que el perro no ladrara ante el ingreso de los asesinos estaba muy presente en la investigación.

El 18 de abril la camioneta Peugeot fue encontrada incendiada en Salvador Vivas al 2200 (detrás de los terrenos donde alguna vez funcionó el hipódromo), y poco después el fiscal Pellegrinelli obtuvo nuevas pruebas incriminatorias para Cano, entre ellas que había desparecido del departamento que ocupaba frente al lugar del hecho, que había dejado de asistir a su trabajo (el frigorífico ex Sadowa).

La entrega

En el transcurso de la investigación uno de los hijos de Corbo entregó una carpeta encontrada en la casa (los peritos no la habían advertido) que tenía manchas de sangre y que se agregó para futuros peritajes.

En el departamento de Cano la policía recuperó prendas de vestir y un cuchillo, pero principalmente unas zapatillas que tenían restos hemáticos. La autopsia reveló que los cortes en las víctimas fueron realizados con un cuchillo de doble filo, características que el secuestrado no tenía. “El que había en el departamento era un cuchillo tipo Rambo”, explicó una fuente. Lo que sí sumó como indicio fue que Cano sabía depostar y utilizar elementos de corte por su labor con productos cárnicos.

La acumulación de pruebas, a la espera de los resultados de laboratorio y de telecomunicaciones, comenzó a ser relevante y el fiscal desplegó la estrategia de difundir fotografías de Cano. Poco después, Cano se entregó tras ser convencido por su familia.

Entonces trascendieron algunos aspectos increíbles: a dos días del doble crimen, Cano le llevó a su pequeña hija un gigante huevo de pascua. Su economía no permitía semejante erogación –debía dinero del alquiler- y ese indicio fue considerado por los investigadores como un vínculo directo al robo de dinero en lo de García y Corbo.

También en varios mensajes de whatsapp a su novia, Cano pareció admitir los hechos al decir que se le había salido “la cinta”, que no se “acordaba de nada”, “hice algo malo”, “me siento mal”, “me mande una re cagada” y “estoy re pipeado”. Una amiga al enterarse del doble crimen por los medios le preguntó “fuiste vos hijo de puta?” y Cano nunca más le respondió.

Los estudios de ADN confirmaron la presencia de Cano en la escena del doble crimen y la activación de celdas telefónicos lo pusieron el 18 de abril en el área cercana a la cual apareció la camioneta incendiada.

“Beto” jamás fue relacionado con el hecho, pero a juicio llegará también un hombre al que se le comprobó que había guardado la camioneta Peugeot en su casa. Lo acusan de encubrimiento agravado.