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La Ciudad 23 de noviembre de 2018

“La corrección de los déficits debe hacerse a partir de una reducción de la carga tributaria”

El consultor en economía y negocios internacionales, Marcelo Elizondo, opinó sobre la decisión del Ejecutivo local de aplicar tasas a las empresas exportadoras y aseguró que la "mochila de impuestos" hace "difícil competir a nivel internacional".

Para el especialista en comercio exterior y director de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DIN), Marcelo Elizondo, la aplicación de más impuestos a las empresas exportadoras hace que sea “muy difícil competir a nivel internacional”.

Su análisis llega en medio del debate que surgió tras conocidos algunos detalles de las ordenanzas fiscal e impositiva, presentadas junto al presupuesto para el ejercicio de 2019, que dan cuenta de la intención de la gestión de Carlos Arroyo de insistir con la aplicación de tasas municipales al sector exportador con asiento en la ciudad.

“Yo no estoy muy familiarizado con la realidad local, y me parece que uno tiene que opinar con información más profunda. Pero en una respuesta general, sí puedo decir que Argentina tiene una carga impositiva hacia las empresas demasiada elevada, demasiada excesiva y hay que tratar de ir aliviándola”, señaló el profesional, en una charla que mantuvo con LA CAPITAL previo a su participación en un almuerzo con empresarios locales organizado por la Bolsa de Comercio.

Para Elizondo, “es muy difícil competir a nivel internacional si tenemos que salir al mundo con la mochila de impuestos que tenemos que pagar, que son altísimos y cambian constantemente lo que además impide la proyección y predictibilidad, tan necesaria para el desarrollo del negocio”. Además, señaló que, si bien “es cierto que para el ordenamiento de negocios es muy importante que las cuentas fiscales estén en orden”, lo “ideal” es que la corrección de los déficit deben hacerse “a partir de una reducción de la carga tributaria en relación a las empresas”.

El G-20

Por otra parte, el paso por la ciudad del consultor en economía y negocios internacionales coincide con la reunión del G-20, en el marco de lo que Elizondo define “un cambio profundo de la economía mundial”, que generará un cambio en los roles de los países, además de modificaciones en los instrumentos jurídicos y supranacionales.

-¿Y cómo se posiciona Argentina frente a este panorama de cambio?

-Siempre que cambia la configuración de los mercados aparecen oportunidades para los que venimos de atrás, porque a los que más afecta el cambio es a los que están liderando en el statu quo. ¿Qué puede hacer Argentina con esto? Lo primero que tiene que hacer es saber en base a qué tipo de atributos competitivos puede prevalecer en los mercados internacionales. Hoy Argentina ya es muy competitiva en producción y exportación de productos agropecuarios o alimenticios; va a ser en breve un gran proveedor de energía, sobre todo de gas por las potencialidades de Vaca Muerta; lentamente se está convirtiendo en un muy relevante actor en materia de servicios basados en los conocimientos; y tiene otros potenciales, como por ejemplo en la minería, si se dedicara a invertir.

Ahora, para que la Argentina aproveche estas oportunidades tiene que empezar a ordenarse para generar una plataforma que le permita competir. Y esto implica: ordenar su macroeconomía, fomentar la inversión para poder producir con calidad, vincularse mejor con el resto del mundo con acuerdos internacionales que faciliten el ingreso de productos argentinos en el mundo y continuar en las mejoras en sus relaciones externas, para lo cual reuniones como la del G20 ayuda.

-Por declaraciones de funcionarios del presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, todo parece indicar que los intereses del país no estarían puestos en Argentina. ¿Esto lo ve así?

-La presidencia de Bolsonaro apunta a que Brasil actúe como gran economía mundial y no tanto como una economía regional sudamericana. Lo que es bastante lógico porque Brasil es una de las diez economías del mundo (en este momento es la novena, pero antes de la recesión llegó a ser la séptima). Lo que ocurre es que Bolsonaro está volviendo a ver a Brasil como un país que puede actuar en igualdad de condiciones con otras grandes potencias mundiales y que puede celebrar acuerdos con ellas. Yo no creo que esté dejando de lado a la Argentina, sino que ya el foco no es la región, es el mundo.

-¿Y qué consecuencias puede tener esto en acuerdos como el Mercosur?

-Es probable que Brasil proponga reformas en el Mercosur. El Mercosur es un bloque que ha sido muy exitoso en el inicio, hace treinta años, y permitió dar los primeros pasos en comercio internacional a empresas argentinas. Pero ha quedado anticuado. El Mercosur quedó como una estructura muy rígida, pensada para que comercialicemos mucho entre nosotros pero no para que seamos plataforma para llegar a terceros mercados. Hoy con la globalización existente, la cercanía geográfica ya no es el único requisito para comerciar, entonces debería convertirse en una plataforma para que todos podamos llegar a mercados más lejanos. Es posible entonces que Brasil proponga una flexibilización del Mercosur y que cada país pueda crear acuerdos por sí individualmente con terceros.

-Al asumir, Macri expresó su deseo de que ‘todos los argentinos exporten’. ¿Se dieron las condiciones para ese despegue?

-El despegue exportador no se dio, no es que nos hemos retraído pero hemos crecido menos de lo que podríamos. Los resultados del comercio exterior argentino son mediocres: este año las exportaciones argentinas están creciendo 3,5%, pero la razón principal de ese crecimiento es que hay mejores precios para los productos que exportamos. Si medimos volúmenes, nuestras exportaciones están cayendo en relación al año pasado. Año en el cual las exportaciones crecieron solo 0,9%. En estos mismos tiempos, las exportaciones de los países vecinos crecen a tasas de 2 dígitos. Brasil crece este año 18% y el año pasado lo hizo a 19%, por ejemplo. Por lo tanto, claramente, el resultado de nuestro comercio exterior es inferior al que podría ser.

-¿Por qué ocurre esto?

-Hay varias razones. Una de ellas es que todavía la macroeconomía argentina está tratando de acomodarse, después de desequilibrios que están pendientes de solución. Todavía tenemos muy alta inflación, la predictibilidad cambiaria no está garantizada y todavía no pudimos corregir muchos problemas que afectan a la competitividad sistémica, como la legislación tributaria, la legislación laboral o incluso la infraestructura. También, dentro de lo pendiente, está que la Argentina empiece a firmar acuerdos de complementación económica, integración comercial, libre comercio o fomento de inversiones. Acciones que permitirían a nuestros exportadores entrar al mercado en mejores condiciones.