CERRAR

La Capital - Logo

× El País El Mundo La Zona Cultura Tecnología Gastronomía Salud Interés General La Ciudad Deportes Arte y Espectáculos Policiales Cartelera Fotos de Familia Clasificados Fúnebres
Cultura 28 de agosto de 2023

La gente anda leyendo: Gallinero virtual

Marco Denevi, con su novela Rosaura a las diez, adquiere una misteriosa actualidad en la dinámica de las redes sociales.

Por Dante Galdona

Un resto de comida podrida puede pasar días enteros en el piso del gallinero sin ser tocado, pero basta que una gallina se le acerque para que todas lo pretendan, llegando hasta picotearse por él.

Tal es la premisa que asume el personaje, el anodino Camilo Canegato, para atraer la atención de las mujeres en la pensión donde vivían. La estrategia: una serie de cartas escritas por una mujer llegan a su nombre, esas cartas son de amor, la mujer es hermosa. El cometido se cumple pero el resultado final es desastroso como la mentira misma.

Mi amigo, seductor natural y buen tipo, me dice, cuando le cuento de la novela, que eso se llama preselección y que él aplica la misma premisa en su IG. El primer signo de asombro se instala en mi cara.
“Es más, Camilo Canegato es buen nombre de usuario”, agrega. Le pido por favor que desarrolle.

—No importa si sos fachero, tenés guita, sos exitoso o un gran amante, mucho menos buena persona. Vos subí una foto con una chica linda y te van a escribir, contestar historias, dar likes; yo le llamo la danza del cortejo virtual. Amigas, primas, no importa el vínculo, basta que parezca, no sé qué, pero que parezca algo. La preselección opera a nivel primitivo, te lo van a negar, pero no lo pueden evitar, ni siquiera ellas lo saben a nivel consciente.

Consiste en algo simple: si estás con una chica, si ella ya te eligió, es porque tenés algún valor. Los machirulos creen que es porque ellas son celosas entre sí, en realidad es porque confían en las de su género como en ellas mismas. Los celos son culturales, cuando éramos animales no existían, esto opera en el cerebro animal.
Absorto por el asombroso contenido teórico sobre las relaciones que desarrolló mi amigo, intento retomar la charla literaria.

—El tipo es un mentiroso.
—¿Pero lo logra o no lo logra?
—Sí, pero no es tan fácil, después se le va de las manos.
—Porque el personaje es un boludo, no puede sostener algo artificial que él mismo creó. En la vida es más fácil.
—Si fuera como en la vida, no hay novela, algo se tiene que complicar.
—¿Me prestás el libro?
—Mirá que a la mina la terminan matando —espoileo sabiendo que no le gusta la literatura policial.
—Ahora todo es más fácil, eliminás o te eliminan como seguidor.