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Arte y Espectáculos 11 de mayo de 2021

La nieta de Adolfo Abalos rescata una chacarera casi inédita como homenaje a su abuelo

Sonará por Youtube en la voz Rocío Sanjurjo Abalos. Se cumplen este miércoles trece años de la muerte del músico. Sucedió en Mar del Plata, en 2008, a sus 93 años.

Rocío Sanjurjo Abalos es cantante y bombista.

 
“Para entrar en calor”, una chacarera casi inédita del legendario Adolfo Abalos, volverá a sonar este miércoles en la voz de su nieta, Rocío Sanjurjo Abalos, quien también ejecutará el bombo legüero. Se trata de un trabajo colaborativo: el video se conocerá a partir de las 20 desde el canal de Youtube de la joven intérprete, que llamó a la acción “La magia de Adolfo Abalos”.

No es casual la fecha: el 12 de mayo de 2008 fallecía en Mar del Plata este pianista, folklorista y teórico, uno de los integrantes del célebre grupo los Hermanos Abalos junto a los otros miembros del clan: Machingo, Roberto, Vitillo y Machaco.

 

 


Adolfo Abalos.

Adolfo Abalos.

 


Rocío está convencida de que su abuelo es una cantera de la que aún hay materiales inexplorados. Con esa idea rescató está canción, que “invita a bailar”. “Me parece valioso traerla hoy: la música folklórica no muere”, dijo a LA CAPITAL.

En este homenaje, la acompañarán otras dos mujeres artistas: Angeles Mendoza desde la guitarra y la voz y la bailarina Flor Vijnovich. “El entusiasmo de la letra de esta chacarera fue el motor para hacer este video colaborativo, porque la impronta es una invitación a la danza, a la música nativa, a los ritmos folklóricos”, agregó. Así, de manera remota y sin conocerse previamente, el trío elaboró esta reversión a tono con los tiempos que corren.

Es una canción casi inédita, no está grabada por Adolfo ni por los Hermanos Abalos, sabemos que la tocó en vivo en un programa de (Antonio) Gasalla en la playa -recordó Rocío-. Cincuenta años después para mi es como un reto, desde mi mirada de nieta lo sigo descubriendo a Adolfo, porque siguen apareciendo cosas” nuevas.

Coautora en 2020 del disco “Anidar” junto a Darío Barozzi, Rocío reconoció que fue a partir de ese material de estudio, en el que grabó canciones de los Hermanos Abalos, que creció la necesidad de seguir ese camino exploratorio hacia la obra de un músico que cambió la forma de tocar el folklore. “Sigo descubriendo a mi abuelo, en historias, grabaciones y notas periodísticas”, contó.

Y consideró que el rescate de su obra “es una oportunidad para ponerla a la luz” y conocer esa música “tan singular y universal”. En ese sentido, entendió que su abuelo tuvo “la misión de promover, enseñar, crear y darle valor al paisaje sonoro, rítmico y cultural, espejo del sentimiento humano”.

Rocío recordó que la muerte de su abuelo sucedió hace trece años. “Adolfo murió a los 93 años”. Un piano en el velatorio acompañó la despedida y tras ello, una caravana de músicos partió desde esta ciudad hacia Buenos Aires. En simultáneo, otros músicos se sumaron en torno al cementerio de la Chacarita, donde descansa en el panteón de Sadaic. “Los músicos se autoconvocaron con bombos, fue una despedida musical”, evocó y recordó que ella tenía 21 años cuando sucedió su partida.

Entonces, “sospechaba que mi camino era la música, mi abuelo me enseñaba, lo mismo que mi mamá (Nancy Abalos), pero no me dedicaba ni ahí como ahora”, dijo.

Nacido en el seno de una familia acomodada de Santiago del Estero, Adolfo también tocó jazz desde muy chico, a los 17 años. Su padre, el primer odontólogo de esa provincia, quería que su hijo también tuviera su título universitario.

Por eso, el joven emigró a Tucumán para estudiar farmacia, paso previo a convertirse en bioquímico. En esa ciudad, compartió pensión con otro célebre artista: Atahualpa Yupanqui.

Trabajaron juntos en LV12 Radio Aconquija. Adolfo dirigía la orquesta de la radio. El paso siguiente fue hacer lo mismo en radios de Buenos Aires. Con el folklore en la sangre, “se dio cuenta de que los músicos porteños acentuaban de otra manera las mismas partituras”, recordó su nieta. Y ése fue el puntapié para el desarrollo de una teoría musical que marcó su obra. Más tarde se trasladó con su familia a Mar del Plata y en estas tierras marítimas construyó lazos con los músicos y artistas locales. De él se rescata su enorme generosidad.



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